Los cuatro idiomas femeninos (fragmento)
"Las jovencitas de mi época -poco antes de que la tierra natal se liberara del yugo de la colonia-, mientras que el hombre sigue teniendo derecho a cuatro esposas legítimas, contamos con cuatro idiomas para expresar nuestros deseos, antes de jadear: el francés para la escritura secreta, el árabe para nuestros sofocados suspiros hacia Dios, el líbico berebere cuando imaginamos volver a encontrar a nuestros ancestrales ídolos maternos. El cuarto idioma, para todas, jóvenes o viejas, prisioneras o semiemancipadas, sigue siendo el del cuerpo, que la mirada de los vecinos, de los primos, pretende hacer sordo y ciego, puesto que ya no pueden encarcelarlo por completo; el cuerpo que, en los trances, danzas o vociferaciones, en accesos de esperanza o desesperanza, se rebela, busca, como analfabeta, en cuál orilla está el destino de su mensaje de amor. "Assia Djebar (Argelia, 1936)
Quiero darte la risa,
el claro saber
de lo que hay, suma
de ayer, ausencias,
una pizca de miedo.
Y la esperanza.
Hoy.
Deseo que la tragedia,
-el tiempo-, no cambie
la alegría, ni la luz.
Que deje inmóvil
la mirada, el momento,
las ganas de vivir.
Ahora.
Digo esto pero no espero a nadie, ni a mí mismo, un cordón de angustia ciñe la esperanza, me escondo tras el brezo con los párpados huérfanos de lágrimas, con la imagen de un niño en la mirada, sin saber ya qué digo, si un desobediente duelo… y según escribo esto pienso que no tengo derecho a elucubrar así sin más motivo que llenar cada día este rincón de mi orgullo, de una absurda tarea de decir sin decir, de flores sin olor, de juegos de manos, abracadabra, nada por aquí, nada por allá, pero un (buen) poema no sale de una chistera y se necesita un dolor real, un gozo, un estremecimiento que se traduzca en versos que hieran el alma, no solo palabras, no acumular días por estar aquí, sin más… Mañana sigo, tengo hora con mi psiquiatra.
Voy... Si no se vive al borde del abismo de vez en cuando; es posible imprimir a tus palabras todo el sentimiento que cada uno de nosotros percible? Vuelves a superarte. Hoy me pareces fantástico. Sigue.... Sueña... Mañana mas...Bicos
ResponderEliminarP.D.: A que especie perteneces?
Me gusta mucho el poema, sí, mucho, en cambio la floresta de hoy...
ResponderEliminarGracias.
Si tú me dices ven, lo dejo todo.
ResponderEliminarLobito, a la especie de las personas normales.
ResponderEliminarMuy a mi pesar.
Ya me gustaría pertenecer a otra.
Y de abismos nada.
Solo trabajo (bastante abismo es)
Buenos días, muchos besos.
alfaro, si algo no te gusta dímelo y lo cambio al momento.
ResponderEliminarQue no te falte de ná.
Pide por esa boquita.
Muchas gracias.
Єѕтnoм.
ResponderEliminarVen
voy y vengo
ResponderEliminarsoy y siento
beso otoñal de sol reluciente
Pues... ese es uno de ellos, el abismo no tiene puertas ni ventanas.
ResponderEliminarMuchos besos para disfrutar de este magnifico dia frio y soleado.
Igual nos vemos en la sala de espera..
ResponderEliminarun abrazo.
Muy intenso.
ResponderEliminares bueno tu psiquiatra? ;)
salu2
marina, eres.
ResponderEliminarBeso admirado.
LOBITO, cierto.
ResponderEliminarGracias por los besos.
No creo, De cenizas, es una consulta muy discreta.
ResponderEliminarAbrazo.
^ Anti-Yo ^, no.
ResponderEliminar(tú misma puedes comprobarlo por lo que escribo)
Saludos.
Una palabra cualquiera, un gesto, un sonido, puede inundarnos de sensaciones.
ResponderEliminarLas tuyas provocan algunas, y respuestas que a veces ni entiendes, dices.
El absurdo, la falta de razón y lógica, es tan humana como el humor. De ninguna de ellas adoleces.
Sigue, retorna, acomódate, explora, reflexiona, especula, medita y escribe. Tienes el beneplácito de los que acudimos a diario a saberte.
Abraza un árbol y observa las nubes, tratamiento eficaz y sin coste alguno.
Un abrazo muy fuerte.
gaia07 claro, es que todo eso que dices sucede, a veces, sin conocimiento del emisor.
ResponderEliminarY es que hay algunos emisores que no se enteran.
Sobre todo en otoño (ya sabes, el frío, una vaga tristeza, el cambio de la hora, las acciones de Lehman, la progresiva caída de las hojas de los árboles, la falta de estímulos visuales, el aburrimiento, en fin)
Con todo, este emisor emite, digo escribe, digo agradece tus comentarios, mucho.
Si no te parece mal, no abrazaré a ningún árbol (no mientras haya señoras apetecibles, como tú). Además siempre me recuerda a un antigua amiga que se enamoró de un roble, por las tardes se abrazaba a su tronco y lloraba. (va, tranquila, se curó)
Abracísimos.