viernes, 3 de abril de 2015

Antes del color


… las distintas razas del mundo

tienden a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano,
compuesto con la selección de cada uno de los pueblos existentes.

-José Vasconcelos-



En blanco y negro, tanteando, con miedo, hoy en especial, con la punta de los dedos rozando la arena, sin atreverme, cauto, contando las cicatrices, recorriéndolas con saliva, con los recuerdos abiertos a la duda, con tantas lágrimas vertidas que no queda sitio para los incendios del alma.

Así.

Otro paso, sin encontrarle sentido ya a esta aventura que deriva hacia lo absurdo, puente roto, que nunca lo fue, no. Sé que nunca lo cruzará, que ni siquiera su río pasa por debajo, el abismo es tal que no hay riberas, ni cauce, ni agua clara, ni peces que nadan a contracorriente.

Herido de tristeza, abatido, monocorde, quejumbroso, aburrido, soy culpable de esta imagen que no corresponde con la realidad, aunque.

La realidad...
¿Qué?

Aferrado a lo cotidiano.
Defíneme lo cotidiano.

La realidad.
Defíneme la realidad.

Lo cotidiano...
Ya, disimula.

Tragedias del alma, inventadas en un 99%, no sé de dónde las saco, caprichos de desocupado para sustituir emociones que no llegan, sobresaltos que no puedo lidiar, pases de pecho ante un tendido imaginario, ladrillos de mentiras, paredes falsas, separación de planos ahora que el cielo se abre al color azul, los días golpeándonos los dedos con un martillo implacable, dolor en los riñones. Ya.


No se puede escribir desde la risa, no se puede torear sin toro, no se puede calmar el bostezo con aventuras en Amazonas imaginarios, no hay lugar para gestos a la galería, no quiero que me aplaudan los caprichos, no me parece correcto acumular falsos gritos sobre la mesa y esparcirlos, además, por falsas expectativas. Que no quiero, no, ni engañar, ni engañarme.


Aviso para navegantes: el que escribe en esta página no está sujeto a planes de reconversión del alma, al contrario, ríe, busca, camina, pinta las horas de esperanza, se sube al mástil y otea pero, mientras tanto, nada en la pleamar sin temor a los tiburones.
Y las sirenas acarician sus pies desnudos.




¿Qué demonios habré querido decir hoy?
Muchos días no me entiendo.
Lo añado a la lista.
Pido tu benevolencia, juzga mi trabajo por el conjunto.
Gracias.


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Bilbao, Euskadi
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