miércoles, 2 de enero de 2013

El fraude del conocimiento.



El año que ahora empieza alarga la inquietud del que se ha ido.

Alrededor la niebla de lo que vendrá.

Silencio, nadie en la calle, los otros están dormidos, encerrados en la urna del yo.

El amor se desgarra entre las zarzas.

La pregunta, inmóvil, resiste.

Alguien balbucea, intenta alargar el puente del que solo conoce un lado, el de enlazar carencias.

Atolondrado, un niño con los ojos abiertos no tiene prisa por vivir, quiere volver donde no ha estado, no entiende aún dónde empieza la urgencia de solucionar la servidumbre del decir.

De sus ojos mana, lenta, la tristeza.

Nada sabe y la ventana está cerrada. 

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Bilbao, Euskadi
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