Ha llegado a mi buzón una carta que contenía un recorte de una revista cultural gallega con una fotografía y una entrevista.
En el sobre estaba escrita esta escueta pregunta. ¿Qué te parece?
Estas son mis respuestas amordazadas
Reacción A.
(No publicable)
Reacción B.
Un magnífico reportaje, con acertadas preguntas y muy interesantes respuestas.
La foto que lo acompaña refleja el entusiasmo de la entrevistada.
Reacción C.
(la que enviaré)
Ah, qué bueno, gracias por enviármelo. Muy bonita fotografía. Respira, has salido muy natural, muy bien. Eres muy fotogénica.
La entrevista es también muy buena, contestas de una forma ágil y amena, muy comprensible.
Te veo de maravilla, contenta. Me alegro.
Un beso.
Reacción D.
Como en un trabajo digno de Annie Leibovitz llega tu fotografía en esa revista cultural. Ocupa media página y es impactante, arrolladora, con tanta fuerza que se sale del papel, tan profunda, tan nítida que reflejan exactamente tu alma, tu esencia, tu vigor, tu creencia en lo que sabes, en lo que ignoras, en el espíritu de lo que buscas ahí, en el centro de la palabra, de las palabras, del ser, en el desarrollo sistemático de las normas sin normas, del estudio, de una vida dedicada a escuchar a otros, de proponer caminos, de caminar desde lo que no se ve pero está, de lo sale a la luz, lentamente o en una explosión de conocimiento, la revelación, la solución, el primer paso, el inicio de un largo camino, el borde desde donde saltar a uno mismo, la luz en el túnel, días y días, muchos años, una vida, tu vida reflejada en ese gesto, en esa sonrisa abierta, franca, sin miedo, alegría por estar ahí y hacer precisamente eso, trabajar en lo que te colma, lo que te define, que te da sentido, en lo que tú eres. Eres esa alegría por lo que haces.
Las respuestas al cuestionario no hacen sino complementar esa alegría, enriquecerla, dar la dimensión de lo formal, de lo que hay que decir, hacer, el trámite.
La entrevista es magnífica, tiene el impactante milagro de la fuerza de tu risa, de tu mirada
Reacción E.
¿Qué te parece? Detrás de esa pregunta, profesional, aséptica, contradictoria en su propia sencillez, como un reto, una espera -¿de qué?-, un invisible gesto de orgullo, sabes que están todas las respuestas, sabes que esta el mundo, el mío, lo íntimo, el goce, el dolor, la espera, la angustia, lo perdido, la insoportable añoranza, el lento tránsito hacia el imposible consuelo, el aprendizaje de cómo respirar, cómo volver a ser, cómo empezar de nuevo, cómo reinventar una vida. (¿Se puede llamar vida a estar sin ti?).
Me parece una herida abierta sobre otra herida, sin cerrar, que no he sabido cerrar. Me parece una cruel exhibición de alegría, de distancia, una imagen que me esclaviza, que me aprisiona, que sabes que miraré una y otra vez, que acariciaré en cada curva, que besaré el papel como un atribulado hombre aún enamorado, pendiente todavía de la limosna de tu voz, de un hueco al final de tu apretado calendario, de un trámite que cumples por no sé qué, ay, sufrimiento de la añoranza como una mala hierba en mi alma, como una condena que no puedo redimir, como una cadena que no me deja andar hacia otro lado.
Estás tan bella que has arrasado mi esperanza,
El amor es –también- una adicción. Y no lo sabía.