martes, 14 de julio de 2015

Lecciones de anatomía (1).



Eran tiempos duros, nena, del cielo llovían plumas, quizás morían los halcones encima de las nubes, quizás una bandada de estorninos estaba en guerra con las alondras, quizás los ángeles estaban en plena muda. Se lo pregunté, pero Ella que tanto sabía, no pudo contestarme.

Envalentonada por el erial de mi ignorancia comenzó una labor de decoración y pintura en aquellas zonas de mi cerebro en las que no había entrado el sol del conocimiento.

Debo decirte, niña, que la única idea me ocupaba bastante y que el alcohol había vaciado casi todo excepto las cuatro reglas y la capacidad de distinguir entre una regadera y la curva de sus caderas. 

Por eso empezamos aquellas clases prácticas de anatomía.


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