jueves, 15 de mayo de 2014

A la de tres.



El rocío nos mordió de madrugada, los mastines espantaron el rebaño de goces, azafrán derramado en la mesa, flores secas y música ajada.

La estancia era dulce y transparente, sentí tus huesos acariciar los míos, te busqué el cuello con los labios y encontré la húmeda puerta de mármol, nos miramos y el vértigo nos anegó.

Lloramos de tan felices.

Agitabas pulseras en tus tobillos desnudos.

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Bilbao, Euskadi
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