jueves, 30 de julio de 2015

El tiempo es así.



El tiempo es así, le da por pasar y pasa. Resulta que mañana termina julio y anda el personal revuelto por volver donde solía o escaparse a lugares menos vistos, más aireados, soleados o meterse en un agujero y escarbar en sus intimidades para intentar encontrarse. Yo qué sé, pero estoy tan agobiado como muchos y necesito oxígeno, necesito saber quién soy dentro de este carrusel de subir y bajar y dar vueltas de campana. O no saber pero estar más tranquilo, sosegarme. Por eso bajo la persiana, unos días, hasta que conozca los nuevos límites, hasta que intuya donde empieza la realidad y donde termina lo que no. Es un trabajo casi imposible pero me dedicaré a ello con toda la intensidad de no hacer nada y esperar que un arcángel, un demonio o alguien así se pose en mi hombro y me dicte nuevos alfabetos para poder decir lo que no digo, para sentir…no, de esto voy bien servido, para perderme en paisajes y horizontes y nubes y acentos y eso, que me voy de viaje, de viajes en realidad.

Este agosto, en el fin de la tierra, tendré limitaciones de conexión (el wi-fi , ya sabes) pero eso no significa que me borre del mapa, no, intentaré conectarme donde buenamente pueda.

Como los niños meto la cabeza debajo de las sábanas y si no me ven no existo. 
Pero sí. 

Saludos.




miércoles, 29 de julio de 2015

Llega agosto.



Que cantan hasta los que no cantan. Que sería fácil, o bastante, sorprender a los pacientes seguidores del intento, del cambio, de la mudanza en estos tiempos con fotografías de paisanos que viajan a países a los que antes no se viajaba, (antes no se hacían demasiadas cosas). Por ejemplo Alin Coen, que es una señor(it)a a la que no conoce casi nadie pero que en “Einer will immer mehr” lo borda, que es original y otras cosas. O la Kat Frankie esa, que parece que solo haga ruiditos con la boca y  ahí la ves, en Alemania creo, delante de una cámara con un par dando una lección de cómo. Hay fantasmas en las esquinas, ya lo creo, sobre todo en Galicia, que lees a Cunqueiro y no te extraña. De Galicia sólo te extraña una cosa, que sea una tierra tan, tan hermosa, luego te acostumbras. Y no es que uno no viaje, no, uno viaja, ayer mismo estuve al borde de un espejo, casi paso al otro lado pero recordé a Alicia y teniendo en cuenta que el viernes me dije, alto, no, quieto. O cuando estuve en Estambul, con tantos turcos, está aquello lleno de turcos, que al principio me daba cosa, que si las comidas picantes, que si los taxistas, que si el peligro, bah, el peligro está dentro, en el miedo, no se debe tener miedo. O en México, pero eso ya lo he contado demasiadas veces. Me vuelvo en nada a NY y allí nunca tengo miedo, solo alegría y asombro. Eso no quita para que a veces me tenga miedo a mí mismo, sobre todo cuando me miro, siento en la cabeza como una red que se inflama, dentro, que me llena eso del cerebro y me duele, es cierto, me duele y no puedo pensar, que se me alteran los circuitos y temo volverme majara. Esto no se lo he contado a nadie pero vosotros sois de casa. Está también lo del hilo, usted aparta el polen, el vaho, se quita el bozal y ahí está el hilo, brillando a veces, desde un tejado desvencijado hasta otras azoteas, tenso y vibrando, emitiendo, ni un gato podría hacer equilibrios sobre él, es un hilo tensado, conductor, made in China, ahora casi todo se hace en China, que levantas la tapa del y es chino, que la bajas y no, que te compras un jersey de angora y no lo es, es chino, claro. Creo que es posible que yo mismo sea chino, al menos hasta (o desde) el jueves, o tengo reminiscencias, lo de los ojos, lo de los remos entrando en el agua de los recuerdos, alterando la superficie, lo superficial, entre los brezos y los sabores de regaliz, sobre el mármol del mercado con peces boqueando, con vacas o lo que quede de ellas, en República Dominicana les gusta el chivo, en una boda en la que estuve hubo cabrito, me dijeron que tengo familiares en el Bierzo, el edredón nos cubre y ya es casi la hora de olvidar, los espantapájaros se quedan aquí el jueves, creo que son los únicos, ah, y los chinos, no tengo ni idea qué tiempo hará ahora en China (en inglés se pronuncia chaina, o así), lo mismo están con monzones, o con terremotos, o tsunamis, por esos sitios tan raros pasan cosas raras. Aunque me gustaría saber si para ellos no somos nosotros los raros, como ellos son muchos quizás todo es inverso y comer dragón cocido es lo normal y no esos rollitos de primavera con quién sabe qué, que están ricos sí, pero ¿qué tienen?, col dice ese listo de verde, que es justo debajo de dónde nacían antes los niños, los niños nacíamos en sitios muy raros, nos traía la cigüeña, esas tonterías, y lo de la semillita, qué cosas nos han contado, y dicen que somos especiales, pues claro que lo somos. Mi primer beso lo di con casi cincuenta años, mi primer...como decirlo –polvo me parece grosero-, mi primer eso fue con casi sesenta, tanto tiempo esperando y mira, para esto tanto misterio, me dije yo a mí mismo, que ella tenía por ahí, que igual también era eso, que las ves con el ombligo al aire y te entra una cosa que ya, ya, que me lo dice Paquita, la enfermera del turno de mañana, ustedes los hombres solo piensan en dos cosas, que digo yo cual será la otra, que no me lo imagino, que solo tengo tiempo para pensar en el jueves (o sea mañana) por la mañana, que me voy, como tú, como todo quisqui. Mira, te lo digo otra vez por sí, que me voy a Finisterre o Fisterra, me voy, entre otras saludables actividades, a pensar, que no sé sí, quizás esto no es demasiado bueno, hay personas que piensan y aprenden, o entienden, entender no es bueno, ni saber, una vez que sabes una cosa quieres saber otra y así no hay quién viva, que no se puede saber de todo, o todo, por eso hay que quemar libros, uno al menos cada mañana, antes de desayunar, comida energética, nada de tonterías, hay un tabú con lo de la cultura, hay demasiados cultos, en cambio listos hay pocos, o muchos según cómo se mire,  que uno no sabe ya quién le dará la próxima extremaunción, aunque hay temas que no se pueden tratar en estos muros, hay mucha peña con cara de enfado y poca sentido del humor, debe ser cosa del estómago, que no van de vacaciones al sitio adecuado, pero el jueves (o sea mañana) espero estar ya allí, o antes, no  lo había dicho, por pudor, que no me gusta comentarlo, que uno es así, tímido, apocado, de pocas palabras, se asusta con facilidad, que todo esto y más lo había escrito ayer y me lo mandé a mí mismo y me equivoqué de cuenta de correo y resulta que el mensaje estará en el portátil guardado en el cajón de una mesa que no abriré hasta el 1 de septiembre, ya ves que cosas, que un despiste lo tiene cualquiera pero me ha hecho reescribir lo escrito aunque no se ha perdido nada ya que estoy disperso, con lo del viaje no me centro en lo esencial, la poesía, quizás no hay que saber, solo hay que sentir, lo siento, por ejemplo digo eso de Uso palabras ciegas, como palomas acurrucadas, / la súbita fragancia del azahar embriaga al viajero/desprevenido que llega en busca del destino. y me quedo tan ancho, tan bien, o aquello de Me sacaré los ojos si miro/ lo oscuro, cuando termine/ la espera de aguas turbias,/ líquenes, brocados que/ ocultan una daga en los/ labios abiertos del pecho. Esto de los blogs, de los muros es lo que tiene, que lo soporta todo, obra de arte o esto, farfullar, hablar por no callar, incontinencia verbal trasladada al papel que no lo es, superficie en blanco para gritar al viento, que me voy, queridos míos, procuraré escribir desde donde esté, si alguien quiere algo de mí, menos dinero, que lo pida. A la vuelta hablamos, señores, señoras, pasen y lean, aquí hay material. Agradezco su amabilidad y resistencia. Los besos a todos sin excepción.  

Muchas gracias.


Señorita esperando que llegue.

martes, 28 de julio de 2015

Tu voz (take two)




Tu voz me mata, me desarma, me inmoviliza, me abraza, un ratón entre las garras del búho, me seduce, me hipnotiza, pobre ardilla ante los ojos de una serpiente, me rompe, atado a cuatro carros de mulas, abona las flores de mi esperanza, me excita, tanto; trae tus caderas a mis ávidos brazos, me hace soñar, me acaricia, me disturba, me gusta, me gusta tanto, abre mis ventanas de par en par, se cuelan por ellas el sol y las dos lunas de Marte, me hiere dulcemente la afilada daga de tu voz, me golpea con manos de seda, me agita, una a una caen gotas de agua caliente sobre mi frente, se desbordan ríos gélidos por el cuerpo; como dicen que ocurre el segundo antes de morir, pasan por mi cabeza cada una de las veces que nos hemos amado; se desbocan los potros de mi deseo, se pierden cabalgando por fértiles campos de alta hierba; se abre la puerta de la imaginación y escapan todos los pájaros amaestrados, los que me cantan por las mañanas, los que alegran mis noches, el gavilán de tu prudencia se los come, en el aire, sin tiempo para posarse; mi caballo de lujuria se encabrita y piafa, babea y emblanquece sus belfos, el elefante asiático de tu realismo tapona la calle y no tengo hueco por donde pasar, ni lugar donde hacer cabriolas; me lleno de ay, como un cantaor flamenco, me vuelvo Camarón, suenan guitarras en mis oídos, yo soy una guitarra que tañes con esa voz hoy tan musical, como un aria desde el balcón de Julieta, no tomes el veneno, como un canto de bellas sirenas posadas en la roca de tu habitación que tan bien conocía; tu voz evocando los años pasados, tu voz lejana, cruel, de aristas, voz de modelo de Versace; tu cuerpo desnudo ondulando sobre aquella cama, precisamente sobre aquella; voz de ángel exterminador, voz de rencores y reproches -no me llevaste, no me diste, no quisiste, no pudiste, no fuiste capaz, no, tú no, pobrecito mío-; voz de reina de oriente y occidente, voz que me ata y remata, que me empareda, que me llena de gatos negros, de tarántulas, de ecos de mundos olvidados, de noches recordadas, de días arriba y abajo junto a la casa nueva esperando tu llamada, de caminar por la cuerda floja de mi cordura, de mis más luminosos días, de los más sombríos, de mi éxtasis, de sentirme pequeño entre tus brazos, de sentirme gigante contigo entre los míos, de ser capaz de saltar desde la más alta torre sabiendo que extenderías tus alas para amortiguar mi caída, aviadora de mediana edad que atravesaste mis océanos, mis desiertos, geóloga que entraste a mis cuevas más recónditas, a las más profundas, que me llevaste de la mano a lugares de mi interior que desconocía, de los que jamás había hablado a nadie, ni siquiera a mi mismo; tu voz es como un suspiro de los dioses, una uña subiendo por mi espalda, un hálito de la eternidad, abrir la caja de los truenos, como la lluvia del sur que arrastra todo en torrenteras, como ese hielo en la carretera, patinan mis carruajes, chocan contra los taludes, mueren los conductores; tu voz me deja en la jaula y tira la llave al fondo del lago donde aparece, trémula, la airada señora de la venganza; tu voz me llena de moratones, de estigmas, de huecos en los muslos, de telegramas, de pensamientos blancos, de nubes de tormentas sobre el Abra, de pensar y pensar en ti cuando corro y te veo vestida de azul y sonrisas, olvido que tu puerta está llena de cerrojos. Tu voz de hoy, la de hace un rato, es la primavera que no llega, el frío de ayer junto al molino, mis jadeos cuando subía la cuesta, mi impotencia de rodillas frente a ti, dos veces, mis lágrimas, mi depresión, mis gritos bajo el puente cuando pasa el tren, mis quejas al cielo aunque están comunicando, mi lastimera queja que yo no, que nunca antes, orgulloso como un hidalgo, como un samurai, como un hombre pobre que no extiende la mano aunque se muera de hambre, como el que fue rico y duerme en los soportales, sobre cartones, sobre el colchón de recordarte sin remedio, irremediablemente atado como el mono que baila al son de un organillo melancólico que maneja un músico cruel, tú misma con barba y sombrero, tu voz me arrastra sobre brasas encendidas, me pone una capucha negra, me quema los ojos como a Strogoff, me da cinco tiros en el pecho, me ametralla, me envenena, tu voz envenena mi delirio, ay ¿qué me ha dado amarte? ¿qué me ocurre desde que te has ido? ¿qué embrujo es este? ¿qué va a ser de mi? sin ti.
Tu voz.




lunes, 27 de julio de 2015

Sé que me escuchas.



Oh, Mujer sin niñez ni adolescencia, adulta constante, desde que nació.

Mujer Jericó, te he rodeado tocando trompetas, nada.

Mujer Lugo, he roto mi frente contra tu muralla, nada.

Mujer Reina me he postrado de rodillas frente a las escaleras de tu palacio, la frente humillada, nada.

Mujer Obispo, he orado, me he dejado un cilicio en el alma, he puesto velas a todos los santos, vivos y muertos, nada.

Mujer ornitóloga, soy ese pájaro desplumado que no paraba de chocar contra tus cristales.

Mujer miope, soy esa sombra que ha optado por el silencio.

Mujer sorda, soy ese hombre que ya no gesticula al otro lado de tu mundo, no, no es una película muda, es que no hablo, esta película no la has visto.

Soy este hombre desarrapado y orgulloso que recoge los cartones de su propia entrega, ese que silba por otras calles, el que ha decidido cambiar de cara, de dientes, de ojos, de discurso y aquí estoy, en el reino del silencio.


Sé que me escuchas, cabrona.

domingo, 26 de julio de 2015

Carta abierta a una mujer cerrada.



Te he escrito antes tantas cartas con toda mi alma que la que te envié anoche es una niñería, una pataleta, apenas un juego tonto, un apunte en los márgenes de nada, una travesura ridícula, un harakiri sin anestesia, un quiquiriquí de gallo desplumado y mojado en un gallinero sin gallinas, un brindis a la luna, una chiquillada resentida solo para darte una vez más la razón, tú, la más lista, oh, alabada sea tu alma pura, tus altas miras, tu capacidad para decir no, nunca, y ser consecuente, tu valentía para desgarrarte el corazón con los dientes y dejarlo ahí, en la alambrada que divide, tú ahí y yo aquí, prohibido el paso, no hemos podido ser ni siquiera amigos y además es imposible. Buf.

Te he escrito a borbotones, con rabia. 
¿A qué viene esto? –dirás-. 
Me callo y tú no hablarás, ya, pon cara de no entender, enfádate, menea la cabeza, si ya lo sabías, tú lo sabes todo.

Sigo frente a tu ventana.

sábado, 25 de julio de 2015

Tony Soprano.


Lo sé, he llegado tarde a muchas cosas, no se puede estar en dos sitios a la vez  (y no estar loco), no he leído todos los libros (y no por falta de ganas), no he estado en Pekín (de momento), no he escuchado según qué músicas, no he visto algunas películas, me falta de conocer (personalmente) a varias personas interesantes (sé que están ahí, esperando), no digamos del amor (no lo decimos, no vaya a ser qué).

Vale, no me agobies, no hay tiempo para todo.

Sí, he llegado tarde a muchas cosas, alguna vez por pura ignorancia, por la prisa, porque he optado por otras actividades, gustos o por estar sentado debajo de una parra viendo a las hormigas.

Tampoco es para cortarse las venas.

Por ejemplo la tele, no me gusta la tele, me aburre, aunque debo reconocer que en los últimos meses me he aficionado a las series, a algunas series. He disfrutado con “True detective”, “Breaking bad”, “Top of the Lake” o “Boardwalk Empire”. Pero declaro que para mi vergüenza y oprobio no había visto ni un solo capítulo de la serie reina, la mejor, “los Soprano”. 

La he descubierto (tarde, tardísimo, lo sé) y estoy entusiasmado. Qué guion, qué interpretaciones, qué personajes. Me he visto la primera parte en un plis plas y estoy colgado con la segunda.

Lo siento, no puedo seguir, está muy emocionante.


Ya está

Ya está

 
"Uno se pasa los días y los meses tratando de escribir algo. Algo: un párrafo, una frase que contenga un poco de verdad, que resulte —uno es soberbio y vil, vanidoso— mejor, más grande que la vida. Sale bien, sale mal, sale peor. A veces —uno cree— sale. Y entonces un lunes cualquiera uno se sienta a escribir y recuerda unas líneas que leyó hace tiempo. Una de esas cosas que se escriben en cinco minutos y se dejan sobre la mesa. Algo sin importancia. Algo como “son las cinco, voy al mercado y vuelvo”, o “te dejé tarta en la heladera”. Una anotación, una pequeña nota. Solo que esta era una nota que la escritora brasileña Clarice Lispector le escribió a un linotipista, el encargado de armar, con letras de plomo, los textos que ella publicaba en el periódico. La nota decía: “Disculpe que me equivoque tanto con la máquina. Primero, porque mi mano derecha resultó quemada. Segundo, no sé por qué. Ahora un pedido: no me corrija. La puntuación es la respiración de la frase, y mi frase respira así. Y si a usted le parezco rara, respéteme también. Incluso yo me vi obligada a respetarme. Escribir es una maldición”. Cuatro renglones. Cincuenta y nueve palabras cargadas de agresividad y de devastación, de insolencia y de hartazgo. Una enervada y humilde y arrogante plegaria en defensa de las comas y los puntos que es, en verdad, el rastro de un cuerpo, la cicatriz de fuego de una vida entera. Y ese mismo lunes, en plan de recordar barbaridades, uno recuerda aquel poema de cuatro versos (ay, de cuatro) que escribió la uruguaya Idea Vilariño: “Si te murieras tú / y se murieran ellos / y me muriera yo / y el perro / qué limpieza”. Y uno se dice —con rabia, con el corazón cubierto de espuma, con celo, con furia, con colmillos— que mejor callar. Que para qué. Que ya está."

Leila Guerriero





viernes, 24 de julio de 2015

Mirada alrededor.

Balada de la nota borrosa.

Si por causalidad
encuentras
esta nota borrosa,
que alguien
te lea lo que dice.
Hoy
sólo soy un hombre
vencido por la noche,
hoy
sólo soy un hombre
o algo así,
caminando borracho por la carretera.
Soy un extraño para cualquier extraño y eso es todo,
pero, si por casualidad encuentras
esta nota,
quiero que sepas
lo que dice:
no
he sabido
olvidarte.

(Manu Cáncer)




Ando rebuscando por aquí y por allá para escribir lo que no leo. Ojeo, absorbo, estudio, colecciono imágenes, me empapo, filtro voces, conversaciones, actitudes, emociones, dibujo, trabajo, me ilusiono, sufro, trazo líneas, mancho papeles con vino, con grasa, con lágrimas.

Esta obstinación debe tener un sentido, algo que se me escapa ahora, algo que no veo, incluida esta reiteración, este empeño en decirlo una y otra vez.

Sin embargo, es un empeño inútil, absurdo, equivocado –escribir, digo-, la vida está al otro lado de la calle y ahora hace mucho calor y me llama la tentación, que no vive arriba sino al lado y lo que quiero es salir al camino a buscar (me) de nuevo, a olvidarme de todos, purificarme en un río de realidades y andar sin detenerme ni mirar atrás.



Quisiera romper esta página, separar sus líneas a mordiscos, cortarle las manos, liarme a puñetazos con las sombras, golpear la distancia, espantar las palabras por los prados de esta red inmensa y fría, sin alma, negra y miedosa, con nombres que no lo son, con absurdos alias que disfrazan y permiten decir lo que no decimos mirando a unos ojos vencidos por el desasosiego, el miedo, la necesidad de reposar la cabeza en un hombro amado.

Hoy no hay dulzura, no la tengo, tengo este amargo sabor de saber, esta certidumbre de que aquí está el pescado vendido, que este rincón se ha quedado pequeño, mínimo, lejano, que aquí hay trampa, son mentira los besos, las lágrimas, lo sagrado, es mentira el miedo y los deseos, solo es real la soledad y el tiempo escapándose por un agujero negro.

Hoy estamos vivos ¿y mañana?
Es igual, nadie lo sabrá, somos muchos y de este texto pasaremos al siguiente. 
Va, un aurresku de honor y abajo el telón, mañana –si estamos vivos- más.

Y mejor (espero)


No sé si esto ya lo he dicho antes.
¿Qué?
Eso no me lo dice usted en la calle.
¿Cómo?
(Y llegan a las manos)



jueves, 23 de julio de 2015

Qué noche, aquella noche del siglo XX.



Qué noche la de aquel día, qué noche la de aquel siglo en el que fuimos, éramos, las noches y la vida eran nuestras, el futuro era una escalera por la que subíamos sin mirar atrás, a los lados, ensimismados en un presente sin augurios ni otro sobresalto que buscar la felicidad por los rincones de los días, por las caras que cambiaban en un carrusel de experiencias, todo era nuevo y el amor estaba entre los matorrales, agazapado como un leopardo albino, presto a saltar sobre nuestros corazones indefensos, inexpertos, no teníamos miedo al barquero, a ujieres con corbata, a sotanas ni uniformes, al caminante sobre el lago de la moral, a gurús vociferando debajo de las pancartas, al lucero del alba y la música era alimento principal, la amistad corría por nuestra sangre hasta que una noche, fue de repente, nos enamoramos y colorín colorado este cuento ya nos lo habían contado y esa puerta nos llevó a otra y a otra, laberinto donde perdimos los martes y el pudor, camino con atajos, lobos aullando en la soledad de rostros sin boca, angustia de no vernos a la salida de liceos abarrotados, el trabajo, los cementerios que comenzaron a llenarse, la ginebra en las rocas, estupor por tantas cosas que no conocíamos, las semanas se volvieron muy largas, un domingo dejamos de cantar y hasta hoy, pero que nos quiten lo bailado.


miércoles, 22 de julio de 2015

Comunicado.


La dirección del Hospital Blogger Center de New York comunica que ante las reiteradas quejas de diferentes ciudadanos alojados en esta institución por el acaparamiento de espacio y tiempo en el uso del ordenador ZZTop de la sala principal del segundo piso y los problemas de convivencia y orden generados por esta circunstancia, ha decidido:

1.- Retirar el disfrute del citado servicio y material al alojado número 1234765Pj33.X página Glup, sección 2.0.

2.- Impedir el uso de la sala del ordenador a este alojado incuso en horas nocturnas para evitar insomnios o desajustes eróticos en el resto de beneficiarios.

3.- Castigar con el corte progresivo de los dedos de la mano derecha a este asociado no solidario por su reiterada indisciplina en la publicación de su “Blog” sin los debidos permisos de esta alta dirección.

4.- Asimismo, para escarmiento y aviso a navegantes, se está estudiando la implantación de elevadas multas a los usuarios de la tecla Ñ del teclado, ya que solo sirve para que, año tras año, los risueños niños congoleños sean motivo de engaños en los aledaños de los roñosos caños de estaño de los albañales donde sueñan con ruiseñores y señores ñoños que hacen guiños a las niñas españolas en los baños, se extrañan de los pequeños paños con que se ciñen el moño, tañen cañas de gran tamaño y a pesar del empeño de las carantoñas de las añas extremeñas se emponzoñan sus ceños mientras empuñan puñales bruñidos por un tacaño y con las señales de puñetazos no hay mañana que no haya riña con piñas y leños, con daños en las uñas de los tiñosos hasta que las doñas ponen cuñas en los gañotes del coñac y desde las espadañas santiagueñas hasta las peñas mañas resuena el español ¡coño!.

5.- Lo que hacemos público para su general conocimiento.

6.- Se va a enterar.


martes, 21 de julio de 2015

Volar


Se trata de construir máquinas más pesadas que el aire que vuelen propulsadas por cohetes. (*)
Si dentro pueden viajar seres humanos, mejor.
Si no pueden, nos contentaremos con enviar perros, pájaros o monos.
El motivo es explorar qué hay más allá de las nubes.
Después llegar a las estrellas (**).

En cualquier caso esas máquinas voladoras deberán llevar implementados aparatos que nos permitan tomar daguerrotipos desde las alturas. No tanto por curiosidad científica sino por tener las pruebas que nos permitan la financiación, bien de los dineros públicos, bien de empresas privadas que necesiten divulgación de sus productos (***).


________________________________________



(*) A pesar de lo que diga el profesor Newcomb. Sus demostraciones matemáticas sobre la imposibilidad de volar con algo más pesado que el aire están muy bien para estudiantes pasmados o para sus retrógrados colegas. Iniciaremos una campaña de desprestigio (avisar a Langley).

(**) Los rusos también están en ello. Clausius nos ha informado desde el instituto Sternfeld de Moscú que el doctor Kibaltchich ha propuesto unas máquinas voladoras accionadas por motores de explosión. Deberemos obtener los planos de sus maquetas (enviar a Berthelot como soporte de operaciones).

(***) Nuestra sociedad de los Nueve Desconocidos, desde los remotos tiempos del emperador Asoka, desde la conquista de Kalinga, quiere que todos los seres animados disfruten de seguridad, de la libre disposición de sí mismos, de paz y felicidad. Este proyecto de las máquinas voladoras, por encima de lo místico, del éxtasis y lo sobrenatural quiere continuar defendiendo estos valores. Ahora, más allá de las estrellas, en los confines del universo (se admiten donativos).


Lee y pásalo.

lunes, 20 de julio de 2015

Eh, tú.



Rooom, estoy seguro (¿sí?) que nada es lo que era. Es fácil llegar a esa conclusión. (¿O es un principio?) Que será (¿o no?), también. Aquí tenderemos al cambio (ya vas a ver). Tengo la certeza desde hoy mismo, a la una (en punto) del mediodía. Estaba sentado frente (¿o era dentro?) al Guggenheim y se me ha aparecido Richard Serra, entre nubes de metal, rodeado de ángeles rubios tocando la trompeta, vestidos con uniformes de las SS, unos, sujetando por el cuello, otros, a un coro de caimanes llorando (generación culpable de Auswitch ¿de qué seremos culpables nosotros?). Me ha dicho con voz de tenor:”este agosto escribirás en el fin del mundo para dejar en este rincón, en septiembre, parte de tu alma, un trozo de cerebro y limaduras de los pulmones, dejarás dos dioptrías, un suspiro y todo el corazón”. He caído con San Pablo al suelo (a la vez, cataplúm) y él ha continuado: “necesito de ti una prueba”. (Oh, Dios). Justo entonces me ha llamado X y el cielo ha empezado a arder. Impresionante, las gentes ardían, la ría ardía, mi tráquea ardía y XX ahí, esperando (me) al final de una calle. He llegado cojeando, saltando trampas, saltándome y XXX sonreía, me mantenía a distancia, como una boxeadora en el primer round, midiéndome, buscando la distancia y... (Alto, si cuento todo hoy ¿qué contaré mañana?) Gerhard Ritcher , benévolo, sonreía desde las alturas. (Esperarme, enseguida vuelvo, mañana ¿estás seguro?). Zipp, zapP.




sábado, 18 de julio de 2015

Lecciones de anatomía (5).




Ocurrió una tarde, habíamos ido a llevar un ramo de flores a la curva de los periodistas. La oblicua luz del atardecer era tan intensa, tan bella que apartamos la mirada. Justo antes, durante un instante, la vi, transparente, todo su conocimiento, todo su saber, el amor relegado entre desarrollos de turbinas y análisis de manganeso, entre neurosis obsesivas y vinculaciones longitudinales. Así ocurrió, minuto a minuto la fui apartando tanto que no pude volver a encontrarla. Ella fue al norte y yo a sur. Lástima que el coche era de ella. Regresé andando, ignorante, solo, pero libre. Algo aprendí en esta historia, soy un experto en anatomía. Por cierto ¿sabes qué es la ofiolatría?, ¿y un decurión?, ¿sabes qué es la poliginia?, lo cuento otro día.



La anatomía (del lat. anatomĭa, y éste del gr. ἀνατομία [anatomía];1 derivado del verbo ἀνατέμνειν [anatémnein], ‘cortar’ o ‘separar’;2 compuesto de ἀνά [aná], ‘hacia arriba’3 y τέμνειν [témnein], ‘cortar’)4 es una ciencia que estudia la estructura de los seres vivos, es decir, la forma, topografía, la ubicación, la disposición y la relación entre sí de los órganos que las componen.
El término designa tanto la estructura de los organismos vivientes como la rama de la biología que estudia dichas estructuras, que en el caso de la anatomía humana se convierte en una de las llamadas ciencias básicas o "preclínicas" de la medicina.[cita requerida]
Si bien la anatomía se basa ante todo en el examen descriptivo de los organismos vivos, la comprensión de esta arquitectura implica en la actualidad un maridaje con la función, por lo que se funde en ocasiones con la fisiología (en lo que se denomina anatomía funcional) y forma parte de un grupo de ciencias básicas llamadas "ciencias morfológicas" (biología del desarrollohistología y antropología), que completan su área de conocimiento con una visión dinámica y pragmática.
(De Wikipedia)

viernes, 17 de julio de 2015

Lecciones de anatomía (4).



Ella era caprichosa, calzaba zapatos de Salvatore Ferragamo y sin más atuendo realizaba autopsias a las moscas del vinagre. Una tras otra eran estudiadas en su aparente simplicidad. –Mira, mira, aprende- me decía. Pero aquello me parecía una cochinada. Como cuando quiso entrar en la mirada de los equinos y clavó el bisturí en un ojo de caballo que le consiguió el carnicero de la plaza. En aquel tiempo lo único bueno era, mientras ella se dedicaba a la sinología, escuchar a las alondras fuera, en el jardín cercano, en un mundo lejano al acostumbrado, aquel en el que yo vivía. Al atardecer volvíamos a lo nuestro y ya estábamos familiarizados con nuestras anatomías, tanto que a veces no sabíamos dónde terminaba uno y dónde empezaba otro pero, por si acaso un golpe de olvido nos negaba, insistíamos en la cópula, en la afición, tanto nos amábamos que estábamos justo en el límite del canibalismo con aquello mordiscos tiernos pero firmes. Ay, qué lejos nos lleva el estudio de cuerpo humano.      


jueves, 16 de julio de 2015

Lecciones de anatomía (3).


En aquel entonces también aprendí que desde mediados del siglo XV en la custodia de asiento se adoptó la forma de torrecilla o templete ojival, sostenido por una base artística quedando en medio una lúnula o viril de plata u oro para colocar en él visiblemente la hostia. Jamás lo hubiera imaginado, esa utilización del “viril” en una custodia me llenó de confusión. Uno era (es) bruto, nada inclinado a piezas y ornamentos religiosos, pero especialmente propenso a eso de la virilidad. Por eso, aquella noche, para compensar, la amé repetidamente. Ella no consentía su propio goce, desnuda pero mística me susurraba -Cioran decía que “el orgasmo es un paroxismo; la desesperación, otro. El primero dura un instante; el segundo una vida”-. Ni con esas perdía mi excitación, tanto la deseaba, seguía a lo mío/nuestro, el estudio de nuestra propia anatomía, erre que erre, coito tras coito, ensimismado, entregado, obnubilado, exagerado. Ella era una cursi, vale,  pero estaba de toma pan y moja y allí mojando pasaba las noches que cuando me pongo…  


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