sábado, 22 de julio de 2023

Metro

 


En el metro, de Bilbao a Plentzia,  en  Sopelana el vagón se queda medio vacío. Miro por la ventana, en el asiento de enfrente dos señoras hablando, a lo suyo, ignorándome, como si estuviesen solas.

“Ese momento del día en el que me tumbo en la cama en pijama, con mi  paquete de Windsor,  un vaso de agua en la mesilla, sin ganas de dormir, leyendo mi libro. Gloria bendita” (dice una). “Me pasa lo mismo,  cuando después de la oficina entras por la puerta,  te quitas el sujetador, la casa en silencio.” (dice la otra). “Soledad, dicen, no he vivido mejor en mi vida” (una). “¿No echas en falta a un hombre  después de tantos años?” (otra). “¿En falta?, hace mucho tiempo que les echo en sobra. Unos controladores.” (una).  “¿Y aquel médico de Munguía?” (otra). “Un pesado, solo quería follar, para follar estoy yo. Todos son iguales” (una).

Una de las señoras se levanta, me mira y dice “¿Qué, escucha bien? que no se ha perdido sílaba.”

Me pongo colorado y me bajo una estación antes, en Urduliz. Cinco kilómetros andando. Qué señoras.

2 comentarios :

  1. Hay conversaciones a las que es imposible no prestar atención, ya sea por el tema o por lo alto que hablan. O por las dos cosas.

    Besos.

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  2. Devoradora de libros estas dos que me he inventado (casi), hablaban alto y sabían que les estaba escuchando (al final me creo lo que escribo). Besos.

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