miércoles, 14 de noviembre de 2012

No llueve

«Habito la más honda claridad
del sueño o de la muerte»

Antonio Agudelo



No llueve, no llueve desde hace semanas, pero Parker  busca a Marie bajo una cornisa de comprensión, under the  boardwalk, ahí, al lado del paseo, junto al mar, escucharlo siempre le reconforta, aunque no haya nubes y a él le gusten las tormentas y esa resaca que se come hasta a las gaviotas del atardecer, cuando están desprevenidas y

son días de celebraciones, de vuelta a casa, quién la tenga, también quizás, de pensar eso de quién es, dónde va, de dónde viene, Parker duda que haya más preguntas mientras por delante  se presente un camino de días monótonos o alegres, carpe diem, porque cuando

excepto cuando Marie pone su voz del otro lado, de su zona oscura, cuando con ese tono seductor le alborota entero, le disturba, le conturba, le sube la temperatura, le deja hipnotizado por su belleza, le atrae como a un animalillo deslumbrado en mitad de una carretera oscura, mirando los faros de ese coche (ella) que, sin duda, le va a atropellar, sin remedio

Marie mira por la ventana y ve la espuma, a veces náufragos, veleros casi hundidos, cormoranes volando bajo y unos ojos que le miran desde el espejo. Llega a la certeza de que Parker no es el centro del mundo, que los planetas de la salvación no pasan  por sus órbitas. Entonces las estrellas de la alegría brillan sobre su cabeza y sonríe porque recibe cartas de amigos de la infancia, como si dijera, que le escriben bajo la lluvia de otros países, que le mandan mensajes dentro de imaginarias botellas y no esperan los suyos sentados en  islas sin palmeras, con señores vestidos de negro que llenan sus sueños nocturnos con extraños circunloquios, con subconscientes culpables y realidades que no son, cosas de los sueños, ganas de dar vueltas a la noria justo antes de pensar en

los dos saben que no se convienen (cuantas veces se han dicho eso), pero se hacen la vida más vivible, más emocionante, más dulce, más digna de ser vivida. De forma absolutamente insospechada, cuántas cosas han compartido, sentido, gozado, conocido, descubierto dentro de ellos, cuantas emociones, sentimientos, cuantos misterios, milagros, capacidades, posibilidades, potenciales.  Marie no sabía que podía ser multiorgásmica, ni quitarse la ropa tan rápido delante de un hombre y no morir en el intento, que amar es bello y que el deseo  puede borrar versículos enteros de su cabeza (esos que tenía tan grabados y que reaparecen cada poco) y que

entonces fue lo del terremoto emocional y tantos daños en personas, tantos daños materiales

y es que los hombres y mujeres proponen y la Madre Naturaleza dispone hasta que




«¡Cállense los hombres que aúllan y devoran y
que la palabra vuelva a
ser suavidad manjar celeste
abismos que se transparentan en la altura!»
Antonio Agudelo


Ilustraciones : Pep Montserrat


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