Paessagio urbano Franco Fontana Prague, Czech Republic, 1967


domingo, 24 de mayo de 2015

Resistiré.


A Russian soldier in the Reichstag surrounded by walls covered in Russian graffiti, the Soviets having left their mark on the Third Reich’s headquarters. May, 1945.


Se lo contaba a él, al mentiroso, al traidor.  Me lo imaginaba enfundado en un uniforme, no sé de qué, de guardabosques solitario o de vigía de ciclones, de coronel de infantería o de farero en algún puerto de la Mancha, yo qué sé, algo de respeto, con gorro de plato y mallas negras,  con  cara seria y con la elocuencia de los dedos y el silbido, tanto que al intuirlo mis pájaros huían desde los zarzales hasta un cielo que les traicionaba en su contraste de luz –caían abatidos, claro- , y los pequeños roedores ni te digo, esos sí que no tenían posibilidad de fuga, ahí estaban, con los brazos en alto, contra el muro donde, mirando el más acá sabiendo que el más allá es privilegio de los grandes saurios, de los hipopótamos bailarines y a pesar de todo contaba cosas como estas al  tipo aquel, tan serio, tan falaz, que no merecía más tiempo y sin embargo.



Era de Burt Lancaster, no recuerdo el nombre de la peli. El malo se acercaba entre las sombras de la noche a la puerta de una catedral, miraba a derecha e izquierda y con un cuchillo dejaba un mensaje clavado en la madera. Al llegar la luz del día los guardias del conde se alborotaban, desclavaban el papel, lo llevaban al castillo seguidos por niños desarrapados y mendigos varios, los trompeteros tocaban las trompetas (claro, ¿qué van a tocar?), el bueno de Burt y su amigo el mudo daban volatines y trompazos a los soldados atontados, la chica estaba de mojar pan (con aquel escote…), a lo lejos llegaban refuerzos a caballo, creo que del rey (no recuerdo qué rey, el de bastos, por decir alguno) había un desfase histórico y era en technicolor, los chavales alborotábamos en el paraíso (no en el terrenal), las chavalas no y al final lo menos importante era lo que decía el mensaje porque el conde no sabía leer, creo que nosotros tampoco pero lo pasábamos de p. madre y luego esperábamos a las que no (esas chavalas que decía) y les invitábamos a chicles y paseos y ni siquiera teníamos pelos en las piernas aunque sí en la cabeza y en el contraste está(ba) la gracia aunque después nos hicimos mayores y ya entendimos que el medio era el mensaje o eso dijo Woody en la fila (cola) para entrar a un cine de Manhattan y procuramos adaptarnos al medio, o sea cómo nadar, que según sea el caudal (del citado medio) hay que saber utilizar el estilo braza o la mariposa, un suponer, que en Karraspio nadaba a mariposa nada más que para mariposear (Encarni me miraba desde la orilla, Encarni sí, no todas sí, más que nada por la época y perdona que me extienda en lo de siempre, en el sí) y en las piscinas segovianas nadaba a estilo libre (es decir, como quería) y no hacía olas pero si aplaudían, que en eso siempre he tenido suerte, en el cariño recibido (también en el otorgado ¿eh?) eso que soy tuerto (pero solo de un ojo) así no me nota el estrabismo, ni el reuma, que el tiempo pasa y aquellos polvos trajeron estos lodos y me patinan las ruedas, me patinan más cosas pero esta es una página autorizada para todos los públicos y no es cosa de escandalizar a los lectores que, por cierto, siguen siendo tan inconscientes y tan amables de seguir viniendo y, oye, que te estimula o te estiburro, incluso estionagro, ya ves, metonimia, que te quedas más ancho que largo, háztelo mirar (girar, tirar, virar, yirar –lunfardo-) que quizás estamos intentando llegar a la luna y resulta que Eldorado está en Cuenca (un suponer). Por cierto, estoy mirándome,  lo mío (y no me encuentro). Resistiré.


2 comments :

Ning Jie dijo...

He empezado a leerlo modo seria. Era lo que correspondía. Pero me he ido tronchando por el camino (no de dolor, de la risa)... Estilo libre, tuerto, lodos, estiburro, lunfardo, Cuenca, resistir... Qué lujo!

Pedro M. Martínez dijo...

Ning Jie, tú sabes muy bien que pasar de lo profundo a lo superficial solo se consigue llegando al fondo y dándose impulso con los pies. Bien es cierto que luego hay que bracear con energía, la orilla siempre está lejos. Voy a la altura de las Azores.

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