Mi vecino es amable. Nutzi Oreva Prim parece que es soltero. Yo le miro y le miro cuando sube la escalera con paso alegre y distraído. Oreva Prim es muy guapo, pero es mayor que yo. Mi madre dice que los hombres mayores siempre, quieren aprovecharse. Yo no creo. Oreva Prim me regala chocolates y es muy bueno: también le da miguitas a las palomas. Me dijo que esta tarde subiera a verle porque tiene un libro con estampas y más chocolates. No pienso decirle a mi mamá. (Samuel Fontana)
Sentado en la playa, abrazado a tres gaviotas que pugnan por volar.
O sumergido en un mar bravo de relojes, péndulos y pararrayos.
Braceando en un lago de ginebra.
¿Por qué no decirlo?
Ella nunca supo los poemas que escribí cuando bebía.
Antes del diluvio, el diluvio que hundió mi arca.
O sumergido en un mar bravo de relojes, péndulos y pararrayos.
Braceando en un lago de ginebra.
¿Por qué no decirlo?
Ella nunca supo los poemas que escribí cuando bebía.
Antes del diluvio, el diluvio que hundió mi arca.
(Un solo de saxofón de Johnny Hodges).
Atónito.
Con gritos que salen de los más íntimos paisajes de la memoria.
Dentro de una noria de engaño que nos viste de insomnio.
Pintando susurros nocturnos con colores húngaros.
Vagando en el desierto de sus alas turbias, como clara es su vida.
No, no la mováis!
(Un cartero subiendo por el camino.)
Te admiro por lo que escribes, Pedro.
ResponderEliminarGracias por todo lo que compartes.
Besos, muchísimos...
Parece que las mariposas, la ginebra y la memoria en soledad, no forman buen cocktel....
ResponderEliminarEnhorabuena por tu publicación, tu cuento es realmente hermoso.
Un beso y un aleteo de libélula
ondina, y ahora, ¿qué te digo?
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por leer lo que escribo.
Y besos, claro.
ana p., no hay ginebra, ni soledad.
ResponderEliminarMariposas y memoria sí, en gran cantidad.
El cuento, sí, la verdad que me salió bien (modestia aparte y eso)
Besos de señor nada libelulado (aunque tampoco importaría).
Mi querido enmascarado... seguiré sin descubrir tu rostro.
ResponderEliminarHa sido justo, para el Arte, que se sepa de tí, de tu talento. Somos muchos tus seguidores diarios, fieles y constantes. Tu entrega y tu talento, deben ocupar un lugar... justo y merecido. Te animo a seguir apostando por hacer del escribir algo más que un divertimento.
Dulces besos. Bendita tecnología que te descubrió a mis ojos.
He de averiguar que colores húngaros son esos, para pintar mis susurros cuando te los escriba aquí. Besos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu cuento, querido amigo, y la verdad es que es un privilegio compartir espacio contigo y un verdadero placer. Como que me aletean mariposas azules por todas partes. Un beso enorme.
ResponderEliminarMi delicia...
ResponderEliminarSe nota el sabor a ginebra y saxofón en tus versos.
ResponderEliminarNada de moverla. Basta mirar.
Y leer.
Un abrazo.
Carmen, he intentado contestarte a este comentario.
ResponderEliminarSi debo añadir algo estoy a tu disposición.
(Y soy capaz de bajar a Cádiz andando)
Besos agradecidos.
gaia07, son colores brillantes, ilusionados, nítidos, auténticos.
ResponderEliminarPero ya no los venden en las farmacias. Lástima.
Besos.
Isabel Romana, lo mismo digo (o parecido, que tú lo dices muy bien).
ResponderEliminarQuizás un día nos encontremos en Roma, en Valencia o paseando junto a la ría de Bilbao.
Ese día no quiero que estés tan seria.
Un beso entre admirado y entrañable.
(tengo también de los otros, más canallas. Tú escoges)
Nikté
ResponderEliminarMi tesoro...
Leches ybris, me tenías preocupado.
ResponderEliminarComo me tienes tan mal acostumbrado, cuando no vienes un día o te retrasas en tu rutina me agobio (¿qué le habrá pasado a este hombre?
En fin.
Ah, no tomo ginebra (un vino de vez en cuando), ni toco el saxofón (solo lo escucho)
Un abrazo.