martes, 3 de febrero de 2015

Breve historia censurada.



Estábamos tú y yo sentados en la cafetería del hotel.
Fuera llovía.
Pedí un gin tonic, cebollas y un plato de altramuces.
No sé qué es eso, señor- dijo el camarero.
No importa- dije – traiga una ración de perdiz escabechada.
El camarero se fue a la cocina meneando la cabeza.

Te miré, tenías alrededor de la cabeza una aureola, brillabas. Sonreías y nos besamos. Quise subir a tu habitación pero los pasillos estaban ocultos detrás de la maleza y decían que un tigre de ternura se había escapado en el segundo piso.

Fuera llovía aún más, los servicios municipales de limpieza achicaban agua en los sótanos del alma de las estatuas de próceres de la antigüedad apilados de mala manera.

Cerré los ojos y no estabas. Me inquieté. Pasó un señor vestido de negro con un maletín en la mano derecha. Pasó una señora vestida de rojo. Un hombre se hacía visible e invisible a intervalos, como una lámpara fluorescente estropeada. ¿Dónde habías ido?  

Un WhatsApp: “ven”.
Y fui.

Tú estabas detrás de la puerta 201, palpitante como una tórtola, desnuda como una reina, tan bella que embriagabas mis pasos atropellados…
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX



El resto lo ha censurado un anciano demente con un bolígrafo de colores. 


2 comentarios :

  1. Encarna c3/2/15 00:23

    Buenas noches Pedro. Anciano y demente. Un cuerno!, o tú lector es de marte. Me la voy a imaginar sin cesura...ale!!!

    ResponderEliminar
  2. Encarna c, sin censura ¿eh? Pues no se casan pero ese anciano (que sí lo ha leído entero) podría contarte más. Un beso.

    ResponderEliminar

Gracias por venir

Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com