viernes, 12 de febrero de 2016

A ojo.

Yo era de Mozambique, donde todos saben inglés, es por eso que viene a Lisboa, porque a mi marido se lo llevo la guerra. La vida aquí no fue fácil hasta que descubrí la habitación secreta a base de patadas. Y la pimienta es mala para el estomago, pero la guindilla no. Y gane concursos premiados por placas de bronce con mi nombre tallado. Los anarquistas eras dos viejos señores gallegos con cola en la puerta. Emilia es un nombre feo y a ella le gustan las frutas tropicales.


 (Foto: Andrea)

Sorolla, como un cuadro de Sorolla, luminoso y alegre, contraste con la mozambiqueña de vida dura. Una playa inmensa, una alegría de risas, el hombre que mira, los que van al agua, el agua, dibujando caprichos de olas, de verano, de alegría, la mozambiqueña de estómago delicado. Adivinar otras vidas, contraste con el círculo bilbaíno, el pequeño mundo, la guindilla de los días. La costumbre, la rutina, desayunar a las nueve, cenar a las ocho y cuarto, no comer, no cenar, no tener para, la guerra como suprema demostración del horror, la muerte. No sé si Emilia sabe nadar, si le gusta Cortázar, los hierros retorcidos de Serra, los espárragos templados con mayonesa. Los anarquistas gallegos seguro que tienen bigote. La playa llena de luz, de vida, quiero vivir en esa playa, para siempre, hasta en invierno, que me inunde el yodo, que me muerda el salitre, jugar con la espuma, dejar la huella de los pies en la arena mojada, nadar hasta la boya, después hasta el horizonte, y volver. Una fotografía que llena las pupilas del alma, que levanta el velo de ver. Una fotografía para lanzarse en ella, de cabeza, para disfrutarla, casi tan buena como la de la señora entre sombras, sorteando sillas plegadas. Una fotografía de contraste, poderosa, amable, la cara alegre de la vida triste de la mozambiqueña. Tampoco estoy tan seguro que sea triste, la vida sigue, las especias dan sabor a las nuevas comidas, seguro que nunca ha comido txipirones de Elantxobe, antxoas de Guetaria, “como aquí no se vive en ningún sitio” ,esta absurda frase se la he escuchado a todos los que no han salido nunca de “aquí”, aquí es un lugar situado en el ombligo que limita al norte con el ego y al sur con la incultura, al este con la cerrazón y al oeste con el miedo, aquí es el lugar en el que no quiero vivir, aunque se viva como en ningún sitio, pues claro, ¿qué te creías?, cada aquí es único, diferente, respetable, esa playa, Mozambique, Lisboa, Ibáñez de Bilbao, la semana pasada se murió Lola, de repente, eso es la vida, que te mueres. Hasta entonces quiero vivir en esa playa, hasta en invierno. Saludos cordiales.

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