miércoles, 25 de mayo de 2011

Évora.


Sonreía detrás del abanico y Portugal se llenaba de filigranas y pájaros de repostería cabeceando sobre las ortigas, de peces sonámbulos en los anzuelos como serpentinas adornando una fiesta que no era, con piñatas y un incendio en el pubis, una crisálida, una batalla con generales heridos, estremecidos, fascinados, con una sola idea, desnuda, algo así como lirios o gladiolos, lo íntimo, ese viaje, Évora, columnas con una sola frase, repetida, un ajuar de cuchillos, el recuerdo acristalado, una primavera que respiraba, palpitaba en ruiseñores y chasquidos, ¿qué quiero decir?, este es un alfabeto concentrado, una caligrafía del intento, una obsesión portuguesa.




7 comments :

Ventana indiscreta dijo...

Es una de las ciudades más bonitas del mundo. Su reposo me gusta. Y esa gran pastelería del la plaza del centro.
Unas cuantas entradas tengo yo hechas de Évora, ciudad que pateé 3 veces.

¡Cómo te podrán gustar tanto las ortigas, Pedro! La de veces que las citas. ¿Sabes que se comen?

Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Mi querida y observadora Ventana indiscreta, en tiempos tuve relación con una espectacular amiga, rubia, como una artista de cine, de Hollywood, increíble, no sé cómo podía salir conmigo, en fin.
En mi cuadrilla, las chicas preferentemente no la podían ni ver, no era de su estilo, cultas, psss, militantes. Además mi amiga volvía locos a sus amigos (cosa que no me extraña, cómo estaba mi amiga). Un problema de contraste (para ellas)
Un día, estábamos todos en el campo, alrededor de una barbacoa. Habíamos disfrutado de una maravillosa mañana de playa. Quien más quien menos ayudaba. Mi amiga, tan rubia, con la piel tan morena, con un bikini rojo que te morías, soltó de repente la siguiente reflexión: “¿se ortigan los perros?”
Pasado el primer momento de estupor, todos se miraron, la carcajada fue general, mi amiga se enfadó –era rubia pero no tonta-, yo me enfadé, los dos nos fuimos y me quedé sin cuadrilla. La semana siguiente me dejó mi amiga rubia de piel morena y se ennovió con un arquitecto alto, de ojos azules, cosa que era más equilibrada que su incipiente relación con un tipo vulgar como yo.
Lo pasé mal, no creas, mi amiga hacía esas preguntas sobre ortigas o sobre otras especies vegetales, animales, incluso sobre personas, por verdadera curiosidad. Mi amiga era inteligente a su manera –la prueba es que me dejó- lo que ocurría es que se expresaba raro y contrastaba demasiado con las chicas gallina de mi anterior cuadrilla.
Por cierto, nunca más he tenido cuadrilla, tampoco novias tan espectaculares y, por si fuera poco, no sé si los perros se ortigan. Esta vida es complicada, amiga mía.

Joselu dijo...

"Lo malo de las cosas buenas es que solo ocurren una vez. La vida es corta: come primero el postre"
Wavy

Esto le interesa a Lucía ;-)

(Presentó el festival de Woodstok, tiene 75 tacos y le robó la novia a Bob Dylan...)

....

Pedro M. Martínez dijo...

Joselu, ¡no me puedo creer que leas El Mundo!

(Por cierto, quitarle la novia a Dylan no era complicado, estaba todo el día diciendo que los tiempos estaban cambiando y a ellas les parecía aburrido. Recuerdo una vez en Manhattan…ya te lo contaré algún día)

cristal00k dijo...

Esteee, así entonces ¿no sabemos si se ortigan los perros?

Será cosa de rubias, pero es que me dejas en un sinvivir... ¡ya ves!

Évora, una delicia portuguesa.

Pedro M. Martínez dijo...

cristal00k, la vida, oh, está llena de incógnitas, en aquel tiempo pensé que mi explosiva novia rubia había preguntado algo absurdo pero después he meditado sobre ello y, quizás porque nunca he sido perro, me ha vuelto ese interrogante ¿se ortigan los perros?, una y otra vez a mi cabeza. Hasta tal punto que en su momento desarrollé una teoría sobre canes de pelo largo o pelo corto, perros grandes o perros flauta, pero sin conclusiones definitivas. A día de hoy, lo siento, puedo decirte que se lo he preguntado a un gran danés, a un setter y a una amiga que tiene cara de perro pachón (esta última se enfadó un poco) y no me han dicho nada. Como compensación si puedo decirte que las rubias, todas, se ortigan, es decir que una rubia like you toca una ortiga y sufre una desagradable sensación de escozor en la piel que ha entrado en contacto con la traidora planta herbácea de la familia de las Urticáceas, con tallos prismáticos de seis a ocho decímetros de altura, hojas opuestas, elípticas, agudas, aserradas por el margen y cubiertas de pelos que segregan un líquido urente, flores verdosas en racimos axilares y colgantes, las masculinas en distinto pie que las femeninas, y fruto seco y comprimido y que es muy común en España, en cualquier caso no hace falta ser ortiga para ortigar ni ser perro para ortigarse (o no), ser rubia para preguntar cosas como esas o ser portugués para disfrutar de Évora que me trae tantos recuerdos que solo puedo dejar estos extractos pretendidamente poéticos (o así) y que sin embargo provocan reacciones tan opuestas que me pasmo, me ortigo, leo, veo, me miro al espejo y se me queda la cara en foto fija, alelada (+), sorprendida de lo que ya dije que digo, es igual que (ya te dije) escribir no es un exhibicionismo absoluto de lo íntimo, que no hay quién soporte ese nivel, que a buen entendedor, que lo digo estos días, que es igual lo que escribas, quién lee, lee lo que quiere leer ya escribas desnudo o vestido de esquimal, es igual, en general (salvo excepciones honrosas) digas lo que digas cada uno se lee a sí mismo, su propia peripecia, su vacío, su necesidad, que qué importa lo que está escrito en un blog perdido en quién sabe dónde, la música, eso gusta, los colorines. Y la rutina, estar., en fin, un placer cada una de tus visitas (menos aquel día que vi llover, vi gente correr y no estabas tú, el otoño vi llegar, etc) y estos besos en tus manos que acarician el aire de la distancia entre ortiga y flor de lis. Algo así. Un beso. Otro.

Joselu dijo...

Devoro mi bocadito con ojos vigilantes. Hoy he llegado algo más tarde y El Correo y El Mundo están ocupados (¡cachis!) Apoyo el iPhone contra el servilletero y con la aprensión que me da tener los dedos llenos de grasa, leo Evora e intento averiguar si se ortigan los perros. Parece que las patas de algunos si. Pobres…
Por el rabillo del ojo percibo movimiento en lo que era hierático. Suelto el vino, lanzo la servilleta de papel por encima del hombro, piso a la señora que mastica a mi lado frenando en seco su ademán de estirar el brazo y trinco con la garra El Mundo. Hoy toca Grupo Recoletos.
Lo siento.
Yo con el que disfruto de verdad es con Público. A ese le doy mi euro del día. Pero para la hora del bocadillo solo me queda por leer los anuncios (por cierto, el único que no incorpora anuncios de prostitución) y los deportes (menos la F1)…
Confieso que leo al enemigo. Miro como trata a los “perroflauta” del 11M, por ejemplo, su énfasis en lo molestos que están los comerciantes de Sol y cómo están invadidos por rumanos e indigentes, (¡cachis!) leo la opinión de los expertos, a Herrera, a Prada…En el pueblo leo ABC (ya lo se…¿qué quieres que haga?)…A menudo escucho La COPE, Radio Maria. Otras veces los sesudos debates en Intereconomía y Veo7…
Alimento mis instintos, me mantienen alerta, me indican los caminos prohibidos por donde solo se pisa mierda. Encienden mi ira y mantienen vivo mi espíritu de lucha.
Son muchos. Están en todas partes. Me hacen rebelde.
Enseguida distingo un facha. En cuanto abre la boca. Lo que dice ya lo he leído. Ya lo he oído.
Dios me perdone.
(Espero que tú también)
Un beso.

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