viernes, 30 de junio de 2017

Mis habilidades.


No he contado aquí todas mis debilidades, tampoco algunas de mis habilidades.
Muchas son interesantes. Por ejemplo, cuando me invitan por primera vez a alguna casa –una cena, sarao, una reunión de amigos- suelo pedir permiso para, en algún momento del acto social, ponerme cabeza abajo. En un ejercicio entre el circo y lo deportivo, sosteniéndome sobre los brazos y la cabeza me planto con los piernas hacia el cielo sobre la alfombra del salón, un brazo del sofá, la mesa del comedor o el borde del balcón. Los invitados suelen sorprenderse, murmuran, los más espontáneos aplauden, algunos posiblemente critican, los anfitriones se ajustan el cuello de la camisa, todos respiran aliviados cuando me pongo en pie, sano y salvo (*). Acto seguido, aún con la cara roja, congestionado por el esfuerzo me dirijo a ellos y recito poemas de Gamoneda, canto cosas de Dylan, les invito a conversar sobre Pizarnik, Djuna Barnes o Leopoldo María Panero. Una vez pasada la sorpresa inicial, algunos acceden, charlamos y la reunión se convierte así en un acto trascendente. Más o menos.
Mañana cuento más.

 (*)Debo decir en mi honor que jamás me he caído. Esto a pesar de realizar estas artes muchas veces después de una abundante ingestión de vino, espumosos, licores variados o combinados de ginebra con agua tónica. ¿Que no se lo creen?

jueves, 29 de junio de 2017

There Ain't No Cure For Love

Julie Newmar


Sí, ella estuvo allí.

Dice que sigue sin haber cura (para el amor).

No sé si es un juego de palabras, si me envía mensajes con zumo de limón, si todo se ha solucionado o si la rebeldía se ha disfrazado en un pssss y sigue la fuga silenciosa.

Sé que hay cura.

Me curé y desde entonces me he perdido.

Me perdí una noche en Tarragona, la luna entraba por el ventanal del patio mientras ella dormía entre mis brazos. 

Yacía despierto, sintiendo su respirar pausado.

No recuerdo qué ella.

No quiero recordarlo (la).

No sé si todo esto que escribo es verdad, si me lo invento, si ocurrió, si sigo siendo aquel, si alguna vez lo he sido, si sigo cobijado en un sueño.

Acompaso mis anhelos con estos juegos florales.

A veces me reconozco.

miércoles, 28 de junio de 2017

Escozor.






Mujeres- niña esclavas del padre,
no pueden salir de la silueta,
siguen girando en el laberinto
con luz de un candil de estupor.

Mujeres- mujeres colgadas del padre,
no encuentran la salida,
tantean su noche con un cayado,
adoradoras ante sagrarios esquivos.

Madres- niña presas de amor al padre,
no saben el misterio de su demanda
de su devoción prisionera,
manos tendidas al silencioso vacío.

Mujeres descalzas en el rellano
de una escalera imposible,
ahora suben, ahora bajan,
escozor del recuerdo.

La niñez se sienta a horcajadas
sobre el caballo de la vida
que salta  el obstáculo
de la propia vida.

martes, 27 de junio de 2017

No es bueno, no.


Ludmila Foblova



No es bueno tanto ir y venir a la fuente con el cántaro en los brazos. 

No es buena la costumbre, la rutina, estar siempre, mantenerse, la fruta en el árbol, lo que es, las alabanzas, saber que sí, lo imprescindible.

No lo es porque no lo es, no.

Y punto.

Sé estas cosas porque las explica el cura de mi pueblo, sube al púlpito y nos ilumina. Menos mal.

Pero.

No son buenos los viajes a los labios de ella, vivir en su pecho de frutas, morir cada día entre sus piernas.

Sé estas cosas porque  me las dice despacio en las madrugadas sin gallos, cuando me miro en sus ojos y renazco. 

Tiemblo al mediodía cuando se va, no mengua mi adoración, sigue en mí.

Pero no es bueno vivir pendiente de sus idas y venidas. 

No es buena la costumbre de amarla sin medida.

domingo, 25 de junio de 2017

Dominical.



Es domingo. Quiere esto decir que el personal tiene otras cosas que hacer que visitar blogs. Lógico. Hay quién se va a la playa a buscar olas y soles. Hay quién se va a la Rioja a buscar mercados medievales, huellas de dinosaurios, catedrales góticas, árboles en los que buscar sombra y gallinas descabezadas. Hay quién se queda en casa con las persianas bajadas. Hay quién no leería ni en presencia de su abogado. Hay gente pa´to. Miro al cielo y ya veré dónde voy. Disfrutar de lo que queda del fin de semana.

Oye, capullo, yo soy bombero y hoy trabajo.

Glup.

Y yo enfermera y tengo turno de tarde.

Glup.

Yo tengo tres años y no sé leer.

Glup.

Pues yo llevo dos horas esperándote, déjate de blog y vámonos.

Glup (y me voy).

sábado, 24 de junio de 2017

La historia de John Aguirre. (Final)




La vida sigue hasta la muerte.

Progresivamente John fue desarrollando branquias hasta que florecieron y se planteó cuál era su mejor forma de respirar. En el 2021 se equivocó, respiró por donde no era y murió por segunda y última vez.

Como ya dijimos sus padres habían desaparecido años antes.

En octubre del 2017 había fallecido Arantza víctima del enfisema pulmonar que le produjo su larga adicción al tabaco.

Idoia murió a primeros del 2020, serena, rodeada de gatos y recuerdos.

No sé si me dejo alguien de la historia pero si sí, seguro que también ha muerto.

Es decir, que te mueres, en los cuentos y en la realidad, te pongas como te pongas, con un 100% de seguridad.


No sé qué haces leyendo estos cuentos absurdos.

viernes, 23 de junio de 2017

La historia de John Aguirre. (Parte dos)




A primeros de julio del  año 2018, el mar devolvió a John Aguirre que emergió entre las olas de la playa de Laga, en Vizcaya, ajeno al gentío que abarrotaba el arenal. Nadie reparó en él. Se dirigió al puesto de la Cruz Roja explicando que había resucitado. Los musculosos socorristas a pesar de no creer sus palabras le facilitaron una camiseta blanca, un pantalón corto, un billete de metro hasta Gernika y una escueta colecta de euros.

Se dirigió al antiguo domicilio familiar. En el buzón para la correspondencia figuraban nombres que no le decían nada. Se fue.

Su siguiente búsqueda lógica era Arantza. Sorprendiéndose de lo cambiada que estaba su ciudad caminó hasta el centro. Su figura aún atlética, las barbas y su  indumentaria no llamaban mucho la atención debida a la variedad de gentes y razas que poblaban Bilbao, una ciudad cultural. Sentado en un parque vio salir y entrar a los vecinos actuales del portal donde antaño vivía Arantza, ella no aparecía. Al final de la tarde una anciana encogida y mal peinada, con un perro ladrador, enano, le recordó vagamente a la que fue su novia. Se marchó, confuso.

John hizo una raya en el asfalto y corriendo por las calles buscó a Idoia López, gritó su nombre. Había tantos hombres gritando por las calles que apenas se entendía su desesperación, se mezclaba su angustia con la de tantos. Varias horas después, cuando a punto estaba de volver al mar, desde una ventana una mujer le hizo señas. Sabía que volverías le dijo desde la puerta de su buhardilla. La noche fue corta y cálida, apenas hablaron, no había tiempo para las palabras, se amaron con tanta dulzura que las paredes rezumaban letras de canciones hippies y flores, los gatos bailaban en los tejados y varias estrellas fugaces rompieron el cielo en siete partes. Qué bonito.



 Notas:

  • ·         A me dice que esta segunda parte es absurda, que recuerda la historia de aquel pianista mudo que reapareció al cabo de los años.
  • ·         T dice que lo resucite en pez, en besugo concretamente, pero me recuerda a una película de Tim Burton.
  • ·    Escribo sabiendo que me estoy resucitando y que no sé cómo reubicarme, que invento lo que siento y que la vida pasa demasiado rápido debajo del agua 

jueves, 22 de junio de 2017

La historia de John Aguirre. (Parte una)



John Aguirre era culturista, narcisista, equilibrista emocional y un gran nadador, lo que no impidió que el primer domingo de julio del 1975 desapareciera en las aguas de la playa de Laga, Vizcaya. Los amigos vieron con admiración sus poderosas brazadas entre las olas y con preocupación que no regresaba a tierra.

Sus padres, su hermano, sus familiares, los vecinos le buscaron sin descanso, sin éxito, le lloraron con amargura. Aún sin resignarse, cada año, en julio, dejaron flores en el acantilado frente a la isla de Izaro.

John mantenía una relación sentimental con Arantza Malaxechevarría, una bella mujer que le añoró unos pocos meses para después casarse con un capitán de la marina mercante qué, curiosamente, murió ahogado en las costas de Trinidad Tobago.

John era inquieto y también mantenía una continuada e intensa relación sexual con Idoia López quién al no ser la novia oficial mantuvo un elegante silencio si bien su corazón estaba plagado de intenso dolor ya que del roce nace el cariño y de ahí al amor apenas hay un trecho. Idoia enlutó su alma y a pesar de que tuvo varios novios, hasta seis, jamás olvidó a John.

El tiempo pasó y cada uno siguió con sus asuntos. Cuando los padres de John fallecieron se terminó el ritual floral. Su hermano heredó. Como dijimos Arantza, viuda, tuvo una flaca memoria. Idoia, tan sentimental, mantenía una vela frente a la fotografía de un John eternamente joven.

Hay varios nombres más, femeninos, pero no son el motivo de esta historia que sigue mañana.

miércoles, 21 de junio de 2017

Parker en el círculo del no.



Cuando Parker se queda atrapado en el círculo del No, con los sentimientos cortados, sangre en una bandeja de plata, siendo a la vez apenas un fantasma acariciando ese cielo azul de California en el que los rudos vaqueros no lloran en público, gozan de una buena asistencia sanitaria, comen tortitas con miel en la intimidad, entre la libertad, la fraternidad y la igualdad, escoge la facultad de las cerezas, la alegría de ser bajo la piel. Entonces, ¿casualidad?, anochece, termina la película y Parker, montado en su caballo, se pierde en el horizonte mientras los chacales aúllan en la llanura. Auuu.

martes, 20 de junio de 2017

Parker y algunos límites.



Hay que ver, quién lo hubiese dicho, con el paso del tiempo Marie se convirtió en un conflicto, en una buena chica con  tangas de chica mala, nada que ver con la ingravidez de los primeros días. Los loros repetían baile y se preocupaban de no remover el légamo del fondo de algunos recuerdos, exactamente de esos. Para Parker comprender el límite entre amar y follar definió su futuro inmediato, es decir ser extranjero, es decir No.

lunes, 19 de junio de 2017

Parker y las cebras.




Cuando cae la tarde Parker sabe que no podrá levantarla y permite que las cebras y la melancolía se expresen, se engarcen en sus piernas, en las fosas nasales, en las mandarinas y recuerda aquel día que Marie le recibió sin otro aderezo que su pelo mojado y suspiros en los huesos, los mismos que después se volvieron rencorosos y monótonos. Amarla entre Madrid y Jerez se convirtió en un vermut  sin aceituna, sin ginebra, un aperitivo ácido tomado antes del apetito, un embrollo entre la desnudez, las mandalas y la castidad del chocolate, un zambullido en la equidistancia.


domingo, 18 de junio de 2017

Parker y la línea Maginot,



Debo decir y digo que a Parker le importa un carajo la línea Maginot, la intranquilidad por la reproducción de las abubillas, el estado de cuentas de las avariciosas princesas turcas y el ladrido de los perros que envejecen. No por indiferencia o desapego, no, con el tiempo ha aprendido que la ruta migratoria de las cigüeñas es inalterable, ya llueva o un rastro de diamantes desde el ombligo a la base del cuello se retuerza en resplandores de ternura. Es así, las cunetas siguen ocultando los muertos de entonces y la esperanza de ahora, bajo los harapos de Parker la retórica se clava un puñal entre las costillas.

sábado, 17 de junio de 2017

Parker se postra de rodillas



Parker se postra de rodillas y trata de recordar las oraciones de su niñez, el álbum de la catequesis, los conciertos en el rincón, ya no importa nada y el horizonte es el límite de un dolor romántico, en la proa del Queen Mary a punto de hundirse, sigue. Sigue. 

viernes, 16 de junio de 2017

Parker evoca



Parker evoca los momentos en los que acercaba sus dedos a la boca de ella, acariciaba sus labios, le daba de comer queso, pequeños peces fritos, uvas, hambre de aromas, la falda plegada sobre la silla, justo antes de quererse en la penumbra.

jueves, 15 de junio de 2017

Sobre entender.



Debo escribir para que me entiendas. Debo escribir claro para que me entiendas. Debo escribir claro para que me entiendas mejor. Debo escribir para que no me entiendas. Debo escribir ¿para qué? Debo escribir para que te entiendas. ¿Debo escribir? Debo escribir para que te entiendan. Debo escribir porque me entiendes. Debo escribir porque no me entiendes. Debo escribir para que no se me entienda. Debo escribir para que me quieras. Debo escribir porque me da la gana ¿entiendes? Debo escribir porque no nos entendemos. Debo escribir porque este otro yo me obliga. Debo escribir porque algo aquí dentro pugna por saltarte a los ojos, aunque no lo entiendas. Debo escribir para amortizar este derroche de entendimiento. Debo dejar de escribir porque ya me has entendido. ¿O no?

miércoles, 14 de junio de 2017

Happy birthday



La fiesta de mi cumpleaños ha sido un éxito.
Juana, mi segunda esposa, la ha organizado hasta en sus últimos detalles.

Han venido nuestros nuevos amigos, los de ella, los míos, los de antes se inclinaron ya por olvidarme y seguir consolando  a Begoña que es una experta en dar lástima y culpabilizarme de todos sus males.

Las conversaciones de los invitados, ellos y ellas, la música, las bebidas, el baile, han tenido exactamente veinte años menos de lo que conozco, de aquello a lo que estoy acostumbrado, de lo mío, lo de siempre.

Aunque la verdad es que hasta me he divertido.

Sobre todo cuando pasadas las tres de la madrugada han decidido marcharse y seguir la fiesta en otro lado.

He despedido uno a uno en la puerta, agradeciendo su presencia y sus regalos, los Cd´s de Camela, su amabilidad.

Óscar ha vuelto al de un rato ya que se había dejado el móvil, ha dicho.  

He podido verlo desde la cocina.

Óscar deslizando lentamente sus manos por la espalda de mi esposa, demorándose en la cadera, acariciándolas, seguir bajándolas mientras dice algo en el oído de Juana que ríe y le lanza un beso desde la punta de los dedos.

Por fin se ha marchado. Son amigos desde siempre, se tienen mutua confianza.

Al de unos minutos Juana me ha dicho Cielo, voy a bajar estas botellas al contenedor.

Se ha ido con las botellas, dos.

Debía estar muy lejos el contenedor ya que ha vuelto al cabo de tres horas y se ha ido a otro cuarto, a otra cama.

La fiesta de mi cumpleaños ha sido un éxito pero no puedo dormir.

martes, 13 de junio de 2017

He olvidado mi password.



He olvidado mi password. No puedo entrar dentro de mí mismo. No me reconozco las claves. Acceso denegado, no puedo accederme. No recuerdo lo que dije, lo que hice, lo que había dentro, lo íntimo, lo mío. He perdido la llave, estoy en el umbral de mi memoria, sentado en el felpudo, atorado en la desmemoria.  He intentado varias combinaciones, en vano. He intentado escalarme, entrarme por una ventana, descerrajarme, reventar la hermética estructura de cierre, nada, permanezco impenetrable, sin posibilidad de entrarme. Rompo los espejos, quemo las fotografías, acuchillo los retratos, recorto en cuadrados mínimos los papeles donde está escrito mi ayer, soplo y los lanzo al mar, borro mis huellas en el barro de los días. He olvidado  mi password, quién soy, todo.

lunes, 12 de junio de 2017

Parker cuenta las horas



Llegaron los días azules y las tormentas infantiles, la herencia de las serpientes y las muchachas que hablaban a los mirlos. 

Nadie sabía dónde estaba el paraíso, el muelle diminuto, los barcos engullidos por la marea de pena, el alféizar cubierto de sal, el agua golpeando en los cristales. 

Parker cuenta las horas escondido en la carballeira.

domingo, 11 de junio de 2017

No era mentira.



Se llena la tarde de gaviotas transparentes, de este silencio atroz entre tú y yo, este silencio, la amargura de la distancia, no verte, saber que hoy estás triste y no poder decirte que es el domingo gris, las nubes, este absurdo junio que más parece otoño, lo que fue, llamarte, que coincidan mis llamadas cuando te desnudas, escucharte, contarte, nuestro último encuentro, el primero, los recuerdos, los desayunos, la dulce piel de tus caderas, la tibia claridad de tu mirada, tu abandono, el pelo en la cara, los misterios, las cartas a deshoras, tu facebook, el mío, buscándonos, tentándonos, ya no nos escribimos, tu voz que olvido con desgarro, tu aliento en mi pecho, mis besos en tu cuello, en la nuca, tus consejos, las manos tímidas que intentan caricias, tu boca, tu sonrisa, mujer que sabe lo que quiere, ay,  no un amante, no un hombre que te pierda, más bien alguien que te encuentre, lo que eres, lo que mereces, lo que necesitas, quizás, mientras tanto el verano pasa triste, todo pasa, llegará el otoño a nuestro otoño y aquí, tan lejos, te seguiré añorando sin saber si hay mañana, sabiéndolo, intentaré que lo que queda sea una fiesta aunque me duelan los dedos de no verte, el alma, los pulmones, no exagero, no son palabras, eso que tiembla es mi tristeza en este domingo gris, flotando, alrededor estoy, te añoro.

sábado, 10 de junio de 2017

Parker trastabillado.


Andrea Kowch, The Merry Wanderers, 2013



Invadido por  ejércitos de miradas, en batalla, Parker clausura su intimidad, corre las cortinas del yo y el silencio se adueña de los sueños que reposan al abrigo de la tapia.
Se ha agotado el aljibe y se bebe la luna, dibuja en el aire una silueta perdida al oeste, comparte el final de esos asuntos, aquel planeta triste.

Está hablando de sexo, hoy también.

Insiste en aquel amor furtivo al principio del verano, en lo fugaz, en las señales del cuerpo tendido, en la dulzura escondida en el vértice, allí donde siempre.

Nadie le avisó que esto era así, el destierro, la pena insumergible, la distancia de lo que fue, la súplica, la mentira, el engaño, nunca me han amado como tú me has amado. Jo, qué bonito todo. Mierda.

viernes, 9 de junio de 2017

No sé si recuerdo lo que fue



Bella, deja sobre la mesa los cuchillos de tu atracción, deja las armas y ven desnuda, nueva, llena de pudor y melocotones acariciando tu garganta, de piel de seda bajando por la tráquea, de campanillas en los oídos, brazos buscándote detrás de esa sábana, o cortina, o telón que se levanta y se cierra y no sabemos si la función ha terminado, está a punto de empezar o esos que aplauden son fantasmas de un tiempo viejo que no queremos recordar y ven, toma este espejo, la vida está detrás, o dentro, salta, perdámonos en el bosque de no saber, o saber, en la espesura curiosa de ese nosotros que se dibuja con trazos de lapicero sabio, de gruesos brochazos de Pollock, de embrujo Kandinsky, y “ se interna en el bosque como una sonámbula / Penetra en el cuerpo dormido del agua. / Por un instante están los nombres habitados “ que dice Octavio, Paz, y las palabras nos sobran pero las lágrimas, me duelen las lágrimas, no puedo, no sé contener las lágrimas ajenas, me pesan, me ahogan, no quiero provocarlas y este juego no tiene normas, nadie sabe por dónde debe golpearse la pelota, si el área está prohibida, si ganan los que pierden o si el marcador se volvió cuerdo y ese 20 a 0 sol refleja la vuelta del equipo de siempre en un coche desvencijado por carreteras que jamás recorreré y también hoy este loco te canta, te musita, alguien aquí, viernes, feliz fin de semana.

jueves, 8 de junio de 2017

Dejen, dejen, no traduzcan estas líneas.



Naufragar en el patio, desoír la recomendación de los marineros griegos, perder el rumbo en el propio portal, con murmullos de pájaros de domingo en el balcón, con barcos atracados en el pasillo, costas de Ítaca en los tendederos, arrojarse al agua desde un primer piso y salir goteando por las escaleras como una muchacha fenicia de caderas magníficas, el agua remansándose bajo la nariz, la boca abierta, cantando, traducir es una labor guerrera, la hermosura de la batalla por ganar lectores que lean, que no solo vean, que no solo escuchen la música, que vayan más allá de las fotografías y el color o el no color. Colgarse boca bajo de una estrella y protestar, indignado en la prosa. Me voy a comprar un kalashnikov.de segunda mano. Va por ustedes. Protéjanse.

miércoles, 7 de junio de 2017

Los traductores



Para mi los traductores simbolizan la diversidad interpretativa de la cara oculta del lenguaje ajeno, de los libros infinitos, de morir en cada página que revolotea ante los ojos después del sueño, de las emociones anidando como grullas soberbias, como gorriones de antracita, como un coro de ancianas desgranando las cuentas desgastadas de sus rosarios, camino al paraíso, cristales en las tapias,  Kirk Douglas en una pradera sin límites de alambres de espinos, la imagen de un mundo que no es redondo, que empieza y acaba dentro de lo que se ve, mirada constante a lo mío, lo de aquí, lo nuestro, nosotros, yo, traducir.

martes, 6 de junio de 2017

El traductor de James Joyce



Al traductor de  James Joyce el negocio le iba muy bien. Lejos de amedrentarse por prejuicios, por el riesgo del ingente trabajo, llegó a realizar tres revisiones de la obra Ulises. Se leyó entera la valiente  apertura de Salas Subirats, se recreó en la libertades poéticas de José María Valverde y reconoció el mérito de adecuación a lo moderno del tándem García Tortosa/Venegas. Con esos antecedentes tradujo las traducciones, efectuó calas microtextuales, se involucró en las transgresiones, se definió en su opinión sobre el dilema de Shleiermacher y por último se puso por montera el libro abierto por la página 325 y clamó “¡no va más!” justo antes de desaparecer por una trampilla camuflada en mitad del escenario no sin antes quemar la edición de Planeta, la de Lumen y la de Ediciones Cátedra, un pirómano joyciano. Vendió todo, lo suyo.  

lunes, 5 de junio de 2017

El traductor de Cortázar,



Pues sí, este era un traductor de Cortázar, aún sin dignidad académica, como una App de iPad fijaba su vista en un texto y de inmediato quedaba traducido en su mente. No terminaba ahí el proceso, el siguiente paso era la elaboración automática de floridos escritos que decían lo contrario de lo que decían, es decir nada, es decir eso, es decir la luz que se extendía de dentro a fuera por bóvedas cerebrales y ventrículos, por barandales y columnas sin aristas, árboles fluorescentes, palabras sin substancia. Claro, así le iba.

domingo, 4 de junio de 2017

No blog, ay, oh.



Primer domingo de junio. Enciendo el ordenador, intento abrir la página y nada. Por misteriosas causas ajenas a mi voluntad se ha cortado la conexión a internet. Hoy no blog glup (2.0), no comunicación, no post, sin mensajes ni comentarios, así no me apetece escribir, jo.

¿Qué hago?

Me he levantado y descubro que hace un calor insoportable, ondulan los cristales de las ventanas, me pasmo, mi casa tiene ventanas. Me he asomado fugazmente al balcón y por la calle solo veo sombrillas apresuradas de múltiples colores, seguro que debajo de cada uno de ellas hay una persona, o dos. Todo el mundo se ha ido a la playa. Es increíble, qué bochorno, se desmayan los pájaros en el aire, los ancianos jadean en los parques, pocos coches, sin ruido, es lo que tiene el buen (¿?) tiempo. Eso, que hay tiempo, mucho, socorro, me aburriré todo el domingo, quizás tenga que hablar con alguien, qué horror.

Me decido, saldré, con alpargatas y pantalón corto, con mi sombrero blanco para que no se me derritan el flequillo y las ideas. Siento picores en los brazos, en los muslos, del calor. Las calles, Bilbao está lleno de calles ¿dónde voy? Ese que va por la sombra solitaria me ha mirado, y aquella que habla con un perro gris. ¿Llevaré algo raro? ¿Vestiré antiguo? ¿Tendré la raya de la camiseta mal planchada? ¿Será que es demasiado corto el pantalón? Me duelen las yemas de los dedos, necesito escribir pero, ¡qué calor! Me compro un pan caliente, el periódico caliente y vuelvo a casa que está fresquita.

Por fin, tranquilo en el silencio. El teléfono está mudo, la conexión sigue cortada, el blog glup (2.0) cerrado, mi nevera vacía, mi corazón también.

Y ahora ¿a quién le cuento todo esto?, ¿cómo lo cuento? Bah, primer domingo de junio y Loli sin llamar, qué calor.

sábado, 3 de junio de 2017

Hombre con piernas


Diane Arbus, Man in hat, trunks, socks and shoes, Coney Island, NY, 1960.

No escribo más, fin, soy un hombre con piernas que traduce a Shakespeare al amanecer, que traslada su amor y veneración en un carro de supermercado, que va de acá para allá sin definir una ruta, sin billete de regreso, con briznas de hierba en la barba, con admiración por los diversos, Alex Steinweiss y Walter Benjamin, por Hölderlin y Messi, gentes con piernas y mentes que corren y piensan mientras me deslizo por el tobogán de amores imposibles y sed. Todo es tan real, tan cierto que no puedo imaginar conventos ni cárceles, no me inspira palabras de laboratorio de ensayo saber que ella tiene sus motivos, que se irá. Se me ha dormido la ternura en los dedos, me los corto, como pétalos, se los doy de comer a los perros, pobre hombre mínimo, ensangrentado, sin viajes ni nostalgia, rutina del no, muletas como parapetos, guerra con un solo muerto, un Aquiles perdedor, un extranjero con la espada rota, sin radiantes laureles ni cabezas coronadas, lo peor, un mindundi, el menda, que el jazz me bendiga. 

Eso es.

viernes, 2 de junio de 2017

Parker y la derrota




Parker sabe que está derrotado, es Tersites arrollado por los brutales caballos de la belleza. Es inútil engarrarse, azufrarse, ella, aquella a la que ama, tiene el permiso en regla  para pasear y no está dispuesta a olvidar el paisaje como dientes, pinos y zarzaparrilla al atardecer. Ella sabe que hay trenes que no vuelven a pasar, que incluso hay trenes que no pararán jamás en su estación, no le importa, tiene su pasaje de ida, paseará sin renunciar a la manta de lana inglesa cubriendo su siesta, al cuadro con preceptos sobre la chimenea, al arroz de los jueves, a los bellos atardeceres de Troya. Parker sabe que está derrotado.

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