jueves, 16 de mayo de 2024

Fin



Primera parte.


Ella dormía a mi lado.

A mi lado era un territorio de límites difusos. Empezaba entre el Éufrates y el Tigris y terminaba en el desierto de Atacama. O así. Por esa zona.

Incluso Ella también era difusa.

También puede ser que fuese yo quién estuviese confuso y limitado.

Aterrado.

Al principio el proceso de comunicación era satisfactorio, estaba lleno de aromas, sabores, tactos, fluidos, complicidad, goce, eso, sí.

Pero hay un momento, uno, en el que el proceso se altera. Más o menos se puede resumir así:·         
  • Estoy cansada.
  • No
  • Uhhf.
  • (Silencio)
Ella dormía a mi lado y la noche era más larga, las sábanas estaban tapizadas de botellas vacías, una pared puntiaguda, perros negros rondando, rotundos vigilantes de una imaginaria pero inamovible línea, una grieta que sangraba, un abismo, nada que ver con el país tropical de antaño.  


Segunda parte

Pasaron demasiadas cosas y no pasó nada,

Ahora duermo solo. Dormir es una forma de definir mi insomnio. Soledad es una certera definición de mi ahora. Dolor es la segunda acepción. Hastío la tercera. Y fin la forma de terminar esta confesión. 

Fin.

2 comentarios :

  1. Hola Pedro!
    Genial forma de narrar, las imágenes utilizadas me permiten imaginar el frio momento de un distanciamiento y finalmente la soledad.

    Situación que suele ocurrir en las parejas cuando el desgaste, la monotonía y el desamor llegan.
    Saludos
    Pat

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  2. Patricia Palleres, muchas gracias. La monogamia como perversión. No sé lo que ocurre en las parejas, no sé casi nada, escribo al tuntún (tenía ganas de utilizar esta palabra). Saludos.

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