Se desliza la Ría con un mecanismo roto y el agua sucia, hay una arrugada sábana blanca en el muelle, hay estupor.
Se vistieron de resignación.
Aún suenan las campanas.
Firmaron la alianza con las incógnitas, conciliaron los pulsos, dejaron señales en el noray exacto, flores, números que suman, miel y frutas rojas.
Nadie les habló de esa escalera hacia un territorio oscuro, nadie les advirtió del húmedo presagio, del rictus, del instinto quebrado, de la fragilidad de la belleza.
Preservan la intimidad de la madera, la mirada al cielo, la sombra alargada del otoño que viene, la rabia.
¿Quién puede comprender algo así?
Anochece y en la Ría la pleamar está llegando a la marca de los ahogados.
Se vistieron de resignación.
Aún suenan las campanas.
Firmaron la alianza con las incógnitas, conciliaron los pulsos, dejaron señales en el noray exacto, flores, números que suman, miel y frutas rojas.
Nadie les habló de esa escalera hacia un territorio oscuro, nadie les advirtió del húmedo presagio, del rictus, del instinto quebrado, de la fragilidad de la belleza.
Preservan la intimidad de la madera, la mirada al cielo, la sombra alargada del otoño que viene, la rabia.
¿Quién puede comprender algo así?
Anochece y en la Ría la pleamar está llegando a la marca de los ahogados.
Título, texto, fotografía: un todo sencillo, triste y bello.
ResponderEliminarHoy tod@s nos hundimos un poco.
ResponderEliminarNos leemos
Dos escritos tristes seguidos.
ResponderEliminarSe me hace raro...
Besos, muiks.