Hablo, tanto.
De la palabra nace
una luz imprevista
que descubre
lo que no digo,
quién soy.
No eludo culpas
-da igual de qué-,
cobijado en la voz,
esquivo mi yo.
Hablo, sin cesar,
temo encontrar
en el silencio,
un recuerdo,
sumergido, aún,
ahí, dónde duele.
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