(Julia Soboleva)
Termina el año, en estos días buscarme atado, atosigado, agónico, con veneno en las rodillas, con un
retrato ovalado sobre la cabecera de mi cama, un hongo azul bajo la lengua, el
cordel que aprieta la cintura y una chaqueta amarilla, la cabeza en vaivén,
dibujo el litoral y, perdonarme si al buscar lo imposible me pierdo en palabras
sin sentido. Otro día, mañana mismo, más.
La búsqueda de aquello que parece tan utópico nos hace parecer un tanto absurdos, pero así se pasa la vida, con días y días. Ninguno igual al otro.
ResponderEliminarAbrazos Pedro
Tatiana Aguilera no, si absurdos somos, sin buscar utopías, así de natural. Pero buscar el sentido a los días es una obligación (¿otra?, yo me bajo). Gracias por venir. Un abrazo.
ResponderEliminarPor cierto, aunque no venga a cuento. Mi tío abuelo se mudó a Santiago después de la guerra civil española. Allí formó su familia. Recuerdo que en mi infancia, en la cocina familiar, jugando entre abuelas y tías, ellas hablaban de “cuando vuelvan los tíos de Chile”. Volvieron y ya todos éramos otros.