miércoles, 1 de julio de 2009

Cuento del Hada

Horacio era exaltado, llamado, concitado a la función del sacrificador lustral, y puesto que casi nunca se alcanzaban porque en pleno diálogo eran tan distintos y andaban por tan opuestas cosas (y eso ella lo sabía, lo comprendía muy bien), entonces la única posibilidad de encuentro estaba en que Horacio la matara en el amor donde ella podía conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel se enfrentaban iguales y desnudos y allí podía consumarse la resurrección del fénix después que él la hubiera estrangulado deliciosamente, dejándole caer un hilo de baba en la boca abierta, mirándola extático como si empezara a reconocerla, a hacerla de verdad suya, a traerla de su lado. (Rayuela –capítulo 5)


Ella era la Belleza, vestía lujosas ropas, vivía en un fastuoso palacio de cien aposentos con muebles de plata, caminaba sobre una nube dorada.

La miraba y mis ojos se inundaban de lágrimas de gozo, inclinaba la cabeza a su paso, tanto la amaba que sentía llegar la muerte cuando no me tocaba, la eternidad cuando me acariciaba.

Mi vida era ella, la respiración, todos mis sentidos, colmaba los días, borraba mis recuerdos, henchía mi corazón de magnífico futuro, la adorné de todas las gracias, toda la riqueza, todos los dones.

Así transcurrían los meses, como dentro de un cuento de hadas, en el centro del bosque mágico donde nos habíamos perdido, donde nos disfrutábamos.

Un día llovió, no demasiado, apenas una llovizna. Miré nuestro reflejo y ella no brillaba, sus ropas estaban mojadas, su palacio no era tal, la nube dorada se había desvanecido.

Arreció la lluvia y podía tocarla sin temblar, respiraba, miraba para atrás, adelante, mis orejas se llenaron de recuerdos, mi corazón latía sin sobresaltos.

Llegó la tormenta, un rayo cruzó el cielo y la vi, sin música, sin riquezas, una mujer, desnuda, no era bella, intentaba cubrir sus pechos, el sexo, con las manos.

Me liberé de ataduras y salí sin volver la cabeza. Me alejé y el bosque quedó lejos, muy lejos, la magia se iba diluyendo en cada huella.

Cuando estuve lejos respiré, mis pulmones se llenaron de dicha, estaba sólo y había sobrevivido al hechizo.

Entonces, libre, comprendí que la amaba, ay, la amaba.

Y supe que sería su esclavo para siempre.


22 comentarios :

  1. ya que tienes una buena bitácora, quizá pueda interesarte esto...,
    acabo de descubrirlo, te lo dejo por si puede interesrte.
    http://proyectotroyanos.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Alfaro, lo miraré, parece interesante.

    ResponderEliminar
  3. alfaro, la verdad, después de leerlo a fondo me surgen dudas.
    Demasiado bonito.
    Y postularme yo mismo me parece un poco presuntuoso.

    En cualquier caso agradezco mucho que me hayas asociado a ese proyecto.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Insignificante1/7/09 07:34

    Una de amores incrustados, de él o de ella:

    nunc gloriantis quamlibet mulierculam
    vincere mollitia amor Lycisci me tenet;
    unde expedire non amicorum queant
    libera consilia nec contumeliae graves,
    sed alius ardor aut puellae candidae
    aut teretis pueri longam renodantis comam


    Ahora me domina el amor de Licisco,
    que alardea de ser más refinado
    que cualquier mujerzuela;
    y de él no han de alcanzar a liberarme
    ni consejos de amigos ni graves contumelias,
    a no ser otro ardor por una bella chica
    o por un chico bien contorneado
    que recoge en un nudo su larga cabellera.


    Las tormentas aún están por llegar.

    ResponderEliminar
  5. Esas esclavitudes son peligrosas. ¿Dónde quedó la serotonina?
    Cuídate de los fenómenos de la naturaleza.
    Un abrazo soleado

    ResponderEliminar
  6. Muy bello.
    Hasta mediados de agosto, Pedro.
    Un beso con todo mi cariño.

    ResponderEliminar
  7. Oye, te quedô muy poético..;)
    Me gustô pero que mucho con màs.
    Estas cosas del querer, mira que dan de sî.

    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Andaba yo "distraído" últimamente y te tenía un poco abandonado... y me encuentro con este texto. Cuando llegué la próxima tormenta de verano pondré mis amores enmedio del jardín.

    un abrazo, maestro¡¡

    ResponderEliminar
  9. Creyó que la belleza eran sus lujosas ropas y que amaba su belleza. Tras la lluvia, al quedar ella desnuda, creyó no quererla al no verla bella. Cuando la abandono, descubrió que el no amaba su belleza, la quería a ella, ¿o solo lo creyó?

    Un placer leerte como siempre

    ResponderEliminar
  10. Eso de que las hadas se hagan pasar por feas y malas, no tiene ninguna gracia ¡jo!

    Un muy real cuento de hadas.

    Te abrazo.

    ResponderEliminar
  11. 1º- Estoy con el tal Horacio en que hay que matarla- es más- por esa causa yo me dejaría matar, aunque no se...eso de las babas...¿Podría ser sin babas?

    2º-Es el cuento de hadas más antihadas que he leído nunca.

    3º-Si desprovees a una mujer de su palacio y le insistes que la amas a pesar de que tenga las tetas como duraznos ,pero sin palacio, va la cosa jodida. Sin él no sabríamos a donde ir, es nuestra residencia habitual.

    4ª- último punto.
    No hallo la relación obligatoria entre pérdida de magia y realidad. Que me la busquen.

    Atentamente suya

    ResponderEliminar
  12. Espléndido, como tu espacio que sigo y frecuento.


    Saludos, Pedro

    ResponderEliminar
  13. Insignificante, Horacio también escribió cosas así

    Epodo VIII

    " ¿Te preguntas, hedionda, cargada de años, qué es lo que inhibe mi virilidad, cuando tienes negros los dientes y tu vieja decrepitud surca tu frente de arrugas, y tu asqueroso ano abre su boca entre dos secas nalgas? Claro! ¡Me excitan tu pecho y tus apergaminadas tetas, parecidas a ubres de yegua, y tu vientre flácido y tus flacos. Muslos pegados a tus hinchadas piernas! Sé feliz, que triunfales estatuas encabecen tu cortejo fúnebre y que no haya mujer casada que se pueda pasear rebosante de perlas más hermosas. ¿Qué más da que entre tus almohadas acostumbren a dormir librito estoicos? ¿Acaso mis nervios, que no saben leer, estarán menos fríos, o mi miembro menos lánguido? Para hacerlo salir arrogante de entrepierna tendrás que trabajar con la boca. "


    Y mira tú, ayer, aquí, cayó una gran tormenta

    ResponderEliminar
  14. virgi, me cuido todo lo que puedo, la verdad.
    Y solo tengo las esclavitudes soportables.
    El amor es una de ellas
    (Lo que cuento es/era más que amor)
    Un abrazo de jueves nublado.
    Lloverá

    ResponderEliminar
  15. Te voy a echar en falta Arantza G..
    Siempre eres muy amable conmigo y te lo agradezco.
    Pásalo bien.
    Un beso,

    ResponderEliminar
  16. eva-la-zarzamora, las cosas del querer, entre disfrutarlas/sufrirlas y luego rememorarlas dan para mucho, sí.
    Lo malo es...
    Bueno, esas cosas las cuento aquí
    Besos.

    ResponderEliminar
  17. De cenizas, Don L, ya decía yo, ¿dónde anda este hombre?
    Oye, qué manía con las tormentas, ya no sé a santo de qué viene.
    Un abrazo, campeón.

    ResponderEliminar
  18. Es así mi nombre es Alma.
    Es que amar a ella (o a él) por sí mismo es lo que es.
    Amarla por lo que parece no es.
    Pero en esos líos se van los días.
    Un placer que vengas a leerme.
    Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  19. gaia07, la Malvada Bruja del Norte era fea y mala.
    Esta hada mía era bella y buena.
    Hasta que llovió.
    Y vi.
    Y es que a veces va uno muy ciego.
    (O se pone una venda en los ojos)
    Te abrazo más rato.

    ResponderEliminar
  20. Bella Nikté.

    1º- Horacio es el protagonista de Rayuela (claro), que es, por cierto, siempre, mi libro de referencia, mi preferido, el top.

    2º-Es que hay hadas muy brujas.(si yo te contara).

    3º-lo de las tetas, ya ves, siendo importante, a muchos no les importa si tiene un buen palacio. Aunque según tele5, sin tetas no hay paraíso.

    4ª- último punto, la pérdida de magia te lleva a la realidad y ahí, amiga mía, se confunden los caminos (unos van pa´l norte y otros van pa´l sur)

    Atentamente tuyo para lo que gustes mandar.

    ResponderEliminar
  21. Gracias ángel, muchas gracias.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  22. (Continuación)
    "Sombras de pena"

    "¿Tanto me queréis que no me dejáis, que tanto me maltratáis?[...]
    No, nunca sabrá nadie de esta sombra, sombra yo mismo de mi pena. No sabré nombrarte. Nombre no tienes. Amarrado con tu cadena estoy en un portal`por donde no hay consuelo que pase... Te quiero tanto que de ti no me deshago, en mis huesos te llevo, sombra de mis huesos eres y donde está tu presencia está enterrada mi esperanza.
    Déjame, digo llamándote. Vete corriendo tras de ti. Sombra de eterna pesadumbre". (Continuará).

    ResponderEliminar

Gracias por venir

Mi foto
Bilbao, Euskadi
pedromg@gmail.com