viernes, 28 de octubre de 2011

Dostoievski como enigma.

No lees a Dostoievski, no lees a Dostoievski, pues no, como si tuviese tiempo para todo, solo leo blogs de escritores anónimos, páginas con fundamento, webs con fotografías de anatomía, música de chimpún,  además los escritores rusos me aburren, que vino uno de barbas a cenar a mi casa y se pasó la noche hablando raro, que no se le entendía nada y encima me quemó el mantel con la ceniza del puro, en cambio Puri, la bloguera “Agua cristalina”, la esotérica, la de las hadas y brujas buenas, me hizo un conjuro, una sanación, una limpia (que no sé muy bien en qué consistía y mucho menos para qué tuve que quedarme casi en pelotas, solo con los calcetines) y acabamos en sano ayuntamiento hasta las tantas que, ya ves, no sabía que las seguidoras de las brujas (buenas) eran tan fogosas, tan viciosas, leches, que así no puede uno escribir, que le tiembla la mano y se le juntan las teclas, ay la Puri, pero eso no es nada con lo de Aguardiente, la de “Tormenta tropical”, la que escribe sonetos alejandrinos, en principio una dama, pues no, que quedamos en un bar cántabro para conocernos y eso y resulta que era un señor de bigote, calvo, asturiano, con más espuelas que el gallo de Morón, que me dijo que se cuatriplicaba para probarse, sus cualidades literarias, que tenía otro blog dedicado al conflicto palestino, otro al cultivo de las orquídeas y otro como consultorio sentimental tipo Elena Francis qué, cosas de la vida, también era un señor, censor, que daba consejos moralistas del tipo “aguanta, hija, ya sabes cómo son los hombres, etc”,  polifacético el de Oviedo, nada sospechoso de doble sexualidad, o triple, que cuando me vio ni me propuso matrimonio ni otras desilusiones, que las cosas ya no son lo que eran, que me veo fotos de cuando eran y resulta que soy mi propio nieto y me obstino en pensar en mañana cuando ni siquiera ha pasado ayer y Valente insiste en

Cómo se abría el cuerpo del amor herido
como si fuera un pájaro de fuego
que entre las manos ciegas se incendiara.

No supe el límite.

Las aguas
podían descender de tu cintura
hasta el terrible borde de la sed,
las aguas.


y me sorprende mucho cuantos ojos pasan por aquí sin más mérito que la constancia, que la imaginación huyó hace tiempo,  aburrida, que la poesía se marchitó con la rutina del amor tranquilo, del cariño programado, de lo legal abrumando lo casual, caminito del olvido para lo que no puede ser y además es imposible, los sueños de zass debajo de una piedra, Lacan como un libro bajo el agua, los músculos ateridos, la mirada turbia y vamos que nos vamos, cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras  por mucho que Valente insista en su Latitud

No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza.

Se disuelve en el aire el llanto roto,
al pie de las estatuas
recupera la hiedra
y tu mano me busca
por la piel de tu vientre
donde duermo extendido.

El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,

como animal que vuelve a sus orígenes.

y busco con ahínco las sábanas que envolvieron un cuerpo rubio, las caderas como abismos, los suspiros niebla que cegaron el regreso, carreteras muertas, regreso por montes de espinos, chocolate y mantecadas de Astorga para el sueño, el sabor de sus labios disolviéndose como un caramelo de menta para el demente en el que me convertí, no hago otra cosa que pensar en ti, Serrat cantando lo que no puedo contar, lástima de censura, esos ojos, señor, que no sé mirar para otro lado, que siempre es este, el lado, caminando por el lado brillante de la calle, que no hay calles en esa playa. O así. 





4 comments :

virgi dijo...

Sólo queda la fábula.

Lo que se narra y al narrarse crea
la sola narración para ninguno.

Tiempo.
No podemos morir.

Quedan tiempo y escucha
para oír lo celeste.
Ahora

ven a mí, cubre
mi cuerpo con tu espeso velo, sueño,
despierto sueño de los dioses.

Y yo
me acordaré de ti y de otro canto.


(Fragmentos de un libro futuro)


Pedazo de poeta.
Besitos, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Cierto, Virgi, cierto.
Besos no diminutivos.

mirada dijo...

Sintonizamos en el mismo canal de frecuencia y nos comunicamos. Es lo más presente que podemos vivir entre nosotros, luego todo es pasado y su nostalgia. ¿Y aprendemos del pasado?
Bueno, que te quiero mucho, eso si lo sé, y te agradezco la constancia de tu dedicación para abrir nuestras mentes a nuevos mundos :-)
Besos, feliz viernes.

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, reina de todas las miradas, sintonizar en el mismo canal de frecuencia es en sí un lujo al alcance de pocos. Comunicarse ya es el top (es decir que alguien escuche lo que dices, que le interese, que lo haga suyo, que sea recíproco, puff, casi una utopía en este mundo de ombligos colosales). El presente es ahora, el pasado ya no es, la nostalgia es tristeza, fuera nostalgias, no aprendemos de nada, nos equivocamos con constancia, reiteradamente. Acierto queriéndote, eres un valor seguro en bolsa, eres auténtica, sincera, tú, lo que eres, rebosas amor, ternura, un ser humano de lujo (y además eres una mujer de bandera aunque esto ya importe menos)(lo digo porque no soy ajeno a tu belleza). No hay nuevos mundos, hay uno, pequeño, le damos vueltas para saber lo que no sabemos sin saber que nunca sabremos.
Pues eso, que gracias, viva Galicia y viva tú. Besísimos.

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