martes, 31 de marzo de 2009

Sé que no leerías un poema en mi funeral


Sé que no leerías un poema en mi funeral. No ahora. Tampoco dentro de treinta años.

Entre las violetas fui herido...

Un poema que se burlara del cielo y del infierno. Esas cosas no son habituales. No en damas como tú.

La deshora...

Sería un escándalo para mis amigos. Si aún quedara alguno vivo. Y para tus hijos.

Caído del caballo de la dicha...

Por eso léemelo ahora. Con voz queda. Luego me iré, despacio.

Y ella, suave, recita a Borges:

“Para siempre cerraste un puerta y hay un espejo que te aguarda en vano...”


18 comentarios :

  1. Y la pena de perderte
    no impedirá recordarte
    y mi corazón sangrante,
    nunca podrá olvidarte...
    Besos cargados de vida.

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  2. Espero que nadie lea nada en mi funeral, mas que nada porque no quiero funerales...

    Besicos

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  3. Siempre podré darte
    otra postura más cómoda.

    Fundarte en otro rincón,
    gemirte más allá de los corrales,
    angustiarme por tu declive,
    o reírme en tu silencio.

    Siempre éso y más,
    porque aunque los pernios
    chirríen y herrumbrados estén
    las puertas nunca agonizan.


    Joder lo que dicen algunos poetas.

    Besos dobles que antes no te los di.

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  4. Eso dicen todas Arantza G.
    Y luego…

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  5. Hay un dicho popular Belén, al burro muerto la cebada por el rabo.
    Yo tampoco (pero…)
    Besicos

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  6. Mira Ventana indiscreta, Neruda, decía


    Hay cementerios solos,
    tumbas llenas de huesos sin sonido,
    el corazón pasando un túnel
    oscuro, oscuro, oscuro,
    como un naufragio hacia adentro nos morimos,
    como ahogarnos en el corazón,
    como irnos cayendo desde la piel del alma.

    Hay cadáveres,
    hay pies de pegajosa losa fría,
    hay la muerte en los huesos,
    como un sonido puro,
    como un ladrido de perro,
    saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
    creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

    Yo veo, solo, a veces,
    ataúdes a vela
    zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
    con panaderos blancos como ángeles,
    con niñas pensativas casadas con notarios,
    ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
    el río morado,
    hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
    hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

    A lo sonoro llega la muerte
    como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
    llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
    llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

    Sin embargo sus pasos suenan
    y su vestido suena, callado como un árbol.

    Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
    pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
    de violetas acostumbradas a la tierra,
    porque la cara de la muerte es verde,
    y la mirada de la muerte es verde,
    con la aguda humedad de una hoja de violeta
    y su grave color de invierno exasperado.

    Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
    lame el suelo buscando difuntos;
    la muerte está en la escoba,
    en la lengua de la muerte buscando muertos,
    es la aguja de la muerte buscando hilo.

    La muerte está en los catres:
    en los colchones lentos, en las frazadas negras
    vive tendida, y de repente sopla:
    sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
    y hay camas navegando a un puerto
    en donde está esperando, vestida de almirante.

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  7. Mira, Pedro, Dámaso Alonso decía:

    Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
    A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
    y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
    Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
    Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
    por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
    por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
    Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
    ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?


    Y oye, que yo soy muy humilde y no entro en liza ni con el descomunal Neruda ni con el sabio académico Dámaso.

    Los besos ahora te los doy con veneno a sabiendas de que los tuyos no tienen antídoto (¿o sí?).

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  8. Te deje un cerrojo en mi cuaderno, es de Navarra, en Oronoz, la entrada al señorío de Bértiz.

    Besos.

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  9. Mi querida y visitada Ventana indiscreta, vayamos por partes.

    1º El cerrojo. Muchas gracias.

    2º El poema. De Blas de Otero (bilbaíno, mira)

    Ahora
    voy a contar la historia de mi vida
    en un abecedario ceniciento.
    El país de los ricos rodeando mi cintura
    y todo lo demás. Escribo y callo.
    Yo nací de repente, no recuerdo
    si era sol o era lluvia o era jueves.
    Manos de lana me enredaran, madre.
    Madeja arrebatada de tus brazos
    blancos, hoy me contemplo como un ciego,
    oigo tus pasos en la niebla, vienen
    a enhebrarme la vida destrozada.
    Aquellos hombres me abrasaron, hablo
    del hielo aquel de luto atormentado,
    la derrota del niño y su caligrafía
    triste, trémula flor desfigurada.
    Madre, no me mandes más a coger miedo
    y frío ante un pupitre con estampas.
    Tú enciendes la verdad como una lágrima,
    dame la mano, guárdame
    en tu armario de luna y de manteles.
    Esto es Madrid, me han dicho unas mujeres
    arrodilladas en sus delantales,
    éste es el sitio
    donde enterraron un gran ramo verde
    y donde está mi sangre reclinada.
    Días de hambre, escándalos de hambre,
    misteriosas sandalias
    aliándose a las sombras del romero
    y el laurel asesino. Escribo y callo.
    Aquí junté la letra a la palabra,
    la palabra al papel.
    Y esto es París,
    me dijeron los ángeles, la gente
    lo repetía, esto es París. Peut-etre,
    allí sufrí las iras del espíritu
    y tomé ejemplo de la torre Eiffel.
    Esta es la historia de mi vida,
    dije, y tampoco era. Escribo y callo.

    Blas de Otero


    Y con esto doy hoy por finalizado el intercambio de poemas
    Ya.

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  10. Pedro, Jose Luis Hidalgo, santanderino, y concluyo:

    ANTE EL MUERTO

    Esta piedra del tiempo que me apresa
    el corazón desnudo y lo detiene,
    es solo eternidad, agua parada
    en el mundo, sin sombras, de la muerte.

    Sin noches y sin días, se va alzando
    como el cuerpo de Dios, y en ella crece
    el dolor de los hombres, con sus ciegas
    y dolorosas formas que perecen.

    Es triste levantarse, con el cuerpo
    como una antorcha viva, y encenderle
    con la carne mortal, en las estrellas
    de su cielo impasible y transparente.

    Y es triste caminar, siempre en su noche,
    con esta pobre luz, que se nos muere
    apenas ha nacido y que se quema
    como un breve relámpago celeste.

    Yo no quiero morir, como tú has muerto,
    sobre la tierra dura, oscuramente.
    Quiero brillar con las estrellas, alto;
    jamás descansaré, arderé siempre.

    Besos.

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  11. Una bonita manera de irse, oyendo la voz de ella con la rima musical de Borges.

    Un beso, genio (eyyyyy de sabio)

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  12. Como le he dicho a otra amiga bloguera que se acordaba de sus 20 años idos para siempre, traidora primavera. Pero es cierto, ahora, este momento, ya es irrecuperable y una paso más hacia ella, la que no sé si tendrá su rostro.
    Un beso.

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  13. gaia07, ¿cómo sabes que tengo genio?
    Aunque cuando me recitan me calmo.
    Como a las fieras, la música me amansa.
    Un beso.

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  14. Bel, ¿20 años? ¿qué es eso? ¿tuvimos alguna vez 20 años? ¿quiénes somos? ¿blog? ¿primavera?¿qué hacemos aquí?

    Un beso.

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  15. Te he visto en el pre-morten...
    Tienes una hija genial, claro, no podría ser de otra manera.
    Enhorabuena a los dos, por ser así. Graciñas por alimentar la imaginación cada día.
    Miles de besos.

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  16. Gracias también por esto, Mirada.
    Realmente me miras con ojos cálidos.
    La imaginación es gratis y ayuda a llevar lo inimaginable.
    Un solo beso pero larguísimo.

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  17. Demasiadas preguntas de muy muy difícil respuesta. Por eso sólo, otro día y otro abrazo.

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Gracias por venir

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