miércoles, 26 de septiembre de 2012

Protocolo de la ingenuidad en Parker.

Hay cosas peores que 
estar solo 
pero a menudo toma décadas 
darse cuenta de ello 
y más a menudo 
cuando esto ocurre 
es demasiado tarde 
y no hay nada peor 
que 
un demasiado tarde.
(Bukowski)




Hubo un tiempo en el que Parker se comió el mundo. Empezó por Bilbao y de las almotacenías siguió alrededor, saltando fielatos, aquellas marcas amarillas en los mapas de la escuela, las aduanas con carabineros reconvertidos y las señales en aeropuertos de acá y sobre todo de allá. Fueron viajes desde el centro de su corazón a una periferia que nunca terminaba.

Acumuló historias, conocimientos, nombres, experiencia, alegrías, sinsabores, alguna tragedia, amor y desamor a partes iguales.

Volvió.

Pasó el tiempo.

Ahora lo sabe, se lo inventó, nada ocurrió, ninguno de esos recuerdos que mantiene como banderas en la colina. Por eso los sicarios del olvido se lo susurran simulando con sus manos un embudo de seda, los sayones de la negligencia emocional borran las huellas de sus dedos sobre la alacena que contiene las cartas que no escribió, que no recibió. Entre todos entierran los mastines muertos que defendían su torre de ceguera. Fue mentira, nada de aquello pasó.

Parker no comprende cómo ha podido mantener ese engaño consigo mismo y con los demás, simular ser un elegido, tener grabado en la frente el signo de los diferentes, pretender vivir en un paraíso sin tentaciones de serpientes arteras, inventarse episodios con perfumes de eternidad, adaptarse a la emboscada del lobo del miedo que acosa a la ausencia, romper las vasijas que contenían su dignidad.

No ocurrió nada de nada y entre las cenizas de su vergüenza es ese que mira con espanto las nubes negras, la tormenta que se acerca. 



6 comentarios :

  1. Que Parker le cuente su historia a Oliver Sacks. Por algo ¿lo sabes? inicias esta página con su nombre. Seguro que Oliver le dice que antes no mentía, o que es ahora cuando miente, o que nunca lo ha hecho. Sí, Sacks y Parker se entenderían: creo que a los dos les gustan las historias in-creíbles.

    Besos.

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  2. Ya, cristal00k, pero hay que despistar. Beso te

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  3. Magnolio, “el hombre que confundió a su mujer con un sombrero” es un buen título y también una curiosa anécdota de Sacks. Creo que no se inventa esos sucedidos tan raros.
    En el caso de Parker inventa o no inventa, según, pero mientras tanto se viene aquí everyday y se lo pasa de miedo. Besos

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  4. Y sin embargo
    demasiado lúcido.

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  5. Me gusta mucho el bodegón de la cabecera.

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