Parker intuye que esta ciudad está
abierta de par en par y aun así sus calles y plazas están llenas de
colaboradores del miedo, de chivatos del cuchicheo, de profesionales del
ombligo, de calígrafos de fronteras, de ciegos absurdos que se vendan los ojos,
de infantes que aún no han aprendido a leer pero que llevan puñales escondidos
para matar gorriones desprevenidos. Eso y la envidia como alquitrán. Se guarece
pero sabe que alguien le ha delatado.
El miedo se esconde en los setos recortados, en las fachadas del hambre y se agazapa entre los grafitis descoloridos. El paisaje urbano es una heterotopía.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó también el paisaje rural. Ayer estuve paseando entre marismas, con molinos de marea, pintadas de independencia en las paredes de piedra y lugareños insatisfechos por esto y aquello. De los ejemplos de heterotopía el que prefiero es el de los burdeles, no sé si Foucault sabía de qué hablaba.
ResponderEliminarPrecioso tu comentario.
Muchas gracias.
Saludos.
Me alegra que Parker haya pasado por mi ciudad, estaré pendiente, si le veo, le daré una patada en la espinilla para que se lleve un recuerdo.
ResponderEliminarBeauséant, no te lo recomiendo, Parker dentro de su aparente afabilidad es un individuo pacífico, pero de mecha corta, estoy seguro que ante una agresión física reacciona de forma violenta. Lo sé por experiencia (ajena, lo que me han contado). Hay ciudades así, la mía, tan llena de turistas, se está difuminando. Saludos
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