miércoles, 19 de noviembre de 2014

Peces afligidos





De madrugada se nos empezó a morir el poema.
Una tras otra se borraban las letras de cada verso, se perdía el sentido, la esencia de la belleza, el poema desaparecía sin dejar estela.

Para intentar detener el proceso hurgamos en su interior, lo desmenuzamos como a un crustáceo, le añadimos cebolla bien picada, ajo, perejil y aromas de estragón.

Inútil, nada podía detener la descomposición silábica.

Tal era nuestro disgusto que en un desesperado intento de reanimar la voz, de rehacer el ritmo, nos metimos las palabras a la boca. Aún sin saber esos idiomas las declamamos en inglés, en euskera, en japonés, en ruso.

Miramos alrededor y a nadie parecía importarle.

Pero no nos resignamos, en un último y desesperado intento lo masticamos, nos lo tragamos, llegó a las tripas y... ¡alto ahí! el poema floreció, nos rompió el pecho y trepó por esta bitácora perdida en un rincón de esta red que nos tiene atrapados como a peces afligidos.





2 comentarios :

  1. Lo he leído varias veces. Porque para mi es una lectura excelente. Gracias Pedro

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  2. Como siempre, muy agradecido Encarna C.

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