martes, 19 de octubre de 2010

Viento.

Cuanto quieres está cada vez más adentro de la cegada puerta, bajo el arco doble de tu miedo, donde no se espera a nadie. (Antonio Lucas)


Paco es artista, hippie, aunque ya no lleva flores en la barba. No parece que ese nombre sea el de un hippie, qué cosas, cómo cambian los tiempos, las modas.

El caso es que Paco es muy bueno en lo suyo, es minucioso y lento en sus trabajos pero un auténtico artista. Eso, y una herencia, le permiten vivir con cierta holgura económica.

Paco tiene un velero. Es un purista y nunca ha aceptado acoplarle un motor, con lo que su navegación está sometida al puro capricho del viento.

Nuestra relación es amistosa, sin más, nos saludamos cordialmente, conversamos si procede pero tampoco somos los mejores amigos del mundo, no, ni siquiera somos amigos, conocidos.

A pesar de eso, alguna vez Paco me invita a pasear en su velero. Solo me pone la condición del silencio, es decir no hablar más que lo imprescindible, buenos días, hace frío, disfrutar del roce de la brisa en el rostro, de la espuma deslizándose entre los dedos y mi capacidad natatoria ya que él nunca aprendió a nadar.

Es domingo, salimos de puerto y algunas señoras nos saludan agitando la mano, Paco ni siquiera mira. La proa rompe pequeñas olas, por estribor algunos peces saltan fuera del agua. Respetando el acuerdo no hablo y miro al horizonte, es una delicia la sensación absoluta de libertad, de alegría, de comunicación con el agua, el viento, la naturaleza, la vida.

Nos hemos alejado varias millas mar adentro, estamos solos en la inmensidad de la mar. Hemos tomado unos bocadillos silenciosos y unos tragos de Rioja. De pronto cesa el viento. El velero sigue su impulso antes de detenerse. Miro al horizonte, evito mirar a Paco. La embarcación se mueve levemente presa en esa súbita calma chicha. Pasan los minutos y comienzo a ponerme nervioso.

(Elanchove)

Llego aquí y me pregunto qué demonios hago, testarudo, escribiendo estas ásperas cosas, qué sentido tiene, no solo para quién lo lea, que también, pero sobre todo qué sentido tiene para mí, me distrae un coro de ángeles mestizos, unos niños disputándose una pelota hecha con trapos, un pescador sobre los hombros de una mujer emergiendo ambos del agua, a cámara lenta, majestuosos, Marie insistiendo en si voy a fregar hoy, sin usura, dejándome llevar por la corriente de Elanchove y sus recuerdos, me veo a mí mismo desde una altura imaginaria, un hombre reducido a fragmentos, recolectando poemas rotos para escribir otro poema roto con generosidad que no entiendo, nada entiendo y la noche está llena de relámpagos a la vuelta de Gernika, niebla ocultando Ogoño, los muertos ocupando los puertos, se confunden con los vivos, parece Magdalenas, hay tantos muertos y vivos que muchos tienen que estar en el agua, los vivos se ahogan, resucitan como fantasmas y se unen a los muertos, todos me bañan con miradas inquisidoras, resucitan historias que juré no contaría jamás pero me oprimen en el cuello, me liberan de mordazas, me abren un baúl con disfraces y escojo un paraguas y sedales, anzuelos que mi padre dejó olvidados debajo de un armario con polilla y jerséis viejos, enmohecidos, reliquias de un tiempo en el que todo es viejo, decadente, salta el ayer de piedra en piedra por la calzada, resbala por mis lágrimas, que no sé encararlo, que no sé decirlo de otra manera, que no quiero dejar el corazón sobre una mesa, que lo picotean los pájaros, que lo pintan los violadores de recuerdos, los que no respetan, que me duele demasiado pintarme la cara y hablar para nadie, que solo quiero perderme y no decir nada, silenciar todo lo que no sea viento..

¡Eh, Pedro! ¿Estás bien?- dice Paco- ya navegamos.
Despierto, volvemos a puerto, lentamente, surcando el agua con un suave viento del sur. Creo que no volveré a estas excursiones.

Cada día me cuesta más escribirme.


 (Isla de Ízaro)
La leyenda de la regata de Ízaro cuenta que para dilucidar la propiedad de la isla, decidieron mundaqueses y bermeanos disputar una regata bajo el arbitraje de Elanchove, ya que ésta última localidad que también reclamaba la isla, al parecer cedió finalmente a sus pretensiones.

Se acordó que la regata daría comienzo al amanecer, se celebró y los remeros de la trainera de Bermeo salieron victoriosos a pesar de perder a uno de sus hombres que cayó al mar y pereció ahogado; la tradición mundaquesa cuenta, sin embargo, que los bermeanos encendieron hogueras para que el gallo cantara antes, lo que les dio la ventaja necesaria para ganar la regata.

La regata se conmemora actualmente el 22 de julio, día de Santa María Magdalena, con una fiesta de hermanamiento entre Mundaca, Bermeo y Elanchove. En el acto principal de la fiesta, el alcalde de Bermeo que lo será ese día también de Elanchove y Mundaca, en presencia de los alcaldes de Mundaca y Elanchove, lanza una teja al mar junto a la costa de Izaro diciendo Honaino heltzen dira Bermeoko Itxuginak (hasta aquí llegan las goteras de Bermeo), fórmula mediante la cual se renueva anualmente la posesión bermeana de la isla, y se asciende a ella para colocar una ikurriña, siendo casi el único día del año que la isla recibe visita.

17 comments :

Mayte dijo...

El viento embriaga los sentidos que traviesos te cuentan al oído otras vidas de aquellos que son y no han sido y se desdibujan como veleros en alta mar entre tus letras perdidas.

Besiño, Pedro.

ybris dijo...

Paco es artista.
Tú también. Si no no podrías ir seleccionando con gusto y precisión, diariamente, imágenes, músicas, vídeos y escritos ajenos para acabar escribiendo(te) en los propios.
Eres como un museo al que nunca resulta ocioso visitar:
Entre otras cosas, el cuadro me encanta; también tus palabras (...salta el ayer de piedra en piedra por la calzada, resbala por mis lágrimas...)

Abrazos.

virgi dijo...

¿Cómo salir de la calma chicha que por temporadas nos deja en el centro del océano, sin saber ni siquiera en que lugar está el timón?
Besitos al alba

(la imagen me recordó a la desasosegante "La mujer de arena" de Kôbô Abe)

gaia07 dijo...

Me llevaría muy bien con Paco.
Eso de que me dejen entrar tan dentro y recolocar cada sentimiento después de quitarle el polvo, te deja como nueva, je.

Ya he usado “genio”, un sinónimo de mi tierra que me gusta “duende”, te desborda chaval, a ti que te cuesta escribirte.

Un beso.

Tinta de aterrizaje dijo...

Partir bajo la premisa del viento.
Detenerse bajo la desazón de un sueño.
Volver, acaso, por ignorar la renuncia del viento.

Nikté dijo...

Perdoname si alguna vez, con mis bromas, esa excusa de no querer tocar lo real, has creído que te faltaba al respeto de tus escritos.

Un beso

Y se del por qué del nerviosismo de aquel cuando llega el silencio.

mirada dijo...

¿Es la resonancia del silencio?
El azul es tremendamente impactante.
Un besazo, corazonciño.

Joselu dijo...

A mi el mar me da miedo.

Un abrazo, Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Invento poco Mayteღ, por falta de tiempo más que nada. Cuento lo que fue/es, quizás porque tengo mucho para contar. Yo qué sé. Beso.

Pedro M. Martínez dijo...

ybris, Paco es artista, cierto, puede tardar meses en un cuadro (quién dice cuadro puede decir escultura, fotografía, verso) pero le queda perfecto (o casi)
Yo soy, como mucho, un obrero, trabajo y trabajo, recolecto, siento más que pienso, me siento afortunado de sentir. A veces escribo y lloro. Yo qué sé. Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Nadando, virgi, nadando. Es lo que hacía muchas veces cuando salía a pescar con mi padre, en el bote (barca). Me aburría y volvía nadando. Pensé en acabar así mi cuento pero me pudieron los recuerdos. Yo qué sé. Besos recios.
(Sí, ese libro de Kôbô Abe es bueno, opresivo)

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07, no creo, Paco (no se llama así, claro) es muy raro, un perro verde. No sería tu tipo.
Por cierto, no sé si te he leído bien. Quizás es que yo me quedo como nuevo cuando echo un polvo (sorry), jajejijojajejijo Yo qué sé. Besos geniales.

Pedro M. Martínez dijo...

Tinta de aterrizaje, es que para navegar en un velero el viento es imprescindible. Nunca he navegado impulsado por el cierzo. Yo qué sé. Sé que tus comentarios son primorosos. Un saludo.

Pedro M. Martínez dijo...

Amiga Nikté, tu sentido del humor es un privilegio, tus bromas son un lujo de ingenio y alegría, aplaudo cada uno de tus comentarios (además de agradecerlos, claro).
Cuando llega el silencio…ay, si yo te contara. Bah, yo qué sé
Un beso, guapísima.

Pedro M. Martínez dijo...

No mirada, es la resonancia magnética del corazón, el eco de las emociones, el rescoldo de la nostalgia, el mar adueñándose de todo el espacio. Yo qué sé
Un beso azul.

Pedro M. Martínez dijo...

A mi me da miedo vivir sin mar. Yo qué sé
Un abrazoJoselu,

Mayte dijo...

Mientras cuentes...en palabras lo que es-sientes-vibras. Yo tengo noche baja, so...

Besiño.

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