sábado, 29 de abril de 2017

Playa del Mar de Fora.




Llevábamos doce días en aquel pueblo del fin de la tierra, el verano empezaba a agriarse, cada día llegaban menos turistas.  

Paseábamos por la playa del Mar de Fora, lloviznaba. Las olas rompían en la orilla con un ruido atroz, después la espuma se deslizaba por la arena como una veloz caricia húmeda. Ni siquiera los surfistas se atrevían a entrar en el agua.

No hablábamos. Un caballo pastaba en las dunas. Las gaviotas iban y venían, graznaban sobre nosotros.

Me voy dijo, sin mirarme.

Bien contesté, seguí caminado.

No se dejó nada en la habitación del hotel, ni siquiera una nota de despedida. Dejó pagada su parte. El taxista me dijo después que la había llevado al aeropuerto, que no dijo ni una palabra en todo el trayecto.

Aquí no hago nada, me vuelvo a casa.

Ya no sé dónde está mi casa.


1 comments :

Encanta C dijo...

Hay gato encerrado...entre la escritura con la enorme ola y los acantilados de la foto inferior. Ese taxista está sobornado. Elen se fue a por cava y reservo en otro hotel. Cómo se sintió que le vacilaste con el bien! Se ha marcado un farol. Sería tonta y lo dudo con alguien tan exigente como el que escribe! Hay un presagio el mar está en calma. Que les llegue la brisa. Madre mía si ella lo va a tirar a la arena. Ese beso!!!, las gaviotas están chismosas. Vaya!, un parado más; el taxista a la calle. Que corra la BRISA!!!

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