miércoles, 29 de junio de 2016

Derelicción.

Hoy escojo la estética y arrincono lo que debo decir, lo pospongo, me escondo, me cubro con un pañuelo blanco, verde y rojo, pongo mi mano sobre la boca, anudo con fuerza la venda y no digo, no sé si derelicción está bien escogida, no sé siquiera si tengo propiedad sobre mi garganta, sobre los sonidos guturales con los que suplo la comunicación, grrr, brrrr, oh, zass, orgía de interpretación primaria, prehistórica, pintando la página/ojo/pared con los dedos manchados en mis contradicciones, ciervos que corren por las paredes, bisontes metafóricos, cuevas de murciélagos, ugg, clonk, pufff, no soy dueño de lo que digo/no digo, sé que quiero cargar los fardos desde la bodega, proteger de la luz el lúcido latido de mi alma, nada es como era y esto es el futuro, sin saberlo escribo para mañana.

Digo para no decirme.

Esta página/ojo/pared/confesionario/diván ya no me pertenece.




Derelicción.
1. f. Der. Abandono de una cosa con ánimo de poner fin a la propiedad que se ostentaba sobre ella.
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