Esta mañana, en Oslo, en la esquina de la calle Drammensveien, me cruzo con un pastor anglicano, me mira y dice “Certum est quia absurdum est”. ¿Qué? -digo, sorprendido-. No se detiene, cuando se ha alejado unos pasos se gira y dice “a los fornicarios de una parte y a los adúlteros de otra, Dios los juzgará”. Esa me la sé y contesto “Hebreos 13, versículo 4”. El pastor no se achanta, a unos doce metros grita “Yo es otro”. ¿Qué dice? -digo-. Sonriendo me fulmina con un, “Rimbaud, que no te enteras”. Esta ciudad se está volviendo peligrosa.
Una ciudad peligrosa, sin duda, seguro que hasta los policías saben jugar al ajedrez.
ResponderEliminarBeauséant, sí, tengo cuidado cuando paseo, sobre todo en los cruces. Hay que estar atento a todo. Lo estoy.
ResponderEliminar¿Cruces o encrucijadas, mi estimado Pedro?
ResponderEliminarBeauséant solo te puedo decir que están plantadas tres cruces en el monte del olvido. (¨)
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