jueves, 19 de febrero de 2015

Entonces llegó el festín del amor.

En tanto, convulsiva, ásperamente convalece mi freno,
sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
convalesco yo mismo, sonriendo de mis labios.
Cesar Vallejo.
Buenos días.

"Buenos días."


Hubo un día, aquel, en el que ya nada fue.
Desde ahí comencé a vivir en soledad.

No podía compartir el hastío, lo diferente, el miedo.

Sir irme, no estaba.

Supe, no sé cómo lo supe, que me habían engañado en los colores, lo verde era azul, lo rojo, amarillo y lo blanco una pura transparencia, se veía un más allá de ángeles daltónicos y dioses despreocupados.

También supe entonces, solo entonces, que nada tenía valor, que los números seguían un orden absurdo, que tres era más que siete, que el doce no existía, que el veinte lo habían inventado, que cero significaba la eternidad.

“Y eso, perdone la simplificación, ¿le ocurrió hace mucho?” 

Es posible que fuera una experiencia repetida, algo anterior, pero aquel día marca un principio, la salida, desde entonces nada de lo que ocurría me ocurría. Era actor y espectador, estaba y vivía pero no era, lo veía desde un estrado imaginario, apuntador sin libreto, director imparcial sin poder participar modificar lo que sucedía, aventurar lo que podía suceder.

“¿Y?” 

Entonces llegó el festín del amor. 

No puedo entrar en esa penumbra sin riesgo a contaminarme de nuevo.

“Siga”

No, por hoy es suficiente. 

Buenas noches.

“Pues vaya, me ha dejado usted con las ganas. Buenas noches.”




2 comentarios :

  1. Encarna C19/2/15 00:54

    Colores que no son y del 0 es la eternidad. Descrito inmejorable. Gracias por tus letras. Buenss noches Pedro.

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