domingo, 11 de abril de 2010

Agitabas pulseras en tus tobillos desnudos.


Y el rocío nos mordió de madrugada, los mastines espantaron el rebaño de goces, azafrán derramado en la mesa, flores secas y música ajada. 

La estancia era dulce y transparente, sentí tus manos acariciar las mías, busqué tu cuello con los labios y encontré la húmeda puerta de mármol, nos miramos y el vértigo nos anegó. 

Lloramos de tan felices.

Agitabas pulseras en tus tobillos desnudos.



Esta serie me parece extraordinaria.

3 comentarios :

  1. Suave como mecerse en una hamaca, con el viento delicado rozando los recuerdos con tus palabras, que lindo Pedro.

    Un biko bien grande que ajuste hasta que termin el domingo :D

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  2. ...se me rompieron las pulseras, de tanto usarlas

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  3. Ni el rocío, ni los mastines, ni lo derramado, ni lo seco ni lo ajado desvanecen los movimientos que originan cadencias cercanas.

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