domingo, 14 de octubre de 2007

Poema de otoño (1).

Primero

Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío, tened misericordia de mí, pues el enemigo ha conseguido entrar en la ciudadela; cautamente, ha derribado hasta el último bastión, como cera ha fundido toda vigilancia y ha alcanzado mis ojos para asomar sus oriflamas desde ellos. Mi mirada ha conducido sus anzuelos velo. Apoyar la frente enfebrecida es, sedal han sido, segura trayectoria de su reclamo. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío, tened misericordia de mí.

(Virgo Potens - Ana Rosetti)


Un poema, quiero escribir un poema de otoño, hablo y me invento este parlamento atropellado desde un mirar de gavilanes, colgado cabeza abajo de un puente sobre un paisaje ciego y sentimental, hablo y cuento para que no llenen mis palabras las arcas aburridas, quiero escribir este poema pero los poetas están en conciliábulo, reunidos en una esquina rimando y discutiendo, no me hacen caso, les pido una frase sobre la aurora, sobre las lágrimas del pelícano, sobre buques partiendo de muelles convertidos en alamedas, ni me miran, siguen buscando palabras como incendios, frases estremecidas, iluminadas, propagándose en rumores, consumándose en temblores, placer de atrapar una mirada atenta, retorciéndose las manos con suspiros, los que yo busco, una mirada en un habitación iluminada por velas, ella recostada sobre la cama que ocupa el centro, mi poema como algo que no es, como algo que no sabré dibujar, mi cabeza en un túnel, al extremo de una canción griega que no entiendo, que habla de caricias entre mujeres, laguna sensual en una voz ronca y sin embargo clara como una cascada, excitante brazo desnudo que levanta la sábana y descubre el mundo, mi memoria se convierte en piedra, se despiertan vientos de magnolias y jaulas, mi poema no será nunca un poema hasta que no me quite la venda de los ojos y me acerque a la verdad, delicado como un acróbata, como un equilibrista avanzando por el cable de acero de mi deseo, un cuerpo insinuado a los puntos cardinales, sin norte, sin este, sin oeste, solo el sur de su sexo, bebiéndome el rocío de sus muslos, deslizándose mis dedos por el aire manchado de gemidos rojos, ven, me decían, ...(sigue)


12 comentarios :

  1. Precioso poema ;-)
    Hoy aquí es más primavera que otoño.

    Un trozo de bizcocho recién hecho (y un sol insultante , pero ya tenue)

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  2. mmm qué sugerente el otoño para escribir poemas...
    :)

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  3. El otoño hace mella...hay que seguir ensuciando la estrofa.

    Lindo, bien lindo.

    Un abrazo querido Pedro.

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  4. Tus fotos, tu cita y los rastros de tu búsqueda son ya el poema de otoño que buscabas.
    Yo pasé por Bilbao y el Guggenheim este fin de semana y me encontré tan a gusto que tendrás que aceptar que te deje a ti mi agradecimiento por el agradabilísmo ambiente que encontré por ahí.

    Un abrazo.

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  5. Natsuki, gracias.
    Y es que los aquí y los allí siempre son relativos.
    Igual que las primaveras.

    El bizcocho estaba muy rico ¿no te queda más?

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  6. almena, sí, pero no creas que necesito de hojas muertas para escribir. Me inspira también la primavera. Y el verano. Y que llueva. Y que no. A que sí. Eso. Gracias.

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  7. tomatita, abrazado apenas puedo seguir con las estrofas. Lo intentaré. Gracias y otro para ti.

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  8. ybris, es un poema largo que escribí de una vez pero que colgaré en varias (para no aburrir al personal, dado el estilo sin puntos, el poco tiempo, la impaciencia, etc)
    ¿Te gustó el arte en USA? Vi la exposición el jueves y me pareció bastante buena. Me alegro que estuvieras bien en Bilbao. Otro viaje avisas y tomamos un café, con bollos de mantequillas (riquísimos)
    Un abrazo.

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  9. Me encanta el otoño, y tu poema para gozar con todos los sentidos, y deleitarse…
    Besos.

    ¿Puedo apuntarme con vosotros a los bollos de mantequilla, los riquísimos? :-D

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  10. Sí, gaia07, claro que puedes, por supuesto, aunque me han dicho que es casi mejor hacerte un traje, que eres muy golosa. Anda, ven. (¡¡otra ración de bollos!!!).

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  11. Bebiéndome el rocio de sus muslos?
    Ahira creo que ya quedé en estado catatónico total.
    Ains

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  12. Nikté, al principio, ¿recuerdas? Dije que intentaba un poema, pues eso, bebiéndome el rocío de sus muslos.

    Vuelve en ti.

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