martes, 10 de agosto de 2010

Mi piso.


"Escupidme encima cuando paséis
delante del lugar donde repose
enviándome un húmedo mensaje
de vida y de furia necesaria"

Lois Pereiro


Apenas entraba luz entre las persianas pero al cabo de unos minutos ya me había acostumbrado y pude verlo bien.

El piso estaba tal y como lo dejamos, el descolorido papel pintado en los dormitorios, la moqueta menos desgastada en el centro del salón, el azulejo rajado al lado de donde estuvo la lavadora. Quedaba una marca de los cuadros en la pared.

-¿Tienes para mucho?, me aburro- digo ella.

En una esquina de la cocina encontré un tenedor, lo miré, no era de los nuestros, lo dejé donde estaba.

Al pasar rozaba los pomos de las puertas, el pasador del cuarto de baño, el grifo del lavabo. Aquí estaba el armario de ropa blanca, aquí un aparador, aquí la mesa con la televisión, aquí el sofá amarillo.

Fue sencillo engañar al de la inmobiliaria. Me dejó las llaves. Cómo podía saber que esa fue mi casa durante siete años.

Me atreví a entrar al que fue nuestro cuarto. Aquí dormíamos, aquí nos amábamos, aquí discutimos tantas veces, la última vez.

-Desnúdate- le ordené con voz cansada.

Ella obedeció. Estaba delgada. Dejó su ropa plegada encima de las botas, muy ordenada.

Me solté el cinturón, me bajé el pantalón y de pie, la follé sobre el lugar donde estuvo nuestra cama, con rudeza, con urgencia.

-Gime- la apuré.

Ella gimió, fingió, me derramé, me subí el pantalón, le di sus setenta euros, se vistió y le dije que se fuera, un correcto trabajo.

Apenas estuve unos minutos más. Recorrí el pasillo abajo y arriba, unos fantasmas oscuros me sujetaban por los tobillos, ecos de voces, tan reales. Me marché.

 
Al devolver las llaves al vendedor dije que lo pensaría, que el piso era pequeño, que éramos una familia grande.

Vagué por la ciudad de calles estrechas, la que fue mi ciudad, entonces. Sentado en el autobús de regreso evité pensar. El iPhone me llenaba de música y fuera el paisaje cambiaba rápido. No diría a Alice donde había estado. Después me dormí. 



13 comments :

Joselu dijo...

Ya se que no es el tipo de comentario que te gusta pero te diré que me ha encantado estar en ese piso, verles follar, oirle mentir...

Pedro M. Martínez dijo...

Joselu, antes me llevaba malos ratos cuando me comentaban sobre la música, las fotografías, lo ajeno. También antes no me terminaban de gustar tantos sí. Debe ser…no sé qué debe ser, pero de un tiempo a esta parte respeto y me gustan todos los comentarios, valoro y aprecio cada uno de ellos.
El cuento de hoy no sé si lo he contado bien, en mi cabeza apareció claramente pero quizás no he definido del todo al personaje.
Al tipo este le calé en cuanto apareció en mi cabeza (no le juzgaré, pero necesita tratamiento)
Escribir tiene esto, te puedes imaginar todo aquello que no vives, que no eres (incluso te puedes imaginar lo que vives, lo que eres).
Gracias, Joselu, un abrazo.

Nikté dijo...

Esta entrada la leí anoche, sobre las cuatro de la madrugada. No podía dormir: un oído supuroso a la espera de que rompa el tímpano, me lo impedía.

Que asco, puaff!

En fin, que me da mucha penica que se haya acabado el Apocalipsis.
Estoy pensando si podrías colocar por capitulos las cartas de Pablo a los Corintios, a los Gálatas...y así mato dos pájaros de un tiro.

Por lo demás. Esto va por puntos.

Espero que subieras tos esos escalones y que al final, sino hubo una campana que tañir, al menos un grito al mar, que ese si que se lo traga tó y te deja de lo más relajao.
A ver cuando empezamos a hacer yoga-escalada, que viene mu bien pa los nervios y pa las piernas.

En segundo lugar no te voy escupir por lo que has escrito, sobre tó porque no me queda saliva.

En tercero y no se si último puesto, queda el relato.

Tipos como el que has descrito, hailos, aquellos que se quitan los cinturones, se bajan los pantalones y follan por follar.
Pero este no es así, tu personaje va más allá.
Debo confensar que en un principio me dió asco, después ya no. Intenté profundizar en su comportamiento y llegué a una conclusión: Se ha despedido del pasado de la única forma que se puede despedir un hombre de una mujer, follándolo.

Pues bien, dicho lo dicho, me voy con mi oreja a otra parte.

Anda, dale un besito, a ver si se me cura.

Magnolio dijo...

Otra lectura:

Yo creo que sí, que lo has contado bien y valiente.

Un piso inquietante, incluido el folleteo, (tus fábulas al respecto, del aspecto que sean, siempre son buenas) del que yo he salido corriendo y un personaje que con-mueve, tal vez porque arrepentidos de lo que es, o ha sido, somos un poco todos.

mabel g. c.© dijo...

Tengo que posar sobre los estantes prejuicios y otras zarandajas, así te leo y leo siempre, lo que lea. La realidad no es luminosa del todo ni oscura del todo. Si no fuese así las consultas psicológicas no existirían.

No me parece tan anormal el comportamiento de este tipo. El dolor puede llevarte a rituales poco comunes, humanos, en cualquier caso.

Muy bueno.

Besos.

gaia07 dijo...

Colocarte delante de ti mismo y repasar tu catálogo de desdichas, es una de las crueldades a las que la psicología moderna nos ha ido acostumbrando.
La crueldad y el sufrimiento son naturales a nuestra existencia, los antiguos consideraban utilizarlos una dicha y el cebo para seguir existiendo, hoy nos avergonzamos de lo absurdo de ambos corriendo el riesgo de no aceptarnos.

Ser humano, y luego dormir.

Un abrazo con tormenta de verano.

Anónimo dijo...

Es duro...Si no es duro, no hay pago...No hay muebles, no hay cama, no hay fantasía, solo un autobús y un creyente en familias grandes
ml

Pedro M. Martínez dijo...

Tarde, Nikté, pero deseo que tus oídos estén curados. Y tu garganta. Y tú.
El Apocalipsis no se ha terminado, ha sido un paréntesis, no pegaba con mi texto de testosterona.
Mi personaje es muy vulgar, cuenta lo que otros callan, cuenta su dolor y su manera de mitigarlo (no atiende a consideraciones a terceros)
Besos a tus dos orejas (olé)

Pedro M. Martínez dijo...

Gracias, Magnolio, me encantan estas historias que me salen así, sin pensarlas. Mi anterior reencarnación debió ser muy activa. O he visto mucho cine. O tengo mucho cuento. O hay demasiados tipos raros. O el raro soy yo. O yo qué sé. ¿Un beso?

Pedro M. Martínez dijo...

Ritual mabel g. c., sí, del sexo sin seso, así, como forma de cerrar los recuerdos que duelen. Setenta euros que seguro estarían mejor aprovechados contándolo sobre un diván. O no, yo qué sé. Solo cuento lo que se me ocurre. Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Y se lo vas contando gaia07 (digo yo, que no sé), “recuerdo que mi padre…aquella vez mi madre”) y ochenta sesiones después resulta que eres neurótico compulsivo pero que ya estás mejor de lo tuyo. Una pasta. Este morlaco lo soluciona con un método antiguo, setenta dólares (como estos y abajo el nylon, que decía Javi) y se va pa´ casa, con Alice que, pobriña, está preparando la cena.
Aquí no hay tormentas, ni calor, ayer 22º. ¿Abrazo?

Pedro M. Martínez dijo...

ml, fantasía sí que hay, el tío lo hace por algo, tampoco le vamos a quitar mérito. Así, de pie, en una piso vacío, a oscuras, tiene que tener algo para el elemento ese. En fin, hay gente pa´too.

virgi dijo...

Te leo después de varios días desconectada y me encantas.
Me encanta ese piso y esos jadeos, reales o no...al final, ¿qué es verdad y qué no?

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