jueves, 25 de febrero de 2010

Begoña.

…“pasar la vida con una elegante serenidad sabiendo que al final todo se disuelve en la nada”…

Begoña, tantos años bajando a Cádiz. Entonces no había autopistas, viajábamos de noche para evitar el calor, las niñas dormían en los asientos de atrás Parábamos a tomar café en ventas con gente inquietante y llegábamos justo a tiempo para desayunar en Carmona. Una vez pasado Lebrija casi se olía el mar, de ahí a Conil se nos hacía interminable. Tantos años de momentos deliciosos, ¿recuerdas?

Cuando las hijas se hicieron mayores dejaron de acompañarnos. Aguantamos dos veranos más y giramos el mapa. En Galicia también disfrutamos septiembres memorables. Era diferente, tú y yo solos, como novios, recorriendo las playas desiertas, bañándonos en aguas gélidas, extasiándonos con las puestas de sol. Allí nos llamó la mayor para decir que se casaba. Y la pequeña para anunciarnos que se marchaba a vivir a Londres. Solo volvían en Navidad y la vida cambió, tanto. Cómo me consolabas, Begoña.

En estas cosas pienso mientras vuelvo a Cádiz, un viaje nostálgico. No me riñas, ya sé que no ha sido buena idea pero estoy aburrido de esta soledad. Nuestros nietos estarían felices en la playa pero ni sé desde cuando no me visitan. Mi vista no es la que era y conducir de noche me está cansando demasiado. No sé qué quiero encontrar, tú dirías que sigo siendo un inconsciente. Lástima que ya no me lo puedes decir. Me duelen las piernas, creo que debo parar, me estoy orinando. No hay ni una casa, no sé para qué he venido, debería haber tomado la autopista, esta carretera es muy estrecha, iré más despacio. Te añoro tanto, Begoña y esas luces que se acercan me están deslumbrando, no…


11 comentarios :

  1. Kaixo,

    Nunca pensé verte pasear por el parquet de mi casa.
    Te debo una respuesta pero a su debido tiempo. Como nunca me aprobaron el carnet de conducir voy andando y me dejaste el tiempo de contestarte a la altura de tus labios.
    Espero pillarte afeitado y con loción :0))

    Besines ;)

    ResponderEliminar
  2. Una de tantas historias como la vida misma.

    Bikiño.

    ResponderEliminar
  3. Tienes el don de estremecer de emoción al lector y bueno, no te digo nada que eso ya lo sabes tú, de lo que produces en las lectoras.
    Sinceramente es lo que más debe de primar en un escritor, establecer esa comunicación con unos lazos tan fuertes, deberían tenerte envidia muchos. Enchangas Pedro, nos tienes. Escribe más por favor.
    Un abrazo lleno de besos de esos dulcitos.

    ResponderEliminar
  4. ui... jejeje... enchangas (voy a buscarlo por si existe) ENGANCHAS PEDRO, ENGANCHAS... jejeje
    disculpa.

    ResponderEliminar
  5. Pedro, menudo regalazo, lo acabo de ver, muchísimas gracias, millones de besos :-))))

    ResponderEliminar
  6. Si, si, la vida es mu bonita, pero tú te lo has cargao.


    ¿Qué regalo le has hecho a Mirada?

    Yo quiero otro, si es un periquito no, eh

    ResponderEliminar
  7. Joder, Pedro, joder...el final invisible del relato huele a precicipicio, chatarra calcinada y gasolina en el asfalto. En la escritura, el saber detenerse a tiempo es, como en la carretera, una virtud de sobrevivientes. Te envidio, Pedro, te envidio.
    Joder, Pedro, joder, qué buena pieza la que acabas de dejarnos...

    ResponderEliminar
  8. Buen texto y el regalo...una perdición, como el chocolate.
    Besos

    ResponderEliminar
  9. La vuelta a Cádiz era inevitable para retomar el camino adónde fueron los recuerdos.

    Relato de una vida, que define muchas vidas, en tres soberbios párrafos (un deleite cuando escribas ese libro).
    Impagable regalo para pasar mi vida ”con elegante serenidad”. Mil gracias.
    Montón de besos.

    ResponderEliminar
  10. me he quedado pasmado.
    no sabes cuanto me has tocado el corazon
    con tu permiso seguire por aqui leyendote.

    ResponderEliminar
  11. por cierto vengo aqui por nikte que en su ultimo post te menciona bastante

    ResponderEliminar

Gracias por venir

Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com