viernes, 11 de noviembre de 2011

Once del once del once.


Illustration from the 1931 electric safety book Elektroschutz in 132 Bildern.

Once del once del once, un día curioso, viernes, otro día más, víspera del fin de semana, el sábado iré, el domingo voy a, suena el teléfono a la noche, algo pasa, mi madre se está muriendo, Pedro, cómo hiciste tú lo del entierro y eso, mis condolencias, mi apoyo, mi disposición para lo que necesite, las conversaciones después de tomar unos vinos, la lengua suelta, las confidencias, los secretos, lo que no se dice, aquí y allí hablamos de lo mismo, en castellano, en inglés, en francés, sentimos lo mismo, queremos lo mismo, gozamos y sufrimos con lo mismo, me han despedido, me llamaron a media mañana y fuera, llevaba quince años, ¿qué hago ahora?, agobio del trabajo, maldición y necesidad, estar alerta, la lucha por las horas en zigzag, cremallera arriba y abajo, el rostro marchitado, su belleza, aún, con surcos bajos los ojos, deshojados, soy feligrés embozado en un descansillo de su escalera, flor y fruto de una adolescencia herida, un tic-tac, la huida, un sobretodo antiguo, de cuadritos, me daba vergüenza que me viera, el placer de la ternura, sus manos detenidas en el aire quieto, la marea, un pájaro, el sauce que cortó por las raíces que hacían peligrar los cimientos de su casa, ya sabes, orgasmo es una palabra antigua, y hormonas, cuchillo de su voz diciendo no, sí era la balsa de Medusa y comernos los unos a los otros, el estío reverbera, cuento cuántos, me quedan, no es broma, lo sabes, Mozart, poemas azules en la aurora, once del once del once, un día deslomado, una pregunta inquieta, el zinc del laboratorio aquel, amoroso rumor en las manos de mi madre, un jinete cabalgando la nostalgia, pronúncialo en italiano, un desliz infantil, el oprobio en público, mi impotencia de niño asustado, resentimiento, el suelo de mármol de una iglesia del Trastévere, un guerrero de bronce, un alfil caído, respeto, la poesía tatuada en este gesto de escribir en la penumbra, escondido, este soy, esta es la llave, librería frente a Notre Dame,  habitación de un hotel en Manhattan,   el bisturí sobre su piel hermosa, márcame, soy tuya, que lo sepan, el águila del sexo, las barreras, buscar al ensimismado médico y golpearle, sin motivo aparente, por sorpresa, en mitad de la calle, toma, toma, dos bofetadas y seguir caminando tan tranquilo, baldosa sí, baldosa no,  variedad métrica, ramillete de versos de mi barrio, repertorio de voces, granizo, caverna, crepúsculo, horror,  clítoris, niebla en la lengua, palabras para gustarlas, para chuparlas, para saberlas, el juez en el follaje, la dádiva de su cuerpo enjuto, sometido, haz de mí lo que quieras, ardíamos, desde sus caderas esquivas a mi torso de nadador reciclado, nos quitamos la ropa y fuimos uno, dos, tres, envejecimos amándonos como fieras, mordiéndonos las ganas, los muslos, aureola de mis poemas ocultos detrás de libros de Jung, los santos inocentes repartiendo zapatos a los cojos, este sí, este no, me sobran dos de pie izquierdo, entre algodones la señal de su tragedia o el aplauso, Lucifer entrando en el mar, cronología de nada, once del once del once, hoy, que aproveche.    



4 comments :

Maria dijo...

Buen texto Pedro, buen texto, pero, permíteme hacer una breve observación acerca de la primera imagen. ¿Prostatitis, tal vez? jajaja.

No me hagas caso, hoy tengo la imaginación rebelde. Pido disculpas de antemano por una posible ofensa a terceros (y esto sí lo escribo con seriedad).

Un abrazo Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias, Maria, pero, qué leches prostatitis, sacudida eléctrica por contacto o no se debe mear a la catenaria.
Aprovecho esta ocasión para prevenir sobre dónde y cómo mear. Nunca fuera del tiesto. Siempre con cuidado para no salpicar. En algunos casos no se recomienda la compañía (nunca se sabe). En otros casos sí (hay recintos estrechos, tigres oscuros, retretes ínfimos y es necesario el uso del canalillo manual). Añadir que están pasadas de moda las competiciones para ver quién mea más lejos. Mear es de las pocas cosas gratis y gratificante además. Una buena meada alivia los riñones. Hay otras recomendaciones de tipo práctico pero están más bien dirigidas a señores, me consta que los lectores masculinos de esta humilde página mean como se debe por lo que no me extenderé.
Me lavo las manos, me las seco, me doy colonia y te abrazo.

Tempus fugit dijo...

Esta sucesión de fotogramas verbales a los que sólo Freud encontraría justa interpretación (yo me quedo con el placer estético...cierto cosquilleo intelectual)forman parte del Pedro escritor 2.0 que más me atrae.
La imagen y su explicación... me ha producido un estremecimiento (imaginación que tiene uno)


un abrazo

Mayte dijo...

Día curioso....un año de la perdida...todo se conjuga con magia o sin ella.

Un abrazo Pedro.

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