jueves, 21 de enero de 2016

Una varita mágica




En casa tenemos una varita mágica.
Se la regalaron a Conchi en una convención, no recuerdo si de brujas o de hadas.
Por supuesto realiza encantamientos, niebla de colores, cambia el agua en vino, pequeñas explosiones, esas cosas de la magia. Y habla

Al principio nos hacía ilusión, venían las visitas y presumíamos de varita mágica, con un abracadabra se movían las sillas, saludaba por su nombre a las señoras, descolocaba los cuadros del salón. Nunca nos atrevimos a convertir a ningún niño en gato, ni a don Anselmo en loro.

Con el tiempo nos aburrimos y la dejamos en la biblioteca, entre las enciclopedias encuadernadas del País y la colección de cine del siglo XX. La realidad es que nos olvidamos de ella totalmente

Hace unas noches dormíamos y comenzó a hablar, la varita, sola, no callaba, se expresaba con fluidez, lo mismo en castellano que en inglés, en polaco, en euskera, dominaba todas las lenguas. Nos hizo gracia, el lunes, el martes nos despertó a las cuatro de la madrugada, el miércoles estuve a punto de tirarla por la ventana, no callaba, el jueves la metimos en la cama, entre los dos, se durmió.

A eso de las doce ha tomado la costumbre de ronronear, entonces la colocamos sobre un almohadón de cretona y pasa la noche a nuestro lado. Ah, por su parte llena de estrellas fluorescentes el techo del dormitorio, es una varita mágica y mimosa.

Pero ahí no acaba todo, el sábado me desperté, noté que me acariciaban, una bella mujer me abrazaba, parecía un encantamiento, nos fundimos en un largo beso y no puedo describir lo que ocurrió a continuación. Justo cuando estábamos en la postura del misionero entró Conchi. “La varita, la varita…”, balbuceé, pero no me hizo caso, despidió a la mujer con un gesto serio, sin alterarse le echó la ropa a la cara. Después sacó la maleta verde y me dijo, “tienes diez minutos”.

Y aquí estoy, sentado en el felpudo del portal, atónito, con la maleta en una mano y la varita, mágica, en la otra, sin entender qué diablos ha pasado, desencantado.

Es lo que tiene la magia, 

2 comentarios :

  1. Plas, plas, plas.
    Aquí dejo un me ha chiflado.
    Y un beso para mi trilero favorito, de los que saben a magia sin trucos.
    ¿ Qué si existen?
    No.
    Pero literariamente quedan una maravilla.

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  2. Y después de leerte me pregunto para mis afueras ¿Cuántas parejas habrá que una de ellas aún es capaz de creer en la magia y la otra ya hace tiempo que perdió en algún rincón de la casa y/o de su vida la capacidad y la inocencia de pensar que sí, que aún existe?.

    Me copio de la guapísima vecina de arriba (smuaksssssssss) y me uno a su "me ha chiflado" (más chiflada de lo que ya estoy) (que ya es decir) (guiño).

    Besets Mago Glup!

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