jueves, 4 de octubre de 2012

Restructuración.


Se coge un individuo en salmuera y sin mucho miramiento se le saca al aire, a la intemperie, a la cegadora luz de la verdad, se le sopla en las orejas y a por el siguiente. Cuando el individuo eres tú la forma de mirar, la fórmula, difiere. No sé si sé pero lo sabré.

La vida va tan rápido que esta mañana, en el duermevela, soñaba con la habitación dónde empecé a trabajar, el cine era mudo, en glorioso blanco y negro, yo mismo era negro y alrededor pastaban los tiranosaurios. Esa habitación estaba vacía, alicatada de blanco hasta el techo y, qué curioso, a mi lado estaba la última persona con la que he trabajado. Heavy. Me he ido a caminar, como cada mañana, antes que salga el sol. Antes corría, antes hacía muchas, otras cosas.

Digo rápido y digo implacable. Ayer, paseando por la ciudad vieja me encontré con C. Me mira y a traición, abrupto, me informa de la muerte de ME. Me quedo atónito. Un infarto, murió en la calle. No sé qué decir. Amé tanto a ME. Qué terrible. Devastación, un drama, un horror. Y el sentimiento de culpabilidad por no sé qué (y eso es lo peor, no saberlo).

He trabajado toda mi vida, desde los 16 años. Pero en tierra ¿no? me preguntaron con acento gallego este agosto en Finisterre. Siempre hay alguien peor, alguien que empezó antes, que estuvo, está malamente.

Entré en 1985, 27 años de duro trabajo, de entrega, de pasión. Sí, claro, a fin de mes me pagaban. A lo largo de la pasada semana la empresa despidió entre 150 a 200 compañeros. El jueves tocaba Bilbao, a las 4 de la tarde aparece un desconocido y me propone un despido disciplinario, al ser improcedente pactado a cambio de una compensación económica. El plazo para decidirme era esa misma tarde, dos horas. Así, sin miramientos, lo tomas o lo dejas. Si lo tomas te vas a casa, si lo dejas te quedas con la espada sobre tu cabeza que lo mismo te corta el cuello día a día que te acaricia los testículos hasta que le partes la cabeza al espadachín y te vas a casa sin nada o la cárcel. Toma el dinero y corre. Se me hace raro pasear por las calles luminosas, llenas de gente, sin nada que hacer. Pero sí, aprenderé.

Señoras y señores, soy uno de esas 5.693.100 (en julio, ahora más) personas que están en el paro. Espero que por poco tiempo. Estoy como un pulpo en un garaje, en cualquier caso sobreviviré. Lo juro.

Ánimo a los que están como yo.

Agradezco las muestras de cariño recibidas, mucho.  

Besos para todos. 



2 comentarios :

  1. Vaya Pedro, lo siento. Te mando un abrazo y mucho ánimo.

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  2. El pulpo vive sólo un año y además come y defeca por el mismo orificio (boca=culo). Es cierto que si los dejas en tierra, al aire libre, se dirigen al mar.

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