viernes, 2 de septiembre de 2016

Sumergido en la profundidad del libro.

“—Pero no quiere, porque no se levantan todos y le aplauden y le pagan altos precios.
—No es eso, no se trata de eso. Ellos no importan…
—¿Qué no importan? No me diga que no importan, hijito. Eso es lo que quiere todo el mundo —dijo Recktall Brown, encendiendo el puro—. Que todos se levanten y aplaudan. No hay nada raro en ello, qué demonios”

William Gaddis. “Los reconocimientos.” 




P está sumergido en la profundidad del libro, concentrado, acuclillado, respira por el extremo de una larga caña de bambú, de su nariz salen gruesas burbujas que buscan la superficie. Como al descuido extiende la mano y recoge perlas que va dejando en un pequeño recipiente. No es una actividad opcional o casual,  ha quedado atrapado por una corriente de temperatura diferente que le deja paralizado, con calambres, ahí, en el fondo, mudo por la sorpresa. Pasó el tiempo incoherente de albañiles, enredaderas y petirrojos, ahora es el momento de la inmersión en busca de la melancolía de lo que no se entiende. En ello está, procuren no agitar mucho el agua.



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