Los regresos siempre son duros. Bilbao está en fiestas y pasar de la soledad a la algarabía exige un periodo de descomprensión como en aquella película antigua en la que Gilbert Roland subía demasiado rápido de las profundidades, intentaban curarle con hielo y palabras y algo así necesito, reencontrar las palabras y la cercanía de lo conocido, la voz de los amigos y las calles de siempre, ponerme al día en respuestas y preparar ya el siguiente viaje. Estamos en tránsito, alguien me escribe que está muy mal de salud y sin embargo también dice que es feliz, resignación, disfrutemos este ahora, no hay más. Feliz de haber vuelto, un abrazo para quién lo acepte.
Yo lo acepto (el abrazo), aunque hayas vuelto a estar tan lejos. Un beso, Pedro, que sean dos.
ResponderEliminarLibélula, entre tus brazos me quedo.
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