jueves, 13 de febrero de 2014

Inercia 3.(Trilobites rebozados para Mozart)



A la ladera oscura del amor, la única en la que es posible perderse, llegaré en secreto y en silencio, ya que no habrá placer que no sea soledad ni éxtasis que no sea Dolor. (Yasmina Reza



En cualquier lugar.

Está presente la herida, todo esto viene de la herida previa a la emoción, antes de la fascinación, antes de ahogar en Venecia los rescoldos, Prozac y meses negros, la herida –lo confieso- aún no cicatrizada, ¿qué te creías?, tantos mares atravesados para terminar en esa playa de piedras negras, algas muertas y tipos vivos recorriendo la espuma que no se parece en nada a la de Langosteira, claro que no.

Aquí el origen era incrustar un dibujo de suspiros pero mis lápices están desafilados y he olvidado el sentido de la perspectiva y eso de la dimensión y carcajadas porque con la cantidad de ciegos que leen diariamente millones de páginas web (qué bonito: web), es increíble como siguen vendiéndose los libros de Julio Cortázar, incluso de los rusos ¿te acordás de Tolstoi, negro? ese sí que escribía, sin parar, no vendía porque no compraban, bastante tenían con comer o intentarlo, pero escribir, cómo escribía. (Las bodas de Fígaro. Aria de Cherubino)

Recuento. Y pasaré por esa calle, rincón, avenida o cielo. La luz de su ventana me dirá que está despierta. Merodearé junto al teléfono, sin atreverme a llamar, ¿con qué motivo? ¿Una carta?, quizás. ¿Una cita? No, no, no debo hacerlo. Sus ojos, flotando como dos naranjas en el estanque de mi deseo, despierto, acuciante, eterno. Mis ojos perdidos en recuerdos, soñando en blanco y negro, como en una película antigua. (Concierto para piano nº 21. 2º Movimiento).

Debo cerrar esa ventana, el viento alborota las cortinas, es decir que me muevo y me desenfoco, lo real se va perdiendo en una cámara oscura de ya no y solo queda lo de cada día, la cáscara, el contorno, el anhelo, caminar por la cuneta –ojo a los coches funerarios, son traidores- y la cabeza que se suelda al sombrero de no pensar, de no viento en los cabellos –me peina el viento los cabellos con un mano maternal. - y esto es un ceremonial de la muerte disuelta en un metro setenta y ocho con deseos de sexo y recuerdos, con el desafío de lindar lo que es con lo que era. El problema está cuando se encuentra lo que será. Dice Pessoayo no sé hablar porque estoy sintiendo. Ay.
(va p´alante)



1 comments :

virgi dijo...

Nada más empezar y leer la palabra "herida", recordé la película del mismo título, tremenda, dolorosa, con Juliette Binoche y Jeremy Irons.
Besitos

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