jueves, 15 de diciembre de 2016

Viajes.



En este blog cuento lo que cuento. Alguien incluso me cree. Cree que es verdad lo que cuento. Cada uno tiene una percepción, su propia concepción de lo real, su propia teoría del conocimiento, de la filosofía, de la historia (¿quién escribe la historia?). Por ejemplo, estoy muy interesado con la historia de Berlín, qué ocurrió allí desde no sé cuando hasta ahora. Y leo y leo sobre el tema. En cada libro encuentro datos nuevos. O New York, que veo una pelí (cula) que transcurra allí y comento “ahí he estado / por esa calle pasé / eso está cerca de Central Park / a la vuelta de esa parada de metro cené en un restaurante coreano / mira, Times Square”, que parece que he vivido allí toda la vida.

Pues eso, que sin venir a cuenta podría citar por ejemplo a Susan Buck-Morss cuando escribió eso de: «Todos los errores de la conciencia burguesa podían hallarse allí (el fetichismo de la mercancía, la cosificación, el mundo como «interioridad»), y también (en la moda, la prostitución, las apuestas) todos sus sueños utópicos. Además, los pasajes fueron el primer estilo internacional de la arquitectura moderna, y por tanto, parte de la experiencia vivida por una generación a escala mundial, metropolitana». Creo que se refería a París, que es una ciudad mágica, que llegas allí y se te queda cara de turista nada más llegar, cuando llevas dos horas ya eres un rendido admirador y piensas que eres muy afortunado por pasear por esas calles sobre las que tanto has leído (aunque la cara de turista no se te quita).

O Venecia, por insistir, que me quedé haciendo alguna gestión y salí rezagado de la estación del tren, con una pequeña maleta en la mano y zasss ¡el Gran Canal!, que exclamé “¡Martínez en Venecia!” (una especie de señor yo no soy digno, una cosa antigua, complejos de pobre, resabios obreros, de antes de la revolución), una pasada, Venecia.

Qué me dicen de Estambul, que no quería ir, que me obsesioné con el Gran Visir y aquella película (El expreso de medianoche) que le encuentran marihuana en el equipaje y se pasa años en una cárcel turca y las pasa putas y no fumo pero lo mismo me encuentran alguna substancia tóxica en un registro rutinario y, la verdad, me encantó, que hasta estuve en Asia, unos kilómetros, pero de Asia y cené en un palacio (también cené en otros sitios, claro).

Ya vale, que podría seguir con más viajes, pero tantos kilómetros mentales me han dejado agotado. No sé a qué ha venido todo esto de los textos, los pretextos y demás pero he disfrutado mucho escribiéndolo. A vuestra salud.

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