jueves, 31 de julio de 2014

Caminando hacia agosto.


Que cantan hasta los que no cantan. Que sería fácil, o bastante, sorprender a los pacientes seguidores del intento, del cambio, de la mudanza en estos tiempos con fotografías de paisanos que viajan a países a los que antes no se viajaba, antes no se hacían demasiadas cosas-. Por ejemplo Jolie Holland, que es una señorita a la que no conoce casi nadie pero que el “Old Fashioned Morphine” lo borda, y otras cosas. O el McFerrin ese, que parece que solo haga ruiditos con la boca y le ves ahí, en Alemania creo, delante de una orquesta de tres pares, dirigiendo y dando una lección de cómo. Hay fantasmas en las esquinas, ya lo creo, sobre todo en Galicia, que lees a Yolanda Castaño y no te extraña. De Galicia sólo te extraña una cosa, que sea tan bonita. Y no es que uno no viaje, no, uno viaja, ayer mismo estuve al borde de un espejo, casi paso al otro lado pero recordé a Alicia y teniendo en cuenta que el lunes, me dije, alto, no, quieto. O cuando he estado en México, con tantos mexicanos, está aquello lleno de mexicanos, que al principio tenía una cierta prevención, cosa, que si las comidas picantes, que si los taxistas, que si el peligro, bah, el peligro está dentro, en el miedo, no se debe tener miedo. Yo a veces me tengo miedo, sobre todo cuando me miro, siento en la cabeza como una red que se inflama, dentro, que me llena eso del cerebro y me duele, es cierto, me duele y no puedo pensar, que se me alteran los circuitos y temo volverme majara. Esto no se lo he contado a nadie pero como se acaba el mes pues hala. Está lo del hilo, usted aparta el polen, el vaho, se quita el bozal y ahí está el hilo, brillando a veces, desde un tejado desvencijado hasta otras azoteas, tenso y vibrando, emitiendo, ni un gato podría hacer equilibrios sobre él, es un hilo tensado, conductor, made in China, ahora casi todo se hace en China, que levantas la tapa del y es chino, que la bajas y no, que te compras un jersey de angora y no lo es, es chino, claro. Creo que es posible que yo mismo sea chino, al menos hasta (o desde) hoy, o tengo reminiscencias, lo de los ojos, lo de los remos entrando en el agua de los recuerdos, alterando la superficie, lo superficial, entre los brezos y los sabores de regaliz, sobre el mármol del mercado con peces boqueando, con vacas o lo que quede de ellas, en República Dominicana les gusta el chivo, en una boda en la que estuve hubo cabrito, me dijeron que tengo familiares en el Bierzo, el edredón nos cubre y ya es casi la hora de olvidar, los espantapájaros se quedan aquí, en julio, creo que son los únicos, ah, y los chinos, no tengo ni idea qué tiempo hará ahora en China (en inglés se pronuncia chaina, o así), lo mismo están con monzones, o con terremotos, o tsunamis, por esos sitios tan raros pasan cosas raras. Aunque me gustaría saber si para ellos no somos nosotros los raros, como ellos son muchos quizás todo es inverso y comer dragón cocido es lo normal y no esos rollitos de primavera con quién sabe qué, que están ricos sí, pero ¿qué tienen?, col dice ese listo de verde, que es justo debajo de dónde nacían antes los niños, los niños nacíamos en sitios muy raros, nos traía la cigüeña, esas tonterías, y lo de la semillita, qué cosas nos han contado, y dicen que somos especiales, pues claro que lo somos. Mi primer beso lo di con casi cincuenta años, mi primer...como decirlo –polvo me parece grosero-, mi primer eso fue con casi setenta, tanto tiempo esperando y mira, para esto tanto misterio, me dije yo a mí mismo, que ella tenía por ahí, que igual también era eso, que las ves con el ombligo al aire y te entra una cosa que ya, ya, que me lo dice Paquita, la enfermera del turno de mañana, ustedes los hombres solo piensan en dos cosas, que digo yo cual será la otra, que no me lo imagino, que solo tengo tiempo para pensar en que me voy, como tú, como todo quisqui. Mira, te lo digo otra vez por sí, que me voy al fin de la tierra, un buen sitio para los que entienden, entender no es bueno, ni saber, una vez que sabes una cosa quieres saber otra y así no hay quién viva, que no se puede saber de todo, o todo, por eso hay que quemar libros, uno al menos cada mañana, antes de desayunar, comida energética, nada de tonterías, hay un tabú con lo de la cultura, hay demasiados cultos, en cambio curas hay pocos, están los seminarios vacíos, que uno no sabe ya quién le dará la próxima extremaunción, quién le bautizará, aunque hay temas que no se pueden tratar en los blogs, eso no lo saben muchos, están siempre con cara de enfado, hay mucha peña con cara de enfado, debe ser cosa del estómago, que no van de vacaciones al sitio adecuado, pero el jueves, tempranito se van, millones, no te lo había dicho, por pudor, que no me gusta comentarlo, que uno es así, tímido, apocado, de pocas palabras, se asusta con facilidad, que todo esto y más lo había escrito ayer y me lo mandé a mí mismo y me equivoqué de cuenta de correo y resulta que el mensaje estará en el portátil guardado en el cajón de la mesa que no abriré hasta el 3 de septiembre, ya ves que cosas, que un despiste lo tiene cualquiera pero me ha hecho reescribir lo escrito aunque no se ha perdido nada ya que estoy disperso, con lo del viaje no me centro en lo esencial, la poesía, quizás no hay que saber, solo hay que sentir, lo siento, por ejemplo digo eso de Uso palabras ciegas, como palomas acurrucadas, / la súbita fragancia del azahar embriaga al viajero/desprevenido que llega en busca del destino. y me quedo tan ancho, tan bien, o aquello de Me sacaré los ojos si miro/ lo oscuro, cuando termine/ la espera de aguas turbias,/ líquenes, brocados que/ ocultan una daga en los/ labios abiertos del pecho. Esto de los blogs es lo que tiene, que lo soporta todo, obra de arte o esto, farfullar, hablar por no callar, incontinencia verbal trasladada al papel que no lo es, superficie en blanco para gritar al viento, que me voy, queridos míos, procuraré escribir desde donde esté, Finisterre, si alguien quiere algo de mí, menos dinero, que lo pida. En cualquier caso a la vuelta hablamos, señores, señoras, pasen y lean. Agradezco su amabilidad y resistencia. Los besos a todos sin excepción. Muchas gracias.





miércoles, 30 de julio de 2014

Medir la distancia.

Este es un momento de regreso del más allá. Estaba sentado bajo la zarza cuando, entre liebres en tropel, se me ha aparecido Joseph Beuys, con su sombrero y su gabardina. Me ha hablado en alemán y le he entendido todo menos dos.





No puedo reproducir sus palabras (1) exactas, pero en esencia me ha dicho que diga (2): Chicas, chicos, sumergido en la tentación permanente de la incoherencia me dirijo a vosotros, oh lectores, para solicitar vuestra ayuda. No es por no escribir ¿eh? que si hay que escribir, se escribe, pero sé que muchos no dicen nada por pudor, por miedo escénico, por no someterse al encanto de bajar las escaleras que conducen al foso de la controversia, de la exposición, del quitarse la ropa, prenda a prenda, de la desnudez del sentimiento, del yo la tengo más corta (3). Va por/para ellos.

Decía lo de la ayuda y digo, necesito inspiración, suspiros, un toque de generosidad, una limosna intelectual, que es mejor de pedir que de robar. Temas tengo, historias me sobran, también inspiración (4), tiempo no, ni melena rubia, ni ganas de recorrer paso a paso la línea extranjera del tú y yo, salto, Bob Beamon, record de colgarme de los hígados y salpicarlo de ternuras, experiencias, mentiras y fantasía. Lo que pasa es que Beuys y yo queremos implicaros en esta aventura de escribirnos lo cotidiano, que estamos vivos, tíos, que estamos en ebullición, en la caldera de la vida, blup, blup, blup.



Pero me centro, me someto, me distribuyo, va, buena gente, quiero, solicito, ruego, que enviéis vuestros gustos, aficiones y eso –mi canción preferida es, anécdotas, mi escritor preferido es, mi poema atroz es, historias para no dormir, mi músico era, me gusta, o, me gustaba, y, pienso en, soy, era, cuando, odio, dibujo así, pinto así, no pinto nada, odio a mi padre, amo a mi madre, doctor ¿es grave?, mi postura preferida es, soy verde, tengo pecas, me gusta mi vecino, no sé leer, mi hermana es bella, mis rosales están invadidos por mariposas azules, soy mudo, lo que se me ocurre es, imagino que me sodomiza un zulú albino, sueño con serpientes, una vez fui, una vez amé, una vez odié, una vez pasó por mi puerta la tentación y miré hacia otro lado, etc-. Puede ser anónimo, por supuesto. Insultos no están permitidos.

En principio (5) no voy a pagar nada, en dinero digo, pero contareis con todo mi agradecimiento, con mi estima, con un vale para el cobro en especias, con citas clandestinas, con vuestra fotografía photoshopeada en portada, con noches de amor y lujo en hoteles del sur de Francia. Y besos virtuales, a montones (6)

Esto es un acto experimental, un intento, una cable entre aquí y ahí, un salto al vacío, para llenarlo, un gesto entre lo inmóvil y la mueca, una sonrisa de gato de Ceshire. Joseph Beuys se desvanece en la arcilla con un coyote entre los brazos, con un avión enterrado en la nieve, con un fondo negro en el que destacan fórmulas para no saber que, etc.

No sé si me he explicado, no sé si ha quedado claro.

Sé que os espero en pedromg@gmail.com y que a partir de ahí saldrá lo que salga. (Mejor ahí que directamente a los comentarios)

Te veo ¿eh? Anda, manda algo, ya. ¿A qué esperas?

Pero algo corto ¿eh?


(1) Por mi problema en el paladar.
(2) Atentos que luego decís que no entendéis.
(3) La expresividad.
(4) Tengo una musa alquilada.
(5) Ni al final, nunca. No os hagáis ilusiones monetarias.
(6) Para los otros me faltan labios.

martes, 29 de julio de 2014

Un día cualquiera

.
En el principio.

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

(Blas de Otero)



Un día cualquiera antes de marchar, no sé si ya me he marchado. Escribo a ratos, como sé, como me sale, intentándolo en cada página, más allá de la posibilidad de que alguien lo lea o queden las palabras suspendidas en el silencio, cristalizadas, transparentes, sin sentido, humo, nada.

Un día cualquiera preparando guisos, textos llenos de defectos, escuchando la imprevista lluvia de julio en el tejado. Tomando a sorbos un ribeiro que me regalaron en Vigo. Huelo la hierbabuena que me recuerda a mi abuela Lucía. Doy vueltas en una caminata imaginaria por la muralla de Lugo. Me miento como necesidad. Añoro amores imposibles. Miro en el espejo la cicatriz de mi espalda. Acaricio el brazo de la mujer que amo. La calle está llena de corredores imaginarios que esperan el 31 como una meta que no acaba de llegar.

Un día cualquiera por sorpresa has entrado en la página y las palabras reviven, se llenan de colores, se vuelven perlas que desbordan la cesta de la voz y rebotan en la mesa, caen al suelo en hilos de oro, iluminan y poco importa lo que quise decir, dice lo que lees y eso es tan nuevo, tan milagroso que me callo y dejo seguir este día cualquiera.



lunes, 28 de julio de 2014

Una obra de arte.


El silencio, sabes, no tiene censura, y hay circunstancias en que el silencio es subversivo…(“Will it be a likeness” John Berger and Juan Muñoz, 1996.) 






(Al salir de una exposición de Juan Muñoz)

Una obra de arte no necesita del espectador.

Funciona por sí sola.

Una obra de arte perdura aún enterrada, ignorada, ajena a modas y tiempo, independiente a la fecha de su descubrimiento (incluso por un único y eventual espectador).

Es.

Indiferente a imposiciones estéticas, a cual sea la fórmula de expresión.

Está.

Por encima del soporte, pared, lienzo, papel, idioma, instrumento, medio, método, plástico, técnica, pantalla, celuloide, vinilo, hierro, voz, estilo, piedra, viento.

¿Quién define qué es una obra de arte?

Los sabios, los críticos, los poetas, un consejo de ancianos, los vendedores de obras de arte, los directores de periódicos, los intermediarios, los oportunistas, un loco, un niño. (No intenta ser una respuesta)

A falta de otras revoluciones, el uso de internet abusa de artistas, una legión de virtuosos, de creadores, de genios, de autistas pintando en la pared con el dedo, de visionarios de nubes, de fenómenos sin abuela que emborronan cuadernos que ya estaban escritos, palimpsesto sobre palimpsesto y así indefinidamente hasta el aburrimiento, el bostezo, la falsedad, hablar por no callar, lo necio, a veces (hoy se me han terminado las adulaciones).

Una obra de arte no necesita del espectador.

Nietzsche decía que los griegos levantaban blancas estatuas sobre el abismo, para ocultarlo.

Soy griego.



…cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra.

Alejandra Pizarnik




domingo, 27 de julio de 2014

Segundas oportunidades...


Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
(Neruda)




Julia. 45 años. Tres hijos. Su esposo la asestó quince puñaladas. El alma y el cuerpo lleno de cicatrices. Su ex esposo se ahorcó en la celda de la cárcel.

Llevábamos poco tiempo separados. Un día me abordó en el portal y me atacó con un cuchillo. La policía le atrapó ese mismo día. Nunca piensas que una cosa así pueda pasarte.”



Juan Ángel. 29 años. Separado, un hijo. Tuvo un grave accidente de tráfico; sufrió múltiples fracturas y traumatismo craneoencefálico, estuvo varios días en coma.

“Recuerdo la rueda de la moto girando mientras me metían en la ambulancia. Después nada, no recuerdo nada. Me desperté cuando todos me daban por muerto. Lo peor fue enterarme que mis piernas jamás podrían andar. Cuando me dieron el alta y salí del hospital sentado en aquella silla se me vino el mundo encima.”



Juana. 60 años, divorciada. Empresaria. Tuvo un cáncer de mama. Años después le diagnosticaron un tumor cerebral y le dieron seis meses de vida. Lo superó y pasado un tiempo sufrió un infarto. Tiene convalecencia permanente, problemas respiratorios y arritmia.

“Me miraba al espejo y no me reconocía”




Leo estos y otros casos en un periódico atrasado. Todos ellos hablan de esperanza. Han superado sus tragedias o han aprendido a convivir con ellas. Hoy es domingo y para algunos la sombra de las vacaciones de agosto planea ya sobre el ajetreado atardecer. Puedo contar también mi caso, mi batalla, mi aventura, pero esta es una página literaria (¿?) y no quiero mezclar las cosas. Estoy con la música masónica de Mozart, con Radamisto, con el “Fammi combattere” del Orlando de Handel (¿lo has escuchado?). En 1584 Juan de la Cruz escribió su “Cántico espiritual” dedicado a Ana de Jesús. Hasta 30 años después de su muerte no se imprimió su obra. 130 años después se produce su canonización. Aquí, con un poco de imaginación, cuatro frases, con imágenes construidas desde el sentido de esas propias imágenes, cumplo con el post diario y ¡alehop!, publicado. Espero que no me canonicen, que alguien lea antes estos absurdos intentos. Mis saludos.

sábado, 26 de julio de 2014

Sobre Henry Darger


La oscura vida de un pintor marginal

Henry Darger fue un hombre atormentado y obsesivo. Gastó su vida en escribir un libro de más de quince mil páginas ilustrado con extrañas acuarelas. A su muerte, el mundo descubrió la extraña belleza de aquella gran obra de arte.



Cuando en el mes de abril de 1973, Nathan Lerner, casero de un modesto piso del North Side de Chicago, abrió la puerta de la vivienda en la que había vivido durante 40 años su singular y recién fallecido inquilino, Henry J. Darger, se encontró con un escenario del que tardó en dar crédito: un cuarto atiborrado de recortes de periódicos, cómics, revistas, libros destripados, aparente basura y unas gigantescas acuarelas que repetían obsesivamente las imágenes de niñas desnudas con grandes alas de mariposa siendo perseguidas por soldados empuñando bayonetas de época. En una segunda inspección, halló sepultado uno de los libros más extensos conocidos, 15.154 páginas, titulado The story of the Vivians girls, in what is known as the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, caused by the Child Slave Rebellion, que ha sido traducido como La historia de las niñas Vivian, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la rebelión de los Niños Esclavos. Supuestamente, las grandes acuarelas, pintadas por el propio Darger, ilustraban el libro escrito en sus más de cuarenta años de reclusión. El casero, Nathan Lerner, significado fotógrafo, detectó enseguida la extraordinaria calidad de aquellos dos trabajos, y se asignó el trabajo de albacea, a pesar de que, como le había ocurrido a Max Brod con Kafka, Darger le había dejado expreso deseo de que destruyera todo lo que encontrara en el apartamento. Ningún vecino sospechó jamás la obsesión que minaba la vida de aquel solitario de patrones fijos, que buscaba en la basura, sólo hablaba de los partes meteorológicos y únicamente salía de su casa para ir a misa cinco veces al día. Hoy, su obra, una de las más importantes de lo que se ha dado en llamar el outsider art o arte marginal, es una de las joyas del American Folk Art Museum de Nueva York.



Como cerrando el círculo de lo exacto que le obsesionó toda su vida, Henry J. Darger nació un abril (1892), se cree que en Brasil, y falleció otro abril (1973). Se sabe que su madre murió pocos años después de darle a luz, en el parto de su única hermana, a la que nunca conoció, pues fue dada en adopción. El padre, mentalmente enfermo, se hace cargo del crío, hasta que no puede continuar cuidándolo, y es entonces cuando el pequeño Henry es internado en un orfanato católico y más tarde en una institución psiquiátrica. Se le diagnostica la enfermedad de “tener el corazón en el lugar equivocado”, así como “masturbación”. A los 16 años se fuga y sus biógrafos le pierden la pista hasta que reaparece en Chicago, a principios de la década de los años treinta. En ese momento ya ha desempeñado diversos trabajos menores y su aspecto es el de un vagabundo. Sólo se le conoció un amigo, desaparecido a mediados de esa década, William Shloder, con quien intentó fundar la Sociedad Protectora para Niños, proyecto que jamás se materializó.



Los expertos en arte marginal se quedaron perplejos al ver que aquel libro de 15.154 páginas contaba una historia épico-onírica desquiciada, con rasgos de claro tormento. En un planeta alrededor del cual orbita la Tierra, hay un reino cristiano llamado Abbiennia, y siete princesas luchan contra ejércitos de soldados adultos llamados Glandelinians, que las quieren esclavizar. Estos soldados van ataviados con trajes muy parecidos a los del Ejército Confederado de la Guerra Civil norteamericana, tema que fascinaba a Darger. Las grandes acuarelas representan a pequeñas ninfas correteando por prados en lo que sería una versión naïf del reino, pero también escenas de empalamientos de las niñas con las vísceras al descubierto, en otras ocasiones, las niñas aparecen con grandes alas de mariposa a la espalda, y casi siempre en paisajes amenazantes, con tornados y vientos cubriendo el horizonte. Los niños se rebelan, pero es habitual que perezcan a manos de los soldados. En lo que parece ser un rasgo de inseguridad congénita enmascarado en la vida ascética de Darger, la historia tiene dos finales, en uno triunfan las Vivian, que representan a la cristiandad, y en el otro, los soldados Glandelinians. Podemos imaginar en ese doble final al adulto Darger sacando a flote todas sus obsesiones y represiones, producto de la severísima educación cristiana del orfanato, contrapuesta a la crueldad del mundo exterior que le acompañó desde que su madre falleciera.



Se ha especulado mucho sobre la obsesión de Darger con el universo de la infancia. Una posibilidad nos remite al año 1911, cuando una niña de cinco años, Elsie Paroubek, fue estrangulada en Chicago. Se sabe que Darger guardó el recorte de la fotografía del periódico muchos años, y que se la enseñaba a la gente por la calle, después la perdió y eso supuso para él una angustia que sólo superó escribiendo y dibujando su monumental obra, incluso incorporando a la pequeña estrangulada como personaje recurrente. Su biógrafo oficial, John McGregor, especula en la obra Henry J. Darger: in the Realms of Unreal que, potencialmente, Darger era un asesino en serie, incluso se ha llegado a afirmar que el propio Darger fue el asesino de la pequeña, algo que se considera muy improbable.

Pero lo que llamó más la atención de las actividades “secretas” de Darger fueron las grandes ilustraciones que creaba a partir de recortes de cómics y revistas que encontraba en la calle, y en especial un detalle: las niñas están dotadas de un pequeño pene, y las que están desnudas sólo visten calcetines. Se ha dicho que Darger siempre rechazó tener relaciones sexuales por miedo a que la desconocida fuera aquella hermana que dieron en adopción al nacer, y de ahí su desconocimiento en anatomía femenina. Otras versiones apuntan a que el diminuto pene de las niñas está inspirado en el Niño Jesús que veía en sus diarias visitas a la iglesia.



Una peculiaridad que también habla elocuentemente de la mente de Darger es la obsesión que hay en su libro por el detalle. Es tal, que describe todos los uniformes de los soldados, desde los botones hasta los hilvanes, da nombres a todos ellos, así como a todos los paisajes, desde la forma de las hojas hasta la orografía de un bosque, o especifica los mapas de las batallas con un detalle que estremece, recordándonos a aquel magistral cuento de Borges en el que unos cartógrafos hacen el mapa de un reino tan grande como el propio reino. El reino de ficción de Darger era en sí mismo un mapa que ocupaba toda su vida, desde la mañana hasta la noche. Experto en música militar, compone también las marchas y los himnos de los ejércitos de los dos bandos. Los vecinos comentaron que en ocasiones oían ruidos y golpes marciales, lo que hace contemplar la posibilidad de que interpretara sus propias marchas militares en su apartamento.

Algo que nos da pistas de su extraña vida es que cuando Nathan Lerner revolvió a conciencia en todo aquel destartalado apartamento, encontró también un libro que Darger tituló The book of weather reports, en el que Darger anotó durante 10 años el parte meteorológico de Chicago, con comentarios –lo que hoy llamaríamos un blog– casi siempre enojosos hacia el “hombre del tiempo”. Todo parece indicar que esa obsesión le venía de cuando, siendo niño, asistió a la destrucción de un pueblo entero, Countrybrown, por un tornado. También se encontró un libro, escrito en 1968, The history of my life, en el que dedica más de 4.000 páginas a contar la historia de un tornado, Sweetie Pie, que asuela todo un pueblo.

Se puede pensar que las implicaciones de aquel excéntrico y secreto hombre en futuras generaciones fuera mínima o nula. Nada más lejos de la realidad. A lo largo de 2007, la exposición itinerante –Nueva York, Berlín, Roma– titulada Into me/out of me llevó la obra de Darger compartiendo cartel con artistas de la talla de Hamilton, Acconci, Walter de María o Vick Muñiz. En abril de este año se inaugura en el American Folk Art Museum de Nueva York otra importante exposición titulada Darger-ismo: artistas contemporáneos y Henry Darger.

Más ocultas, pero por ello quizá también más interesantes, son las irradiaciones del anciano de Chicago en la música. La estudiosa de su figura, Ana Pareja Serrano, ha rastreado esas influencias.
Los neoyorquinos Animal Collective, por ejemplo, se inspiraron en las acuarelas de Darger para la portada del su disco Feels. Por su parte, Natalie Merchant, en el disco Motherland, compone una melancólica y larga súplica pop llamada Henry Darger, en la que se pregunta por el destino de las Vivians girls. El grupo de punk-rock The Vivians Girls actúa disfrazado de las niñas imaginadas por Darger, y las animan en sus canciones a continuar luchando contra el mal. Hasta existe una película documental, The Realms of the Unreal (2004), de Jessica Yu, en la que se destripa la vida. Como el eco de un silencioso Big Bang, el solitario Darger lanzó una piedra hace muchos años, se descompuso en el aire, los fragmentos fueron cayendo en sucesivas partituras a través del siglo XX. Podemos imaginar qué pensaría él si lo supiera.


http://enlalistanegra.wordpress.com/2012/05/18/henry-darger-y-los-reinos-de-lo-irreal/

http://elpais.com/diario/2008/03/02/eps/1204442816_850215.html



viernes, 25 de julio de 2014

Los experimentos de la Unidad 731.

Toma mi mano.
Acaríciala con cuidado.
Está recién cortada.

(R. Gómez Jattin)



Como un arpón de músculos y olores se acerca el viernes, un miura de 495 kilos, negro entrepelado, marcado con el número 21, de nombre Islero aunque él no lo sabe, tampoco sabe que lo que ocurre aquí no ocurre, ni lo de Gaza, o quizás sí lo sabe  pero cierro los ojos y entramos en el verano del nosotros, cobarde retirada de los hielos, puerta cerrada a las tardes solitarias, otro avión desaparecido, nuevo atentado en Crimea, apenas un recuadro en la prensa, para Navidad alas de ceniza nos elevan, Valente reposando entre poemas rotos y en eso llega la Unidad 731 y sus científicos experimentos, disecciona hombres vivos, congela enemigos para saber cómo se muere así, con frío, por ingestión de cianuro, por veneno de serpientes, cuanto se resiste al botulismo, a la brucelosis, a la disentería, al ántrax, a la maldad de saber los límites del dolor, del miedo, bah, son solo chinos (dicen ellos) mientras emprendo una carrera de obstáculos y aprendo que no hay nada más dulce que unos labios de mujer (aventuras en la última fila del cine de verano), que el corazón se rompe sin remedio, sin cura (dolor en la rodillas del cabello), y después -hace tanto- que cuando ellas dicen “no” es para siempre (logaritmo preciso en mente ilusa), que el camino es largo y ni lo intuyo (hedor bajo la cama del ahogado), que aún no he empezado a conocerme, no consigo superar mi propio límite (corceles impetuosos ente nubes), así que, viajando, aprendí que una mujer andaluza es otra dimensión (Córdoba en rama), abrí la puerta de mi mismo (Elena me dio la llave) y entré dentro (frío saludo en el funeral) y Londres solo fue un pretexto, apenas un pueblo grande donde todo es posible (no sé si sus calles tienen falo) hasta que regresé y supe que el amor es cosa de dos (sangraba la roca en Sopelana), también que la capacidad de equivocación es infinita (esto aún lo estoy aprendiendo, voy en el capítulo 1601), atrás y adelante, eficaz máquina del tiempo con dos centavos (se inundó de luz la madrugada) y entonces recordé a María Goretti, a Fernando Quiñones, John Kennedy Toole, a Georges Perec, Borges sonríe y...
Y...
Y...
...varios años después...
descubro que soy un hombre afortunado.
Ingenuo, pero afortunado.


(En alguna parte, mientras escribo en este día luminoso y bello se me ha ido el santo al cielo. Y nunca mejor dicho. Ahí sube con su corona y su sonrisa lela. No le disparen. O sí, les presto mi pistola)




http://es.wikipedia.org/wiki/Escuadr%C3%B3n_731

http://www.erroreshistoricos.com/errores-histoticos/militares/1552-horrores-de-la-guerra-sin-castigo-ishii-shiro-y-la-unidad-731.html

jueves, 24 de julio de 2014

Lo real es lo que veo.



Dichoso aquel que alejado de los negocios,
como la primitiva raza del los mortales,
trabaja el campo paterno con sus bueyes,
libre de toda usura.

(Quinto Horacio Flavio (65-6 A. C.)


 
Lo real es lo que veo, lo que toco, lo de alrededor.

Es mi cuota de negocio, la cifra, los días a jornada completa, compleja, de trabajo, los empleados a mi cargo, los plazos del Audi, la reserva del campo de golf, la cena de los martes, los fines de semana tumbado en el sofá, los pagos mensuales a Carlota.

Lo real es el proyecto para los franceses que debemos entregar antes de febrero, las horas que no serán suficientes, la entrevista con el director de recursos humanos, mi cita con el abogado, la visita quincenal de Mercedes, mi hija que se hace tan mayor.

Ahora son las nueve de la noche y el despacho se ha quedado a oscuras, la pantalla del ordenador, negra. Maldito apagón.

Ahora lo real es esta sensación de vacío, esta opresión en el pecho, el silencio en toda la oficina, en mi corazón.

Ahora no sé bien quién soy, ni qué hago aquí, si debo volver a casa en metro, en autobús o caminando. No quiero recordar donde está mi casa, no quiero volver, ¿para qué? 

Puta vida.



miércoles, 23 de julio de 2014

Carta de elogio a mi locura. (6)


Si estuviera permitido huir
si fuera posible romper la cadena
no sería un navegante impotente
carente de barco


(Xavier Lete)




Capítulo uno, capítulo dos, capítulo tres mil. Vendieron mi libro en una subasta, por un euro. Al final lo compré yo y puedo decirte que es mentira todo lo que ahí está escrito. Lo he leído y me lo han dicho muchos, alguno, alguien que sabe, que entiende, conozco a aquellos que entienden, de nada, de algo. No deben arriesgarse, señores y señoras, cuando se tiene lo que se tiene uno no se baña vestido y si hace falta uno no se baña o se baña, lo que diga el guión. ¿Quién dices que lo ha escrito? Un iluso, infantil, irreverente, irresponsable, irrelevante, itinerante, ilusionándote, ígneo, impoluto, idiota, imposible, irreal, inseguro (¿seguro?), infierno, insensato, ir, insistir, iterar, impugnar, irrealizable, importante, ilógico, isla (de Izaro, claro), inquieto, impuesto por la aplastante realidad debo callarme para que mi voz se oiga ahora que estos estúpidos tratan de atraparme, como si no supieran que corro más (+) que nadie (-), como si no supieran que puedo convertirme en una salamandra habitante del fuego de Satanás, en una voluta de humo que sale de esa chimenea y se pierde entre las rendijas del cielo azul y rojo y por qué insisten en perseguirme por los pasillos de este caserón de Mondragón si saben que al final me atrapan y que sigo sentado en mi cómodo sillón, escribiendo hasta que cambio de canal, me quito las gafas, no veo y resulta que todo era mentira, todavía no ha amanecido, además no hay infierno, eso, nos mintieron. 

Carta de elogio a mi locura.



Puedes borrarlo todo excepto la primera frase, esa no la olvideS.

Te quiero.

Mi foto
Bilbao, Euskadi
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