sábado, 4 de abril de 2015

Viajera

…y mira con cuánta risa
el blanco lirio en camisa
se está burlando del hielo

(Góngora)




Pronto llegará el verano. En esta mañana gris me encuentro confundido. Dudo entre salir a pescar ballenas o dejar que me trague una de ellas, recorrer en su vientre las profundidades de los océanos, las simas abisales que aún no conozco, rastrear las incógnitas submarinas.

De golpe recuerdo que apenas sé nadar y opto por mecerme en un mar de ardentía. A lo lejos una sirena canta “porque ha perdido una perla llora una concha en el mar”. La nostalgia me atrapa como un pulpo gigantesco y el paraíso de mi infancia va y viene entre inmensas olas de caricias maternales, ternura de mis abuelas y dulzura de mis tías. Sobre esas olas, en una pequeña embarcación de recuerdos, navegan mi padre, abuelos, tíos, los hombres de mi familia con sus voces graves, los que reían a carcajadas, me llevaban de la mano y decían que los chicos no lloran.

Seguí su ejemplo durante años, cambié mi voz, me negué a llevar camiseta de tirantes y boina, reí, no lloré. Y así la vida fue pasando con una elegante y apasionada serenidad. Hasta que llegaron las muertes, la nada. Entonces no lloré, no sabía.

Un día cualquiera, no recuerdo la causa, pudo ser un amor no correspondido, una partida, un regreso, el sufrimiento de un niño, el desvarío de un anciano, la acumulación de sentimientos, no lo sé, no lo sé, pero fui otro, y yo, supe, olvidé lo que me habían enseñado, aprendí. Y lloré.


Jonás me toca el brazo y me invita a seguir remando, a dejar de soñar. El mar se encrespa y contamos gaviotas en vuelo, la costa está cerca y en la playa distingo cuerpos de león con cabezas de hombres barbudos, tumbados, alados. No sé si hemos llegado a Mesopotamia o el problema es que no sé cómo continuar. Lo dejo por hoy.









Ardentía es una reverberación luminosa que se puede ver en el mar, que se percibe, generalmente y de mejor manera, durante las noches de luna llena y que además sirve de guía a los pescadores, pues se trata de una señal de que hay peces cerca y sus jornadas dependerán del tamaño de la ardentía. Este fenómeno se produce por la concentración de microalgas llamadas plancton, cuyos colores, ayudados con la luz de la Luna, dan paso a una explosión luminosa. Como si se tratase de fuego en el mar, por los brillos y colores que ella emana, la ardentía es resplandor, pesca y poesía, que se concentran en una sola manifestación de la naturaleza

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