jueves, 10 de noviembre de 2016

Aquí


Aquí (es decir, compartir). ¿Compartir lo que sobra? No. Compartir lo que es, lo íntimo, lo que hace gozar, sentir, crecer, preguntarse, lo que duele, lo de dentro, a veces de tan dentro que ni siquiera lo había visto nunca. Descubrir (os/me). Y ¿quién está ahí? Ni idea. Conozco a…bueno, a los/as que conozco, ellos/as lo saben. Pero ¿nos conocemos? Ay, qué será este juego detrás de un teclado, una pantalla con música de fondo, una rutina, un intercambio. ¿Compartir lo ajeno? Copiar y pegar. A veces me pego en el alma tanto sentimiento que ando llorando por las esquinas de mí mismo, por dentro, no por fuera, se me arrugaría el disfraz, la máscara, lo que se ve, ¿se ve? A veces me copio el bazo, lo coloreo y lo dejo aquí, despanzurrado, ya ves, no ves, no lo ves, ¿quién tiene tiempo para ver otra cosa que su ombligo? Mi ombligo, por cierto, es precioso, gigante, una obra de arte de partera, a veces encuentro en mi ombligo sorpresas, objetos sonoros, gritos, señores con paso apresurado, una puta con una afilada guadaña al hombro, una novia que tuve en otro siglo y que ahora tiene un cuerpo distinto, incluso una cara distinta, estoy por jurar que no es ella y vivo/muero con otra. Para colmo también está lo de los Otros. Aquí.
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Bilbao, Euskadi
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