Huir hacia los márgenes, huir hacia los confines de la vida.
El renacuajo Brown es así, como buen anuro tiene sus branquias externas, aunque si es preciso desarrolla el opérculo (pues bueno es) y las internaliza, las encierra en el saco (branquial) y lo comunica por el espiráculo (tal cual, sin despeinarse). Todo sea por no estar donde debe estar.
Esto del deber es algo que no va con su manera de ser, de nadar como los peces, por ondulación lateral, con su cola, como muchos, como tantos. Es más, cuando el renacuajo Brown alcance su madurez deberá entrar en esa metamorfosis que hará crecer sus patas, en la apoptosis que absorberá su cola (eso tiene que doler). Por eso remolonea, no madura (tampoco me extraña), por eso huye, por eso es herbívoro aunque en la práctica se comporte como omnívoro o incluso, si es preciso, practique el canibalismo (puede llegar a comerse a sí mismo pero esa es ya otra historia).
Ay, esos pipidae sin dentículos, con dos espiráculos.
Ay, los microhylidaes, archaeobatrachia, hyliadess, ranidaes, bufonidaes, renacuajos presumidos que nada quieren saber de nosotros, que hacen ostentación extrema de sus picos queratinizados.
Ay, renacuajos de los caudados que no son propiamente renacuajos, que enseguida se parecen a los adultos, que nacen sin patas pero las desarrollan prontamente (salvo que son más pequeñas, menos pigmentadas), que ostentan a los lados de la cabeza branquias ramificadas, que suelen ser carnívoros como sus padres y madres, abuelos, abuelas, primos, cuñados, que pueden presentar dos fenotipos distintos en función de las condiciones ecológicas en las que vive, como es el caso del ajolote (un punto filipino) o el particular individuo neotenico de aspecto larval (este sí que).
Ay, infinita clasificación de Orton.
(Ajolote)
Seguimos en el charco, el renacuajo Brown y un servidor de ustedes, con absoluto miedo a la apoptosis de cola, temerosos de ajolotes y bufonidaes, espiráculos desproporcionados y sequías involuntarias.
Señor, señor, que dura es nuestra vida húmeda, siempre en permanente huida hacia los márgenes, hacia los confines de la vida.
¿Maduraremos? ¿Algún día seremos ranas? ¿Nos ahogaremos en el fango?
No (pues vaya).
¿Se puede decidir no madurar, no cambiar, seguir siendo lo que único que sabemos ser?
ResponderEliminarSaludos,
J.
José A. García se puede, bien por comodidad, bien por destino, bien porque hay personas que no saben ser, solo están, de paso, viéndolas venir. Y es que es difícil aprender, querer ser el que eres, llegar a conseguirlo. El esfuerzo no está de moda. Madurar, además, es doloroso, te enteras de qué va la cosa (vivir/morir) y para cuatro días que vas a estar aquí tampoco hay que tomárselo muy a pecho- Feliz Navidad.
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