martes, 18 de julio de 2017

Cuestión.



La cuestión no es llegar a cota tres o cuatro, incluso a cinco, la cuestión es que no hay cuestión. Esto se sabe cuándo después de pelear contra tantos, en la lucha contigo mismo, pierdes. No es una rendición es una constancia, no es una contradicción es una evidencia, no hay eco al aullido, una cuestión de tonalidad, de vibración, de haber nacido en el campo y llevar los ojos anegados de bruma.Es así, te conviertes en un adicto a la melancolía, guardas los sueños y la nostalgia en una caja con arena y paraguas negros. Al subir la marea de los dolores a domicilio contemplas la belleza desde la altura, ves las luces de la bahía y detrás, no tan lejos,  la  frontera entre convertirte en obsesivo compulsivo o en neurótico obsesivo. No sé si se pueden ser tantas cosas a la vez pero, en resumen: estás perdido, chaval.

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