viernes, 31 de julio de 2020

Hijos



En la vida se puede ser muchas cosas, algunas son sencillas, otras no tanto.
He sido muchas cosas.
Aún soy algunas, otras me han ido abandonado, han venido nuevas.
Entre las cosas que soy escojo en lugar preferente ser padre.
Mi hija y mi hijo.
El amor.
Estaréis ocupados en hacer algo o en hacer nada.
Solo quiero compartir con vosotros que sin mis hijos sería un aburrido señor mayor gris, con ellos soy un estimulado señor mayor de todos los colores y con inmensas ganas de seguir cambiándolos.
Seguir siendo,  lleno de ilusión.
Qué bien.

jueves, 30 de julio de 2020

Siglo 3


Sigo escribiendo textos llenos de ruidos discordantes, no tengo ni idea de donde me salen las palabras. Hay hasta quién cree que es mi vida. Me quedan medio...medio, pero los cuelgo aquí, expuestos a la benevolencia de los que cambian lecturas bajo los arcos de la plaza Mayor, sobre todo cuando hace calor, los sábados no.

 

Lo habitual.

 

Avanza julio, aquí (en mi aquí) nos va a llevar el viento, eso sí volaremos con mascarilla, calles abiertas/cerradas, carreteras colapsadas los fines de semana, lío de tráfico, ir de acá para allá, confusión de prioridades. Que no nos confinen.

miércoles, 29 de julio de 2020

Siglo 2


Dorothea Lange


Unos meses atrás quise cortar los hilos dorados y no tenía tijeras. Me vestí de maldito, me hice un adicto a los naufragios, un chico hard, un hombre soft encerrado en una caja de cartón, un bicho disfrazado de negro que hociqueaba en el charco de su propia ansiedad. Intenté un suicidio (simbólico) como Nerval, con un cordón blanco parecido a la liga de la reina de Saba, lo deseché al no encontrar ninguna mercería de guardia, no tenía cordones. Capítulo cerrado

martes, 28 de julio de 2020

Siglo 1





Un día, en otro siglo,  pensé que escribir(le) era una manera de acercar(le) mi(s) sentimiento(s). A eso me dediqué mientras la luna decidía los ritmos de la pleamar que plancha las playas. El espejo detrás de la cortina, mi corazón en la nevera (aterido), mi cabeza de viaje (más allá del fin de la tierra) alrededor caían meteoritos y no tenía paraguas. En este siglo ya nada de aquello tiene sentido.

lunes, 27 de julio de 2020

Juan Rulfo


Dice que ella escondía sus pies entre las piernas de él. Sus pies helados como piedras frías y que allí se calentaban como en un horno donde se dora el pan. Dice que él le mordía los pies diciéndole que eran como pan dorado en el horno. Que dormía acurrucada, metiéndose dentro de él, perdida en la nada al sentir que se quebraba su carne, que se abría como un surco abierto por un clavo ardoroso, luego tibio, luego dulce, dando golpes duros contra su carne blanda; sumiéndose más, hasta el gemido. Pero que le había dolido más su muerte. Eso dice.

domingo, 26 de julio de 2020

No espabilo



Leo lo que dejé en el blog y me da un punto de reparo. No soy escritor, solo me gusta escribir, lo hago con dedicación (escribir también), dedicándole tiempo y energía, sentimiento y recuerdos (etcétera).
Es arriesgado porque cualquiera puede entrar a leer y pensar/decir que es una porquería sensiblera o absurda o pobre o que le sobran (o le faltan) comas o que a quién se le ocurre o que vaya atrevimiento. Tengo mal carácter para las críticas (además me deprimo y me entran temblores, inseguridades y una pena…)

Me da reparo porque abre en canal mis sentimientos, mis emociones íntimas, me desnuda y soy muy pudoroso para casi todo porque me han educado en no demostrarlas (las emociones), en ser un tipo duro que se encara con cualquiera y estos no, estos escritos tienen sangre y lágrimas y risas y un poco de técnica (espontánea, no memorizo, la edad) y salen como salen, pero salen a raudales, aquí están.

En un periodo en el que alterné con gente pija, estrechos de cabeza, de pensamiento, de corazón, de modales, me invitaron a una fiesta de cumpleaños. Escribí un texto para la homenajeada. Le gustó. No sabía que escribías –me dijo- te hacía más en el gremio de saltimbanquis, de titiriteros, de volatineros. Jamás me han hecho mejor elogio. Le tiré a aquella tonta del culo, como sin querer, un gin-tonic por su vestido de marca  y cambié de grupo de amigos (la verdad es que despacharon con malos modos).

Aunque aquí nunca dejo fotografías en las que se me vea la cara, siempre tengo el temor de que me la partan en cualquier lado por presuntuoso e inconsciente (aunque no creo que se atrevan). Por eso siempre camino por el lado oscuro de las calles y me alboroto en las esquinas y escucho pasos y veo ojos y ya no voy armado, tranquilos.

En fin, queridos/as míos/as, que me da apuro (a veces, solo a veces) los escritos que aquí dejo. Pasa el tiempo y no espabilo. 

sábado, 25 de julio de 2020

Parker y su yo.



A principios de este año Parker lo tenía claro (no del todo), hacía lo que hacía para que le quisieran. Temía que en realidad se había convertido en alguien que no era él sino uno que buscaba aprobación, integración, reconocimiento y cariño (amor en algunos casos).

 

Cuando vives así mucho tiempo es posible que en algún momento, por ejemplo al mirarte al espejo, no te reconozcas. Parker decidió que algo debía cambiar en su conducta, en su manera de ser para los otros. Empezó a buscar su propia aprobación pero la falta de costumbre le hacía confundirse y había veces que era él y otras que no, que era un señor de bigote. En resumen, que tenía un problema de personalidad de libro.

 

¿Qué hacer? Recurrió a la ayuda de un afamado psiquiatra que le hizo verse por dentro como nunca se había visto, su él, el ello. Varias sesiones después y varios cientos de euros menos Parker, por fin, supo quién era, quién es.  Pero, ay madre, como dice el dicho, ha sido peor el remedio que la enfermedad, Parker no se gusta nada, se tiene manía y entre el confinamiento y ese yo incómodo lleva desde el 14 de marzo sin salir de casa. Por cierto, ha escondido los espejos y los teléfonos. No le llaméis.

viernes, 24 de julio de 2020

Plaga


Ahí viene la plaga me gusta bailar y cuando estoy rockanroleando eres la reina del lugar, que cantaba/gritaba corriendo por la ribera, contando con cuidado los kilómetros, tratando de engañar mi edad, el tiempo. Iba a la mío pero las vi,  esferas de colores, un tamaño entre pompa de jabón y  pelota de golf,    verdes, amarillas, azules, a veces una roja, pocas, saltaban de aquí para allá. Un fenómeno sorprendente, curioso, qué cosas tiene la Naturaleza, el cambio climático, no sé dónde vamos a parar (pensé).
Al llegar a casa lo comenté. Eso es cosas de los chinos, el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo – dijo mi mujer. Ya,  no tienen los chinos otra cosa  que hacer, con lo lejos que está China, ¿cuántos chinos habrá en el mundo? – dije yo. Me asomé al balcón, ahí estaban, las esferas saltarinas, por el aire, cuando una roja chocaba con una de otro color, esta se volvía roja. Qué curioso.
Al día siguiente salió en el periódico: ¡Plaga de esferas!, hay muchas pero no se preocupen el Presidente hablará a la nación. Y habló. ¿Ustedes recuerdan los Diez Mandamientos?, la película digo, allí Charlton (Heston)  mataba un cabrito y con su sangre pintaba el marco de la puerta de su casa, así no entró la plaga verde, la marea de muerte por las calles egipcias. Pues bien, ¡compren cabritos!
Me compré dos cabritos, a buen precio. Aunque había perdido esa habilidad, los maté a cuchillo, un estropicio, las paredes de la cocina salpicadas con vísceras, mi cuñada desmayada, mis hijos llorando, una pésima recomendación. Con un hisopo embadurné  con la sangre el marco  de la puerta de mi casa. No pasarían.
Dos días después, desde la ventana, entre los visillos, vi que había más esferas rojas, daba miedo, oiga. La televisión: ¡Sigue la plaga!, el Presidente se dirigirá a la nación, hoy. Y se dirigió. Seguro que ustedes recuerdan aquella película de Charlton (Heston)  que se casa con Eleanor (Parker) por poder o para poder o algo,  que tenía una plantación de no sé qué en América (del Sur) y sufre un ataque de millones de hormigas, la marabunta, una plaga. Bueno, pues para evitarlo da fuego a la plantación y se salva. ¡Prendan fuego a todo!   
Soy un buen ciudadano, di fuego a mi casa, purifiqué los muebles, la televisión, mi coche, qué les voy a contar. Aquí estamos, todos los vecinos, en mitad de la calle, con lo puesto. Alrededor miles de esferas rojas van y vienen como bolas de pinball. Hemos comprobado que cuando rozan  a alguna persona, la piel se le pone roja y estornuda, tose, le sube la temperatura corporal. Un problema.   
Han pasado una semana, las esferas han engordado, todas son de color rojo, es lo único que veo  desde aquí, gordas esferas rojas, estornudo sin parar, mi familia creo que está por ahí debajo, el Presidente no dice nada. En fin, paciencia, sigo cantando eso de ahí viene la plaga me gusta bailar.  

jueves, 23 de julio de 2020

Vaguedades



Un poema tiene sus reglas: hace sentir –dolor, calor, frío, gozo, pena, alborozo, piedad, sí, no , indiferencia- al que lo lee.

 

Un cuento tiene que atrapar al lector de las tripas, envolvérselas por el cuello y ahogarle hasta la última línea.

 

Una página aquí colgada no es una herramienta engañosa, no es un juego, no es un artilugio de triturar minutos, no es una ventana a un solar baldío, no es un escenario para el aplauso.

 

¿Qué es? ¿Sabes cómo definirlo?. 

 

No, no me atrevo. Tal vez sea una forma de resistencia, la rebeldía ante la sombra de la puta dama enlutada, una búsqueda en las huellas, un atisbo de mañana, un inocente, baldío y esforzado ejercicio artístico. Absurda fe en lo que uno hace.

 

Quizás en este limitado espacio de tiempo –ahora-, adornado con el color de nuestros días, esta invitación a mirar a los otros, espejo, New York, selva, mentira, lo cierto, sea una sutil manera de ver la desnuda necesidad de ecos, ojos, orejas, de sentirnos queridos y querer, de comprobar, en fin, que estamos vivos.

 

Algo así.

miércoles, 22 de julio de 2020

Juan-Eduardo Cirlot


El simbolismo del color suele proceder de uno de estos fundamentos: la expresión inherente a cada matiz, que se percibe intuitivamente como un hecho dado; la relación entre el color y el símbolo planetario a que la tradición lo adscribe; finalmente el parentesco que, en lógica elemental y primitiva, se advierte entre un color y el elemento de la naturaleza, reino, cuerpo o sustancia, que acostumbra presentarlo, o que lo presenta siempre en asociación indestructible y capaz por lo tanto de sugestionar para siempre al pensamiento humano.”
- “Diccionario de símbolos”,
 Juan-Eduardo Cirlot

martes, 21 de julio de 2020

Plaga



Muchas gracias a Mayte Gutiérrez por invitarme a participar en el número 6 de Cosas Insignificantes
Es un placer y un honor.




Buenos días/tardes!! Por fin tenemos lista la nueva edición de la revista en formato digital, disponible para descarga en nuestra web.

Desde aquí agradecerles a todos por su paciencia y colaboraciones, esperamos que la disfruten tanto como nosotros!!!

Estén pendientes, porque se irán publicando en las redes los artículos.

Enlace de descarga directa a la revista: https://url2.cl/JWXVq

No olviden seguirnos en Instagram @cosasinsignificantes y en nuestra página www.cosasinsignificantes.com

Buen día para todos!!!

lunes, 20 de julio de 2020

Anne Bancroft (3)



...el aire de un hotel de tercera, ropa tendida en el patio, encuentro apresurado después del vermouth, por la autopista cercana atronaban camiones, la vecindad no era alegre, el deseo como un perro arriba y abajo de nuestros cuerpos tendidos, nos deseábamos tanto que las venas del cuello se hinchaban de brutal nostalgia cuando estábamos separados.

 

Era cuando me recordaba a Anne Bancroft.

 

Después se hizo la noche y no volvió a amanecer. Entonces fue cuando supe que todo había sido un exceso, un error en la geografía desmesurada de la nostalgia. Palabras sin sentido, sin miel, basurero de palabras, la tristeza vestida de negro con un clavel en el borde de la mantilla, la certidumbre de la muerte sentada frente a mí, mirándome, como aquella noche del hospital, límite de los días, impaciencia de la nada.

 

Lejos, todo está lejos, solo está cerca el mortal aburrimiento de no verla, la imagen de sus bragas negras sobre la piel blanca de diciembre y un mensaje en el contestador que no debo borrar para espanto de los sábados que se llenan de sentimiento no controlado, cuando lloro mansamente sobre el mantel de ahora...

domingo, 19 de julio de 2020

Anne Bancroft (2)



…ya no, ya no invoco el pasado, es inútil, es absurdo, ella está pero no es ella, es otra, no sé quién es esta mujer, una copia, alguien parecido a quién era pero de otro color, por dentro, cáscara que no encierra a la que fue.

 

Las sábanas arrugadas que me empeñaba en doblar, el resplandor de su rostro en Tarragona, aquella habitación con las contraventanas de par en par, el brillo de la luna nueva nadando sobre nuestros cuerpos temblorosos entre caricias y susurros. Ella sudaba como una niña asustada, encunada entre mis brazos que no podían dormir y el péndulo del destino oscilaba entre su sí y mi no.

 

Hermosura de la tristeza, belleza en la suma de momentos compartidos, ella apoyada en la pared, mi lengua surcándola en íntima ascensión, las yemas de los dedos jamás se serenaban allí donde se rompían los manantiales aunque ella no se permitía el goce más allá de lo mecánico, dique de profundidades, comentarios quincenales en París, qué digo, qué sé ahora…

sábado, 18 de julio de 2020

Anne Bancroft



En la hora justa posterior a la renuncia, entre un revuelo de lirios y jilgueros, pensé en la estructura de ADN del recuerdo de aquella que tanto se parecía a Anne Bancroft. En las uñas del alma aún tenía clavadas las astillas de los besos en la curva de las caderas de la que era su doble. No ahora, quizás, sí en un tiempo pasado del que confundo los números y las realidades.

 

Me decidí al fin, armado con los aperos del lenguaje de los mudos, en plasmar los recuerdos en gestos y muecas, en violento silencio, la frente contraída, la mirada errada, la lengua acariciando los dientes en la boca seca, labios fruncidos.

 

Miré y no estaba.

viernes, 17 de julio de 2020

Quejica




Aquí, antes, me comentaban los comentarios, la portada, el tamaño de las letras, el brillo de la plata, la música de otros, los ángeles que pasan sin quedarse. Ahora no pero sigo aquí, eo,   ¿me ves? ese que hace señales desde el escenario, soy yo ¿se me escucha en las últimas filas? A esta película se le ha borrado la banda sonora, los pianos se han quedado mudos y solo queda hacer muecas, gestos, arrugar la nariz, subirme a un tren de madrugada y adivinar los puntos cardinales mirando las estrellas. Angustia de no ser y de haber sido, angustia de ya no y de tanto tiempo, angustia de enfrentarme cada día al qué dirán, dejando lo que soy en un cuenco bajo esa lluvia que dije, con una vela que apaga el viento, este de hoy que se lleva los balcones, las señoras asomadas a sus vidas, las chimeneas con el humo de mil fuegos, las tejas que defienden el pudor de tantos techos vacíos. Y así.

Extraño lugar sin sitio en los mapas, sin marcas amarillas en el suelo, sin señales que orienten y me he perdido, tanto hablar y no sé decir ahora: por favor ¿puede indicarme la salida?


jueves, 16 de julio de 2020

San Juan de la Cruz


Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: "No habrá quien alcance".
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.

"La noche oscura del alma"


miércoles, 15 de julio de 2020

Resplandor



Cuando ella habla, su voz placentera se posa en las grietas de todo aquello que he sido, que no seré, que me duele entre un olor de cuerpos sobre sábanas suspendidas en habitaciones oscuras, de latidos de corazones de golondrinas, de briznas de nombres que en sus bolsillos traen otros nombres y estos a su vez traen otros nombres hasta que así, entre todos, me arrinconan al extremo de esta pasarela sobre un vacío ebrio, allá en la intimidad que preserva un dorado sello del silencio.

 

Poesía detrás de una cortina de terciopelo verde con ribetes, con un mínimo agujero en una esquina desde donde mirar quién viene, quién vuelve, quién se ha ido para siempre.

 

De ahí llegaba el resplandor.

martes, 14 de julio de 2020

Lluvia de Ícaros



Llego a zancadas, salpicando en el barro, un mirlo posado en la rama del recuerdo, campanadas a las horas menos diez.

 

Eludo la lluvia de Ícaros que se estrellan alrededor, estruendo de cabezas que se rompen sobre el asfalto.

 

Renuncio, lucho, lo intento de nuevo, no sé definirlo, no me sirven las palabras que llevo en el equipaje.

 

No quiero invalidar el frescor de un sentimiento que no puedo abarcar, que me desborda, que es superior a mi cauce.

 

Ahora.

 

Detrás de los arbustos un resplandor, ascuas como flores, fuego en pétalos abriéndose al atardecer de enero.

 

Sensaciones que se clavan en las piernas, en los brazos, absorbo líneas de cobre desde el contador en el portal hasta varias calles más allá.

 

La lengua se humedece en la cacofonía de sus surcos.

 

Ahora ella, la nostalgia, se sienta en mis rodillas y me mira detrás de los párpados.

 

Lee y lo anota en sus tablillas de boj.

 

Me intimidan sus labios jóvenes y la mariposa entre sus muslos.

 

Que nadie entienda, que nadie sepa que tengo miedo a escribir desnudo.

 

No hay paraguas que contenga esta lluvia de Ícaros.

lunes, 13 de julio de 2020

Tomas Tranströmer


Siempre nos sentimos más jóvenes de lo que somos. Llevo dentro de mí mis rostros anteriores, como un árbol contiene sus anillos. La suma de ellos soy yo. El espejo no ve más que mi último rostro, mientras yo conozco todos los anteriores.

Tomas Tranströmer

domingo, 12 de julio de 2020

Tacto de plumas



La capacidad de olvidar es un don previo al estudio del menguado ahora, un animal pequeño que en vano intento atrapar con escamosos dedos, libre para correr a sus escondrijos, a la cristalina verdad, a la esmeralda que brilla entre las inquietas arrugas de las horas, tanteo en lo oscuro con tacto de plumas de gorriones y alondras, de madrugadores cormoranes y aquí va quedando una huella, el poso de lo que fue. Como un monje loco maldigo el ayer y lo bendigo y paseo entre semáforos de madrugada, vino malo, semanas cortas y esto está cerrado por inventario hasta mañana, un búho se ha posado en mi hombro y los zorros se esconden el bosque de las palabras, ahí estarán, entro a buscarlas.

sábado, 11 de julio de 2020

Aprendo poco



Intento aprender cada día, sobre todo de los que menos saben. Me cuesta, me he refugiado en el otro lado de la cortina. A veces pienso que sí y otras que necesito un psiquiatra mudo, que me escuche y solo mueva la cabeza, o una geisha, alguien asertivo y paciente que no me diga eso está bien, eso está mal, que solo diga de vez en cuando ajá y ponga cara de interesarse aunque le importe un bledo las barbaridades que se me van ocurriendo mientras la fiesta se acaba y en el cerebro se superponen hojas y hojas emborronadas con lo ya visto, aún sin asimilar, optimistas reflexiones que bailan en la resaca de un mar pesimista. Aprendo poco.

viernes, 10 de julio de 2020

Sin regreso


Is that dripping? - 2009 - Fabio Desu



Sí, es así, uno va nadando entre las hojas del libro de los días, en  el barullo del ser o no ser y ya puestos mejor ser y esquivar los remolinos, buscar esa luz que llega desde quién sabe dónde, un invento de los hombres para explicar lo inexplicable. Intentamos con los dedos sacarnos de la cabeza la piedra del miedo, es inútil, está el vértigo en los pulmones de la luna, está el herrero que endereza las constelaciones, cuando no entendemos miramos al cielo, al roce de los planetas, al rumor de las nubes, está ese bicho de remordimientos que tenemos en la aorta, están los paraísos invisibles con pájaros de plumas multicolores y él o ella esperando sobre el vértigo de amarse en nueve semanas y media o antes. 
 
El café perjudica seriamente la salud pero de esa manera comienzan algunas historias sin saberlo, sin tomar precauciones, antídotos, brebajes para el No porque un día todos los paraísos terminan y todo vuelve a lo que era, quedan los recuerdos y el deseo de regresar.

Pero se sabe que nadie vuelve.

Y si vuelve es que es otro.


miércoles, 8 de julio de 2020

Marco Valerio Marcial


Marco Valerio Marcial

J es mi amiga desde los tiempos de los romanos o los griegos, por ahí, era todo así, imperial. Tanto que leía (ella) los epigramas de Marcial (hay que leer a Marcial, siglo I igual a siglo XXI) que dice cosas así:


 Las cosas que hacen feliz,
amigo Marcial, la vida,
son: el caudal heredado,
no adquirido con fatiga;
tierra al cultivo no ingrata;
hogar con lumbre continua;
ningún pleito, poca corte;
la mente siempre tranquila;
sobradas fuerzas, salud;
prudencia, pero sencilla;
igualdad en los amigos;
mesa sin arte, exquisita;
noche libre de tristezas;
sin exceso en la bebida;
mujer casta, alegre, y sueño
que acorte la noche fría;
contentarse con su suerte,
sin aspirar a la dicha;
finalmente, no temer
ni anhelar el postrer día.

 Lib. X, ep. 47.

 

J va y viene como esas mariposas que vuelan de California a no sé dónde, son amarillas, las mariposas, ella es de todos los colores y lee a Quignard (uno de mis preferidos, pero Cortázar), escribe en el borde de cuadernos en noches Dylan (Thomas) y Whitman (Walt) cuando aún no había metro nocturno, trenes sí, tanto hay ahora que no había y viceversa.

 

Pues eso, que quiero/quise justificar ante J mi modesto garabato del otro día, una experiencia personal (claro, pero por si acaso lo aclaro). Un día destinado al trabajo que se convirtió en placer inesperado y allí el tránsito, el descubrimiento del goce extremo al otro lado del sentimiento, suplantándolo, arrasando la ternura, el instinto, lo anterior, algo animal, lo que somos (algunos más que otros, incluso cuando hablan) y yo qué sé.

 

 



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