viernes, 16 de diciembre de 2011

Generoso.



Que esta carta no estaba escrita, pendiente de pensar, traspapelada entre tantos estudios de tantos, lo suyo, lo que ella es, lo mío era eso otro, la actividad de un amante generoso, que pasé el umbral de lo prohibido y entré tan dentro, en lo oscuro, ciego, tanteando la encontré, en el reposo de sus caderas, en el rumbo de sus labios semiabiertos, sin reparar en el peligro, sin haber respirado su aliento de ida y vuelta, lo digo, escribo, en este aún otoño que hiere de tristeza, ahora que los traductores extienden la equivalencia a lo largo del poema y Jerry Ehman, atento, espera captar todavía otro código GEQUJ5, inútil intento en el monótono murmullo del cosmos, como ella, mujer detrás del muro, en un sexto piso que mira a la plaza donde tanto jugué de niño, cuando mi tía L me llevaba de la mano y me contaba todos los cuentos, cuando me vestía de ternura y me paseaba por los jardines transformados ahora en semicírculos de cemento y rosas solitarias, flores de pascua, charlatanes del fin del mundo e inmigrantes ensimismados, que todo está cambiando y no nos damos cuenta, que las calles se llenan de colores y seguimos como si nada, indiferentes al tsunami de gentes que nos van a integrar, comunidades nuevas, mezcla, otras voces, costumbres, sonidos, comidas, olores, que seguimos debajo del Árbol, cantando himnos que apenas entendemos, manteniendo fronteras imposibles, levantando los brazos en saludos a lo que no será, guardando la heredad sin saber que todo pasa y sólo tenemos ahora, como ella, digo, quizás ya ni siquiera el motivo de esta carta que no sé escribir, que me pierdo en carreteras nunca transitadas, que ya no recuerdo ni su perfil, ni sus gemidos, ni su desnudo abandono, los mensajes que quemé en una hoguera de dolor insoportable, perdida la cabeza y la esperanza, perdidos los retornos, en el borde de un precipicio con los brazos abiertos, que me tiré sin alas, sin saber volar, que aún hay milagros, que pasé de iluso amador a mutilado de guerra, a dependiente de emociones ajenas, a equilibrista sin cable caminando sobre rayas que inventaba en las aceras, que aprendí a hablar de nuevo, otro lenguaje, o el de antes de, prehistoria del sentimiento, lenta recuperación en hospitales del alma, eso fue ayer, eso fue hace un siglo, eso no fue nunca que me he instalado en este rincón 2.0 y hablo y hablo sin cesar, para que me lean y sepan, para que no sepan, juegos de manos y voces, nada en esta mano, nada en esta otra y aparece un poema donde menos te los esperas, poemas de otoño, los posos de Cortázar, de Neruda, de Dylan Thomas cantando en una habitación donde acumulo objetos de diez habitaciones, recuerdos como espinas, libros, una hélice, un barómetro, fotografías de una carrera de motos, una lupa, una navaja suiza, una taza con pétalos de las flores del último ramo, un cierre de esta metonimia al calor del jueves, de nostalgias no bien curadas, de necesidad de airear el corazón ahora que no llueve y soy capaz de mirar por la ventana que da a una avenida que lleva a carreras de domingo justo ahora que solo quiero bañarme de música, descansar de batallas mal asimiladas, estrenar una camisa blanca y pasear de la mano de aquella a quién amo, aunque a veces, ahora, ay, recuerdo cuando fui un amante generoso.



Si, es ella.

4 comments :

Maria dijo...

Recuerdos...

Probablemente somos muchos los que alguna vez fuimos amantes generosos, y posiblemente no seríamos lo que somos (increíbles, por supuesto, ;) sin haber padecido ese goteo incesante del lagrimal, entregados en esos vaivenes del alma que hoy son sólo eso, recuerdos. ¿Somos lo que comemos? Posiblemente sí, como también somos lo que vivimos, y lo que vivimos nos hace y engrandece.

Me quedo, sin duda, con el deseo presente, “solo quiero bañarme de música, descansar de batallas mal asimiladas, estrenar una camisa blanca y pasear de la mano de aquella a quién amo”, muy bello por su sencillez, el único que cuenta, el único que hoy te hace, y al que no se hubiera llegado, tal vez, sin haber sido antes un amante generoso.

Un abrazo grande.

PD: "¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú." Groucho Marx. jejeje ;)

Pedro M. Martínez dijo...

Maria, qué frase de Groucho, ¡qué frase!
Encierra tanto, tanto (me la he anotado en una esquina del cerebro para analizarla a mordiscos. Es tan rica que dudo que termine antes de fin de año. En serio.)
Tu comentario es jugoso como una fruta de temporada, como una macedonia, como un batido sin conservantes ni colorantes, azucarado y lleno de vitaminas. Me lo bebo pensando en ti. Glup, glup. Gracias.
(por cierto, utilizaré esa frase con tu permiso)(y con el de Groucho)

Elizabeth dijo...

Que bien concatenaste las imagenes. Vistes de jardin la palabra sin importar la estacion. Me quedo con "nada en esta mano, nada en esta otra y aparece un poema donde menos te los esperas". Siempre un placer leerte.

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias, Elizabeth, un placer ser leído.

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