Al terminar la sesión, con el alma alborotada, el Actor espera la noche negra, el preludio de las horas transitadas por hombres con problemas gástricos y emocionales. Es el momento para mezclarse con aquellos qué, como él, arrastran su dolor entre alcohol y risas fingidas.
Donde antes hubo navegantes, con lentitud, la ciudad se ha transformado en un espacio de personas que transitan para acá y para allá, junto a ellos los atentos vigilantes de mensajes entretejidos en la niebla de no verse. Los ausentes se hablan con los ausentes, intercambian coloquios con desconocidos de lejos o cerca, lectores de tabaquerías en fábricas que nada fabrican, solitarios farfullando soliloquios, ilusionistas que lloran cuando mueren las palomas.
Un puto aburrimiento.
Durante el verano, las ciudades se vuelven espacios transitados por paseantes abstraídos en la vorágine del trasiego de maletas, la obsesión por fotografiarlo todo y la necesidad imperiosa de olvidar donde viven hasta que vuelvan a no vivir donde lo hacían, sazonado con ración doble de calor, sudor y una cerveza bien frequita ( que a mi no me gusta ; ) pero como tú llevas pájaros dentro, nunca serás como los que arrastran su dolor entre alcohol y risas fingidas ; )
ResponderEliminarAbrazo fuerte!