domingo, 12 de diciembre de 2010

Somos El Tiempo Que Nos Queda



Somos El Tiempo Que Nos Queda  

Ligeramente tumefacta
pero ofrecida con codicia,
llegó la boca hasta el lindero
de la precaria intimidad.
Iban reptando las parejas
que se apiñaban en lo oscuro:
no se miraban, se sumían
en un compendio de sudores,
se convertían en secuaces
de la penumbra suspensiva.
Como un furtivo postulado
brilló el mechero de los cómplices.

No te preocupes no me he ido,
¿cómo iba a irme sin saber?
Somos el tiempo que nos queda.

Y ya los cuerpos se anudaban
bajo la oscura marquesina,
sin decidir con qué argumentos
recobrarían su ansiedad.
Era una esquirla el clarinete,
un estertor de la armonía.

Toda la noche resonando
como una sábana en tus pechos,
toda la noche entre emboscadas
buscando llaves que no abrían.

Chorros de gritos tan vehementes
que entrechocan con los vasos
iban tiñendo de lujuria
los cortinajes y butacas.
Entre el estruendo de los rótulos
unas caderas rebullían
como impulsadas por la piel
incandescente del tambor.

Mira qué prendas, qué proclamas
de irremediable soledad.
Habla más alto, no se escucha
más que el furor de los licores.
Todo está lleno de luciérnagas
y de insufribles fumarolas,
todo parece confiscado
por los que nunca saben nada.

Pero la boca ya ofrecía
sus rezumantes terciopelos,
boca promiscua, saturada
de zumos ávidos y esguinces.
Está invadida de jadeos,
no se parece a las demás.
No se parece, no es mentira.

Pisando vidrios, esgrimiendo
restos de yerbas y de músicas,
llegaron nuevas avalanchas
de adormilados oficiantes.
Era la hora del suicidio
y algunos miembros de la secta
se desnudaron en la sala
con voluptuosa dejadez.

¿Cómo evitar el simulacro,
cómo vivir sin desvivirnos?
Surcan los días por tu vientre.
Somos el tiempo que nos queda. 

José Manuel Caballero Bonald


 Somos El Tiempo Que Nos Queda, me parece un título extraordinario, una gran verdad, también un ejemplo de lo que quería explicarte esta mañana entre el viento a tu lado, la prisa en el mío, tú no, mi sí, 495 kilómetros y todos los etcéteras que quieras añadir, vidas paralelas, secantes, tangentes, 3,1416, círculos concéntricos, teorías de Pitágoras, trigonometría y otras artes aunque el amor, ay, el amor, que a una edad no hay demasiado tiempo para el luego, que el luego a veces es nunca, que nunca es demasiado tarde, que solo Somos El Tiempo Que Nos Queda. 

Y dicho esto te diré que hay un punto extraño, un momento zass, encanallado, que estás toda una vida diciendo que eres 7.8 y de repente, algo, una aparente nimiedad, un susurro, un suspiro, un rasguño, algo que te dicen, sugieren, una intimidad que te confiesan –J me hizo esto, y esto, y esto- una cosa que no estaba prevista te dice que eres diferente, 8.9,  terciopelo,  noche negra o gladiolos. Te asustas, vaya si te asustas, te da miedo sentir así, desear así, perder el sentido, mejor dicho, sentirlo, querer sentirlo todo. Sin rechazar la ternura, la dulzura, lo correcto, quieres ser incorrecto, dominador, o sumiso, olvidar el misionero y probar la postura 56, ser brusco, o dulce, dejar de mojar los oídos con bellas palabras y descubrir otras, duras, sucias, rotundas. Agitas la cabeza y lo rechazas pero ya es tarde, has bajado los escalones a un sótano oscuro y húmedo y solo quieres seguir por ese pasillo hacia adelante para saber a qué lugar de ti mismo llegas. Te asombra estar ahí, tú que siempre has sido educado, correcto, un lila, estás con ojeras y mirada lúbrica, con un gesto encogido, como un felino a punto de saltar, un cuerpo tenso y ágil. Te estremeces. Sabes que conocías hasta el límite soft y de repente sabes que no conocías nada, que no te conocías, que nunca te habías dejado llevar así, tan lejos, tan hard. Aunque lo confieso, tienes razón, volver de tan lejos es verdaderamente difícil, ya, te entiendo, no tienes ganas de lamentaciones.

En cualquier caso, mi dulce amiga, somos como somos y sería un atrevimiento por mi parte querer cambiar tus principios, tu convencimiento, tu tozuda equiparación de una cosa con otra. Sí, tú me decías (tan niña, tan pura, tan cielo), “Julio, me besas ¿me quieres?” Y yo, tan machito, tan estúpido, tan provinciano, pensaba “¿qué dice esta cría? Han tenido que pasar seis años y tres meses para saber qué decías tú y porqué no lo entendía yo.  

Contesto ahora tu última carta.
No conoces tus límites, puedes ser todo lo que quieras.
Entiendo perfectamente que ahora eres como quieres ser, estás disfrutando de la libertad. Ya me gustaría disfrutar de la mía.
Aquí no hay ningún juego individual, mucho menos se hace nada cuando solo uno de los dos quiere.
Verás, aquí hay un problema, aquí hay una relación (epistolar, sí, pero relación) de dos personas que se querían mucho hace exactamente seis años (quizás sin saberlo ni ellos mismos, separados por miedo, por orgullos absurdos, por yo qué sé), que se han reencontrado en un momento de sus vidas muy especial, que se han redescubierto, que se han visto diferentes en el espejo del otro, mejores, más dignos, más auténticos, que se han asustado por el torrente de sensaciones, emociones, placer, abismo, tentación y todo lo que quieras poner de más y que en un caso lo enfoca con sabia prudencia femenina y en otro con alocada explosión de palabras, hechos, deseos, es decir, como siempre.

Te propongo lo siguiente. Me quedan cuatro meses de condena, salgo el 14 de abril. Ven a esperarme y empezamos de nuevo.
Gracias por los libros que me has enviado.
Te quiere.

Julio.

(Los 3 cuadros de Roberto Ferri)

7 comments :

Tempus fugit dijo...

¡El 14, tengo dentista! ¿No podrías salir el 15? Gracias.


:(

Pedro M. Martínez dijo...

De cenizas
1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,
11,12,13,14,15,16,17,18,19,20,
21,22,23,24,25,26,27,28,29,30,
31,32,33,34,35,36,37,38,39,40,
41,42,43,44,45,46,47,48,49,50,
51,52,53,54,55,56,57,58,59,60,
61,62,63,64,65,66,67,68,69,70,
71,72,73,74,75,76,77,78,79,80,
81,82,83,84,85,86,87,88,89,90,
91,92,93,94,95,96,97,98,99 y 100…

gaia07 dijo...

Me gusta hoy tu post. Me gusta porque por fin te has decidido a plasmarlo, y quizá así, ahí expuesto, colgado, leído, la perspectiva te haga ver que tienes razón, tú la tienes.
Y ella también lo sabe, pero hay que ser muy valiente para enfrentarse a la cultura, a la maldita cultura de ser otro, la que dicen, la que ha de ser, la domesticada, aceptada, respetada.

Entender que en el abismo en el que te meten ellos, no es abismo sino ser. Esa dulzura, ese cariño, eso que mal llaman amor no estan reñidas, en absoluto, con el placer, las emociones, la explosión alocada, la dureza o la suciedad, que no son tal, que las han barnizado para que no te salgas de la línea que han marcado y que te aboca a dejar de ser humano, para convertirte en lo que somos, piezas robóticas de producción ilimitada.

Ya es hora que hagamos funcionar nuestro cerebro y encontremos la fantástica combinación entre ese animal que somos por naturaleza y ese otro, impresionante, que somos capaces de crear.

Un abrazo

mabel g. c.© dijo...

Estimado amigo:

Este domingo, sin respeto por los relojes, comienza mejor con su "tirón de manta". Con los colores sigo teniendo un pequeño lío que no mejora la dislexia. No obstante, le estoy agradecida por esta misiva espectacular. El poema de Caballero Bonald no hace sino subrayar la importancia de su epístola. Hasta me gusta la fecha en la que sale usted de su cárcel.

Mi deseo de que ese día vaya a esperarle y ¡zas! vivan ustedes el tiempo que les queda.

Un cordial y cariñoso saludo.

LA ZARZAMORA dijo...

No nos queda ni tantito de tiempo, Pedro;)
Besín.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, recuerdo el momento en que fui animal (nunca he sido más yo). Fue un instante de luz dentro de la más absoluta oscuridad. Vi. No lo he repetido nunca. Por eso lo busco.
Un abrazo

mabel g. c., ¿vas a ir a esperarme? Y ¡zas!
Un beso.


Bueno, La Zarzamora, a Navidad llegaremos ¿no?. Es que tengo todo comprado. Besazo.

mirada dijo...

:-)
Aunque no te escriba mucho, sabes que admiro el don que tienes, me gusta muchísimo este texto.

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